“Hoy el mercado está casi paralizado”, arranco la charla con el ingeniero Sergio Onocko, especialista en maquinaria agrícola. Y para él, se trata de un doble golpe. “Por un lado la variación del tipo de cambio de un 35% en unos días; y por el otro las altísimas tasas de interés que llevaron a que un descuento de cheques varíe según la entidad del 5 al 10% mensual”. Entonces por un lado gran distorsión de precios y por el otro imposibilidad de financiar en pesos a tasas comercialmente aceptables por el comprador.
La maquinaria nueva importada se frenó “porque el valor del dólar impacta directamente ya que estas empresas comercializan sus productos con listas de precios dolarizadas” y los fabricantes nacionales, directamente “se retiraron del mercado” por unos días (mediados de agosto). “No había ni lista de precios ni condiciones”, dijo Onocko.
Hoy se está normalizando este mercado (ya en septiembre) con aumentos de lista de precios en pesos de entre un 15% y un 25% según la empresa. “Las condiciones de pago se han acortado, no superando los 180 días en la mayoría de las empresas”, explicó este experto. A su vez, los bancos prácticamente desaparecieron del mercado de financiación de maquinarias en pesos quedando algunos planes en dólares. Cabe recordar que por disposición del Banco Central, no todos los clientes pueden acceder a financiaciones en dólares del sistema financiero, sólo aquellos que producen bienes dolarizados, como los productores; no asi los contratistas que dan servicios. “Quedan las financiaciones comerciales que realizan los concesionarios y vendedores directamente”, ilustró el experto local.
Explayándose sobre los “fierros” mas afectados, Onocko apuntó que la afectación del freno fue casi total. “Lógicamente cuanto mayor es el valor del bien más se frena su operatoria; aquellos equipos de menor valor se recuperan más rápido”.
Renovación necesaria
Nuestro país sigue teniendo un parque de maquinarias envejecido; sobre todo teniendo en cuenta que nuestros equipos se usan muy intensamente comparados con equipos de otros países. Y la antigüedad de los mismos afecta en varias formas a la eficiencia productiva. “Los elementos a analizar son: obsolescencia, consumo de combustibles, daños ambientales, seguridad, pérdidas por roturas y reparaciones, ergonomía y productividad”, indicó Sergio Onocko.
Por un lado tenemos la obsolescencia, que se da cuando los cambios tecnológicos dejan fuera de juego un equipo. “Como ejemplo extremo podemos citar al arado de rejas que lo tiene valor porque ya no se usa prácticamente”, dijo el especialista. A veces esta situación se da de manera parcial; es decir que empieza a usarse menos al ser menos requerida.
Onocko dijo que otro efecto es el consumo de combustibles. “Los nuevos motores son mucho más eficientes y consumen menos gramos de gasoil por HP entregado; a la vez emiten menos humo, lo que nos lleva al siguiente punto”.
Uno de los aspectos fundamentales es el ambiental. Un elemento que no debe ser menospreciado, ya que afecta la salud de los trabajadores rurales, del medio ambiente y potencialmente de los mercados comerciales que cada día valoran más estos estándares. “Las emisiones, las pérdidas de equipos de aplicación de fitosanitarios, etc.”. Los nuevos equipos con tecnología electrónica de última generación como los aplicadores de producto con sensores “bajan muchísimo la cantidad de herbicidas a aplicar en el barbecho y es un claro ejemplo de la conjugación de mejora ambiental y económica juntas”.
La seguridad también es un elemento que los nuevos equipos mejoran mucho. “Tenemos altas tasas de accidentes en el uso de maquinarias agrícolas; muertes, invalides total y parcial, y pérdidas económicas aparejadas”. “Basta sentarse a charlar con un grupo de contratistas rurales y ver la falta de dedos, y hasta extremidades de estos”, se lamentó Sergio Onocko. Resaltó que los equipos nuevos vienen con sistemas de seguridad cada día más desarrollados que muchas veces con los años no es mantenido adecuadamente tornándose estos equipos mucho más peligrosos fundamentalmente para los operadores.
Desde las cabinas insonorizadas o con filtros de carbono, pasando por los acondicionadores de aire hasta los pilotos automáticos vemos que cada mejora en la ergonomía, que nos es otra cosa que la adaptación de la máquina al hombre, redunda en una mayor productividad.
“La productividad de los nuevos equipos permite producir más en menos tiempo y también reducir por ejemplo pérdidas de cosecha con lo que el beneficio económico es medible y tangible”, indicó Onocko. Los estudios y mediciones del INTA lo han dejado muy claro desde hace 25 años cuando se instaló el famoso programa PROPECO y se hizo general el uso del “aro” para medir estas pérdidas.