“Si me consultan desde hace cuánto siembro girasol, es como si me preguntaran qué edad tengo”, admite sonriente Rubén Agretti, un referente y pionero junto a su familia en la expansión del cultivo en la región del NEA.
Por su larga y destacada experiencia, el productor fue seleccionado por ASAGIR (Asociación Argentina de Girasol) para contarles en primera persona a sus colegas de la zona cuál es el paquete de manejo indicado para aprovechar al máximo el rendimiento del girasol en la región.
Su historia con el girasol comenzó en la niñez, cuando junto a su padre cosechaban el cultivo con tijera en mano. En esa época no existían híbridos y la flor amarilla iba conquistando cada vez más preponderancia en toda la región, a la par que la producción de algodón iba perdiendo terreno. “Nuestros suelos son poco receptivos a la humedad y si hay exceso de lluvias, se encharcan o erosionan. Y por los períodos en que se desarrolla, el girasol nos da mayor seguridad y con un costo de cosecha no tan alto como otros cultivos. No va a rendir como la mejor soja, pero seguramente va a ser mejor que la peor soja”, explica.
Junto a su hermano, Agretti trabaja un campo de 800 hectáreas, entre lotes propios y alquilados, ubicado en Lanteri, a 30 kilómetros al norte de Reconquista, una ciudad del nordeste santafesino, a la vera de la Ruta Nacional 11. “Ahí nací y crecí toda mi vida. No me expandí a otras zonas”, aclara. Un poco más de la mitad del terreno se dedica al girasol, mientras que en la superficie restante se siembra básicamente soja. “Detrás del girasol generalmente hacemos alguna gramínea, como maíz o sorgo, para incorporar un poco de materia orgánica y darle pelea a la maleza de hoja ancha”, precisa.
Durante la última campaña una gran porción de la zona del NEA fue afectada por Downy Mildew y el campo de Agretti no fue la excepción. Sus rendimientos cayeron hasta un 25%. “Tuvimos 1500 kilos de rinde por hectárea, cuando nuestro promedio histórico es de 1800 y en algunos años podemos superar incluso los 2000”, comenta. Por eso apunta un par de recomendaciones y detalles a tener en cuenta para evitar ciertos dolores de cabeza: trabajar sobre suelo limpio; realizar una buena fertilización con fósforo y amónico; y tener una correcta densidad de planta.
“Siempre pecamos por tener mucha densidad de siembra que es innecesaria. Mi experiencia indica que entre 46 mil y levemente debajo de las 50 mil plantas por hectárea a una distancia de hileras de 52 centímetros, es más que suficiente”, puntualiza el santafesino. En tanto, la fecha de siembra debería ser en la primera quincena de agosto, porque luego comienza la época de los chaparrones más fuertes en la zona y se corre riesgo de planchado en la siembra. También para fines de agosto y principios de septiembre es el momento en que aparecen orugas y polillas que afectan directamente al cultivo.
En cuanto a la elección de híbridos, Agretti se inclina por materiales de punta y que ya hayan demostrado su eficacia en la zona. “Soy bastante clásico en ese sentido. Siempre busco el rendimiento, pero sobre todo la estabilidad y la sanidad”, aclara. Las características que persigue el productor es que la planta posea buen pie y anclaje para evitar vuelcos ante vientos o tormentas. “En cuanto al ciclo, siempre hacemos una combinación de cortos con largos, porque en los primeros podemos luego hacer algo de maíz o sorgo para combatir las malezas”, detalla.
Por último, la aplicación de herbicidas es una herramienta que el experimentado productor nunca deja de lado. Históricamente ha utilizado acetoclor y pre-emergentes para el control de malezas de hoja ancha, de acuerdo a cómo han sido afectados los lotes. “Ocasionalmente también usamos graminicidas selectivos cuando se escapa la hoja fina y últimamente estamos probando de a poco con CL porque cada vez hay más malezas rebeldes”, concluye.
De cara al futuro, Agretti es bastante alentador pese a los sinsabores que dejó la pasada campaña. Junto a su hermano tienen perspectivas de incrementar aún más el porcentaje de siembra que se destina al girasol. “Luego de la gran sequía que tuvimos en el verano, pasó un aguacero muy grande en pleno otoño que dejó muy buena humedad. Y si el girasol tiene clima seco arriba y humedad en el pie, se nos presenta un muy buen año”, finaliza.