Con una poca cantidad de compradores se realizó en AgroActiva el remate de reproductores porcinos que dejó reflejado a las claras el difícil momento que atraviesa la producción de cerdos en el país. Si bien los ejemplares que pudieron venderse llegaron a un tope de 6 mil pesos, fueron los menos los que abandonaron la mega muestra para ir a nuevos destinos
La piedra en el zapato de la actividad porcina ha sido desde los 90 el ingreso de carne de Brasil, país que ha podido ingresar al mercado argentino con muy buenos precios, tanto que localmente ha habido varios litigios por dumping.
Además, al tratarse de un mercado de bajo consumo y bien circunscripto a los fiambres, los chacinadores compraban al mejor precios. Pero eso ocurría, sobre todo, hasta hace unos cuatro o cinco años, cuando se comenzó a trabajar para aumentar el consumo de carne fresca con campañas de promoción, la llegada a las carnicerías de mayor información para despostar la carne porcina al estilo de la carne bovina y aumentar la venta. De esta manera, los chacinadores, que eran los compradores exclusivos, se encontraron con un competidor, y ahora el productor puede decidir a quién venderle, sin depender exclusivamente de la industria chacinadora
Ricardo Charles, rematador de Agricultores Federados Argentinos, recalcó que “la producción de cerdos a nivel país está con un desaliento muy importante con lo cual tampoco teníamos demasiadas expectativas puestas en la comercialización”.
A pesar del esfuerzo de la gente de la sociedad rural de Chañar Ladeado (organizadores del sector porcino), el remate no estuvo ajenos a lo que está pasando en las ventas de los reproductores porcinos.
De todos modos, lo que se alcanzó a vender fue con valores más que razonables, sobre todo en lo que fueron animales de buena genética. “Eso nos dejó muy conformes”, dijo.
Los precios de venta oscilaron entre los 5 mil y 6 mil pesos que “para nosotros es lo que vale un muy padrillo. En las cerdas preñadas también hubo buenos valores”, contó el rematador.
Con los demás animales, de una calidad un poco inferior, el cabañero tiene una pretensión un poco desmedida y por ende esos ejemplares no se vendieron.
Charlos, comentó que en líneas generales, desde AFA están conformes porque son valores que para el desaliento que existe actualmente en la actividad fueron muy buenas las ventas.
Hay momentos en que el cabañero tiene pretensiones altas porque es lógico que quiera defender su producción. “Pero por otro lado el comprador no está o no quiere pagar lo que le piden. Entonces es ahí donde está la dificultad para hacer las ventas”, dijo por último.
Además, al tratarse de un mercado de bajo consumo y bien circunscripto a los fiambres, los chacinadores compraban al mejor precios. Pero eso ocurría sobre todo hasta hace unos cuatro o cinco años, cuando la Asociación comenzó a trabajar para aumentar el consumo de carne fresca con campañas de promoción, la llegada a las carnicerías de mayor información para despostar la canal porcina al estilo de la carne bovina y aumentar la venta. De esta manera, los chacinadores, que eran los compradores exclusivos, se encontraron con un competidor, y ahora el productor puede decidir a quién venderle, sin depender exclusivamente de la industria chacinadora, por eso Juan Uccelli comenta orgulloso: “Nuestro techo está más allá”.