Se acerca el inicio del mes de Junio y numerosos analistas del mercado de granos empiezan a especular con las posibles ventas de soja y maíz de los productores para cancelar las deudas con las entidades financieras; fruto de la utilización de las tarjetas de crédito rurales, los préstamos a pago íntegro, los acuerdos de sobregiro y los cheques librados con vencimiento en mayo-junio y julio de este año.
Reconocido por casi todos los funcionarios bancarios que manejan áreas de “agronegocios”, las tarjetas de crédito rural han tenido un notable crecimiento comercial en el sistema bancario argentino en los últimos dos años. Estos instrumentos de crédito fueron creados para que el productor agropecuario pueda financiar la compra de insumos, productos y servicios para el campo, cubriendo ampliamente el ciclo productivo agrícola o ganadero. Con estas tarjetas, el productor puede adquirir semillas, agroquímicos, fertilizantes, combustibles, productos veterinarios, hacienda, material genético, repuestos, maquinarias, herramientas, neumáticos, etc.
Algunas de las más importantes que operan en el sistema bancario argentino son:
- AgroNación del Banco de la Nación Argentina.
- Galicia Rural del Banco de Galicia.
- Tarjeta Macroagro del Banco Macro S.A.
- Tarjeta Santa Fe Visa Agro operada por el Nuevo Banco de Santa Fe S.A.
- Procampo del Banco Provincia de Buenos Aires.
- Tarjeta Santander Río Agro del Banco Santander Río.
Se trata de un instrumento de crédito interesante, ya que le permite al productor:
a) adecuar el pago mínimo de la tarjeta de crédito a su ciclo productivo y optar por el porcentaje y período más conveniente para abonarlo;
b) Realizar pagos parciales, sin necesidad de esperar al vencimiento;
c) Obtener plazos y tasas preferenciales en las compras a través de acuerdos especiales que celebran las entidades financieras con comercio adheridos;
d) Acceder a financiación a cosecha con las mejores tasas y, ante todo, en pesos.
Precisamente éste es uno de los factores principales que potenció el uso de las tarjetas rurales por parte de los productores en los últimos dos años: la posibilidad de financiarse en pesos. Ante la incertidumbre cambiaria que existió en este período, donde se esperó permanentemente correcciones en el tipo de cambio; los productores claramente optaron por endeudarse con el sistema bancario en pesos, evitando tomar préstamos en dólares estadounidenses. Otro de los factores que incidieron para una mayor utilización fue el beneficio de efectuar compras a tasa cero de interés, en el marco de acuerdos especiales con proveedores con plazos que oscilan -a veces- entre 180 y 330 días.
Los bancos también prefieren que los productores usen las tarjetas de crédito porque –de alguna forma- minimizan el riesgo crediticio. Cuando el productor compra con la tarjeta, la entidad bancaria intuye –casi con seguridad- que el productor compró insumos o equipos para su actividad productiva. En cambio, cuando otorgan préstamos personales a pago íntegro – a sola firma o con garantías reales-, desconocen si los fondos han sido afectados específicamente a la actividad agrícola-ganadera o se han desviado para cumplir otros compromisos. Claramente los funcionarios bancarios dicen sentirse más seguros prestando con las tarjetas de crédito rural.
Algunas tarjetas importantes operan con dos vencimientos: uno en diciembre de cada año, donde el productor -por lo general- abona solamente intereses. El segundo vencimiento – el más importante- opera en Junio de cada año y allí sí deben cancelarse intereses y el capital de la deuda. De allí el interés actual de la cadena comercial granaria en tratar de prever como pueden llegar a aumentar las ventas de soja y maíz en Junio del 2014 para hacer frente a estos compromisos y los del resto de las operaciones de crédito (sobregiros en cuenta corriente, pago íntegro, etc.)
Nos resulta sumamente difícil poder estimar la cifra de préstamos que podría cancelarse en Junio del 2014, con la información estadística que pone a disposición el Banco Central de la República Argentina. No obstante, en esta nota trataremos de brindar algún un aporte a la problemática planteada, analizando la evolución en los últimos cinco años de los saldos de los préstamos otorgados por los bancos argentinos a los productores primarios que cultivan cereales, oleaginosas y forrajeras al 31 de marzo de cada año (Cuadro N°1). Estas estadísticas brindadas por el BCRA no incluirían el financiamiento otorgado por bancos a quienes prestan servicios agrícolas, como el caso de acopios y contratistas.
De acuerdo a la información que consta en la página WEB del BCRA, en el stock de saldos de préstamo a la fecha de cierre se encuentran incluidos los siguientes créditos otorgados a los productores:
a) Los derivados de adelantos en cuenta corriente o por la compra de documentos;
b) los instrumentados bajo la modalidad de documentos a sola firma y documentos descontados;
c) los préstamos hipotecarios, prendarios y personales (aquí estarían incluidos los préstamos a pago íntegro);
d) los préstamos a titulares del sistema de tarjetas de crédito, en este caso “la tarjetas rurales”;
e) cualquier otro préstamo de efectivo no comprendido en los casos anteriores;
f) En la información del BCRA, lógicamente, no están computados los préstamos y canjes celebrados entre acopios, cooperativas y casas de corretaje con productores agropecuarios;
g) No incluye esta estadística los préstamos de títulos valores ni préstamos de efectivo con garantía de esos valores que pudieran haber otorgado los bancos;
h) Es importante destacar que carecemos de la información del stock de deuda al 30 de mayo del corriente año, fecha de emisión del presente informe. La última información disponible es la del 30 de marzo de 2014.
De este cuadro N°1 pueden extraerse las siguientes conclusiones:
a) Al 31 de marzo de 2014, el stock de deuda con los bancos -convertido a moneda extranjera- ascendía a 2.510 millones de dólares estadounidenses (cerca de 20 mil millones de pesos).
b) El año anterior (al 31/3/2013) este saldo de deuda era mayor: 3.100 millones de dólares estadounidenses. La baja al 31/3/2014 obedece –principalmente- a los efectos de la devaluación, donde el tipo de cambio pasó de $ 5,12 por U$S el 31/3/2013 a $ 8 por dólar, un año después.
c) Medido en pesos, el saldo de deuda al 31/3/2014 creció un 26,3% al cabo de un año. Aquí incide el efecto inflacionario. Difícil es saber si existió o no, un crecimiento -en términos reales- del stock de deuda de los productores con los bancos.
d) Viendo la evolución del stock de deuda en los últimos cinco años considerados y la moneda utilizada en las operaciones de crédito, se observa que los productores han ido prefiriendo el endeudamiento en pesos, ante el mayor riesgo cambiario. Al 31/3/2014 el 85% del saldo de deuda era producto de operaciones en pesos y solamente el 15% era por préstamos en dólares. Cinco años atrás (al 31/3/2009) estos porcentajes eran del 54% y 46%, respectivamente.
e) Algunas fuentes extraoficiales del sector indican que del total del stock de deuda, aproximadamente el 30% correspondería a financiamiento mediante el uso de las tarjetas de crédito rural. De ser veraz este supuesto, estaríamos hablando de un stock de préstamos con tarjeta rural del orden de los 750 millones de dólares, cerca de 6.000 millones de pesos (tipo de cambio de 8$ por U$S). Tal vez ésta podría ser la cifra a cancelar en Junio del 2014 por tarjetas de crédito rural. Esta cifra representa cerca de 2,3 millones de toneladas de poroto de soja, tomando un precio promedio de $ 2.600.- la tonelada. Se trata de una mera estimación, ya que carecemos de información relevante para verificar la posible exactitud de este guarismo. Es importante destacar –además- que las tarjetas rurales, acuerdos de sobregiro y préstamos pueden cancelarse a una fecha determinada, para luego volver a utilizarse al día siguiente según el acuerdo comercial que tenga el Banco con el productor.
f) Repetimos: se desconoce el stock de deuda con bancos a la fecha de emisión del presente informe (30 de Mayo de 2014), el cual podría haber bajado por cancelaciones de préstamos realizadas en los meses de abril y mayo. Pero si suponemos un stock similar de deuda bancaria al que expresa el cuadro N°1, podemos imaginar y suponer tres escenarios de venta acumulada de soja desde el 15/5/2014 al 30/6/2014 para hacer frente a estos compromisos con bancos y a los que existan por operaciones de canje o préstamos otorgados por acopios, cooperativas, contratistas y canjeadores a los productores agropecuarios (Cuadro N°2).
En el cuadro N° 2, en el escenario moderado, suponemos que al 30 de junio del 2014 se venderá la misma proporción de la producción nacional total de soja que en la campaña anterior: el 40%. De confirmarse este supuesto, entre el 15 de mayo del 2014 (fecha del último informe del MINAGRI) y el último día de Junio del 2014 se acumularían ventas de poroto de soja equivalentes a 10,4 millones de toneladas, por un valor aproximado de U$S 3.353 millones de dólares. Con parte de estos fondos se cancelarían las obligaciones financieras con bancos y otros agentes de la cadena.
Si hubiera un escenario optimista -de intensificación de las ventas de soja- y se comercializara al 30/6/2014 el 60% de la producción total (estimada en 55,7 millones), las ventas acumuladas de poroto entre el 15 de mayo del 2014 y el último día de Junio del 2014 podrían llegar a ser de aproximadamente 16 millones de toneladas. El valor estimado de las mismas ascendería a U$S 5.147 millones.
Si por el contrario, el escenario fuera de escasas ventas por parte de los productores y al 30/6/2014 se vendiera el 40% del total de la producción nacional, en este caso las ventas acumuladas de poroto de soja entre mediados de mayo y el último día de junio de 2014 podrían ser de 4,8 millones de toneladas (aprox. 1.558 millones de dólares).
Hay que tener muy presente, que muchas cancelaciones de préstamos de los productores pueden realizarse con fondos propios o préstamos de muy corto plazo otorgados por terceros, sin necesidad de tener que vender la mercadería. Lo que hemos presentado en este informe son posibles escenarios futuros con supuestos que pueden llegar a no coincidir con la realidad. Nuestra intención ha sido brindar elementos adicionales para un análisis más exhaustivo de esta temática.
Autores: Julio Calzada y Emilce Terré
Fuente: BCR