La mayoría de los partidos de la oposición tienen asumido en su eje de campaña, el rol fundamental del Complejo Agroindustrial en el futuro desarrollo con inclusión de todos sus habitantes en su lugar de trabajo.
En tanto, la acción geopolítica que cumple el sector agropecuario ya está demostrada en muchos países y zonas del país, siendo irremplazable por otro sector. Todos los ciudadanos que pueblan nuestro territorio, directa o indirectamente, viven del sector agroindustrial.
Pero para poder concretar, generalizar y consolidar un proyecto a largo plazo en beneficio del conjunto del país, necesitamos consensuar con todos los partidos políticos que adhieren a esta idea para el 2016.
Se trata de consensuar todas las políticas de estados que se necesitan para darle previsibilidad a las grandes inversiones que son imperiosas.
Entre esas políticas de Estado, la que no pueden faltar para acompañar el desarrollo agroindustrial, sin ninguna duda, es un proyecto de ley para promover la unión institucional de las entidades nacionales, fijándole a los productores un aporte gremial obligatorio para financiar dicha gestión.
Un proyecto agroindustrial a largo plazo necesita a las entidades unidas institucionalmente para poder desarrollar una acción pública-privada con el Estado en forma permanente.
Han pasado seis años del conflicto que originó la 125. En este tiempo, el sector liderado por la Comisión de Enlace nunca ha presentado formalmente al Congreso un proyecto consensuado por las cuatro entidades.
Desde su creación hemos tenido más reclamos en asambleas que trabajo efectivo para elevar propuestas concretas para el corto, mediano y largo plazo.
Sí se han hechos muy buenos diagnósticos y proyecciones de producción con la colaboración de AACREA y AAPRESID. Debemos imaginar un sistema moderno más abarcador, ágil y efectivo que defienda real y efectivamente los intereses del
sector. Por ejemplo, llevar a la práctica un sistema como el que viene desarrollando Brasil desde 1964 cuando planificó el rol de la producción agropecuaria y agroindustria y creó por ley la Confederación Nacional de Entidades Agropecuarias (CNA).
El objetivo, que se cumplió, era trabajar en una acción institucionalizada pública-privada permanente en las defensas de las propuestas, sanción de las mismas y control de las gestiones de las políticas públicas.
Hoy en día, sus dirigentes tienen un gran protagonismo en el trabajo parlamentario y en la ejecución y seguimientos de la políticas públicas, tanto a nivel nacional e internacional, mostrando a los productores muchos más unidos que al principio del sistema, con resultados concretos después de 50 años.
Mi propuesta es crear una entidad similar a la CNA de Brasil. Esta nueva entidad debe estar integrada por todas las entidades nacionales formada por productores (la Comisión de Enlace, más AACREA y AAPRESID) en una Fundación o Centro de Estudios Estratégicos.
Esta asociación recibiría el aporte de todos los productores, por un sistema de recaudación obligatoria establecido por ley, como mínimo de un 1%. Pero es fundamental que se pueda concretar la inclusión de las seis entidades: no se puede pretender recaudar a todos los productores, si muchos de ellos no se sienten representados.
La Fundación o Centro de Estudios Estratégicos, por medio de un Consejo Directivo representante de las seis entidades, sería la responsable de implementar las políticas dispuestas con equipo profesionalizado y de distribuir los fondos según sean los objetivos y los porcentajes fijados previamente por el estatuto de formación.
Entre los cinco objetivos principales debemos mencionar los siguientes:
– Proponer, elaborar, concretar y hacer un seguimiento de todas las políticas de Estado que tienen directa influencia para la producción, transformación, exportaciones y comercialización del sector agropecuario y agroindustrial.
– Ejecutar en forma permanente un trabajo de lobby profesionalizado interno y externo, a nivel público y privado, a fin de mejorar la competitividad del sector.
– Proponer y trabajar en todas las modificaciones necesarias para mejorar la educación, la investigación y formación laboral, inclusive en diseño de carreras corta y de oficios.
– Diagramar y ejecutar en forma permanente campañas de comunicación y marketing que sean necesarias para ir cambiando la imagen pública del sector agropecuario y agroindustrial.
– Distribuir equitativamente el aporte dispuesto para la acción gremial en las entidades nacionales y hacer el seguimiento de que dichos fondos cumplan con los objetivos dispuestos por la ley.
Este sistema permitirá concretar propuestas por mayoría, terminando con los descreídos, que creen que es imposible trabajar unidos sin perder la propia identidad de cada una de las entidades.
Llegó la hora de avanzar en propuestas concretas por mayorías y tener estructuras humanas y técnicas en forma permanente para hacer el seguimiento diarios y las correcciones necesarios por medio de un gremialismo moderno, que le hace falta al sector agropecuario y agroindustrial.
Pero fundamentalmente lo necesita el país, para poder dar un salto de producción en base a las nuevas tecnologías y la productividad, para consolidar un proyecto de crecimiento y desarrollo a largo plazo y poder salir definitivamente de subdesarrollo.
Autor: Arturo Navarro – Consultor