Cuando comienza a definirse una nueva campaña triguera, todos los ojos están puestos en lo que sucederá con el clima, la variable que tiene fuerte injerencia en la calidad y productividad del cereal. Sin embargo, el uso de bioestimulantes y micronutrientes durante el tratamiento de semillas permiten el mejor establecimiento posible del cultivo, a un bajo costo. Y en momentos de incertidumbre, conviene adelantarse con una medida preventiva para redefinir estrategias cuando la campaña esté bien establecida.
Stoller propone un plan nutricional que inicia el ciclo con la aplicación de Stimulate, el producto formulado con tres hormonas de crecimiento, y registrado por el SENASA como único fertilizante tricompuesto con hormonas. Este producto se aplica en el curado de la semilla del trigo y de cualquier cultivo. “En el promedio general de los ensayos realizados con distintas instituciones como CREA, Aapresid y el INTA, tenemos medido un 14% de aumento de rinde del trigo al ser tratado. Hay lugares y situaciones -en especial al momento del curado de las semillas- en que promoviendo el sistema radicular se pueden explorar los perfiles del suelo y potenciar productividad”, indicó Fontán.
Para el resto del ciclo del cultivo, Stoller propone un plan de aplicaciones que implica tener en cuenta, además de Nitrógeno, Fósforo y Potasio, micronutrientes como Zinc y Boro que no son móviles y que potencian el rinde por hectárea. Si bien son escasos en los suelos argentinos, para implementar una nutrición balanceada es recomendable comenzar por un detallado análisis de suelo que determine macro y micronutrientes. En general, son estudios de baja complejidad y costo que dan un diagnóstico detallado sobre el estado de los lotes.
Respecto de los micronutrientes, cuanto menor sea su presencia en el suelo, más eficiente será la respuesta a su aplicación. Ensayos en trigo mostraron hasta un 10% de aumento de rendimiento. En el caso del Boro se puede optar por aplicarlo en estado vegetativo o en floración que es cuando se determina la cantidad de grano. “Si hay déficit de Boro habrá una menor floración y por ende menos kilos por hectárea. Justamente el análisis de suelo ayuda a determinar el mejor momento para aplicarlo”, explicó la ingeniera agrónoma Daniela Fontán, Asesora Técnica Comercial de Stoller. “En ciclos de sequía o poca disponibilidad de agua pueden estar en el suelo, pero no disponibles para que las plantas los absorba por raíces. Es cuestión de la disponibilidad”, agregó Fontán.