Transitando la semana de la mujer, continuamos publicando algunas versiones resumidas de las biografías de empresarias rosarinas recopiladas para la publicación Pioneras Presentes de Fundación Libertad. En esta oportunidad, nos centraremos en la historia de Silvana Dal Lago, quien comenzó haciendo ropa para ella misma y para sus amigas, y hoy se encuentra a la cabeza de Sonder, diseñando, produciendo y comercializando a todo el país.
La empresa comenzó por su propia iniciativa, quien antes de terminar la escuela ya quería generar ingresos propios para cubrir sus gastos y así comenzó a hacer ropa. Fue pionera en 1989 por utilizar lycra en sus diseños para fabricar su propia indumentaria; al poco tiempo sus amigas comenzaron a realizar encargos y, posteriormente, comenzó a vender a negocios del barrio. En aquel entonces, sus creaciones todavía no tenían marca.
Los diseños siempre buscaban ser útiles, prácticos, cómodos y para estar segura de cumplir estas exigencias, Silvana también usaba su propia ropa. Cuando la demanda aumentó, la empresaria comenzó a poner a sus prendas una S, con la ayuda de una de sus hermanas que hizo la serigrafía de aquel logo. La estructura de esa época era muy básica y se basada en el gran esfuerzo de la fundadora, quien cortaba, diseñaba y cosía. Uno de sus primeros grandes saltos de calidad fue con la llegada de los ciclistas, una clientela que fue excelente prensa y que rápidamente se convirtió en la preferida del sello.
El primer local fue alquilado en mayo de 1992 con la idea de tener un lugar de referencia. Estaba ubicado en la Galería Jardín (Mitre, entre Ricardone y San Luis); eran dos locales con el espacio justo para una mesa de corte y tres máquinas de coser. “Sólo éramos mi marido, una costurera y yo”, recordó Silvana. El crecimiento se fue dando y estuvieron a la altura de las circunstancias para atender las nuevas demandas. En realidad, nunca estuvo el plan de hacer una empresa, de hecho, la creadora de Sonder, no se define como comerciante “soy industrial” aseguró.
De a poco, el sueño se extendió a todo el país, con 14 locales propios más franquicias. Hoy cuentan con 160 empleados, hay 12 mandos medios (total incluso con los locales). “Crecer es lindo pero en Sonder se necesitan metas para hacerlo”, afirmó. Una estrategia muy importante es no tener miedo para crecer y acompañar desde lo edilicio. En este punto, contó con la colaboración de su hermana que es arquitecta.
La labor de Silvana no se limitó únicamente al crecimiento de la empresa, también fundó el club de vóleibol Rosario Sonder. Lo hizo en el año 2002 y supo jugar varias temporadas en la Liga A1 de Voley Argentino, de la cual fue subcampeón en la temporada 2005/2006. Obtuvo un título nacional cuando se consagró campeón de la Copa ACLAV conquistada en esa misma temporada.
El deporte es medio de trabajo y también filosofía para el funcionamiento de la marca. “Las condiciones del juego y la revancha son muy aplicables en la vida. Es una escuela espectacular para generar trabajo, para cambiar, preocuparse y ocuparse. Es fundamental criticar, sacar conclusiones pero después hacer algo”, explicó. En Sonder todo esto se aplica a la empresa.
La familia es otro pilar fundamental. Silvana reconoce en su marido a un gran compañero dentro de su equipo y la clave del éxito. “Me gusta esto, dejar una huella. No cambiaría nada, estoy contenta. Para mí los errores son una capacitación infinita, los vivo como aprendizaje y me gusta el desafío de cambiar, de salir. Es clave que la gente quiere ser parte de este equipo. Cada uno quiere que nos vaya bien a todos”, concluyó.
La historia completa será incluída en la próxima edición del libro “Pioneras Presentes – El espíritu empresarial que hace grande a Rosario”, a publicar por Fundación Libertad.
ORIGINAL POR FUNDACIÓN LIBERTAD
ADAPTACIÓN POR REDACCIÓN ON24