Desde el 14 de febrero, el lujoso hotel cinco estrellas Ritz-Carlton en Riyadh, volverá a funcionar como siempre, recibiendo empresarios de todo el mundo, ministros y funcionarios de Arabia Saudita.
A principios de noviembre pasado se convirtió por orden real, en centro de detención de numerosos magnates locales, incluyendo un buen número de miembros de la familia real.
La medida fue impulsada por el príncipe heredero en un declarado intento de contener y sancionar la rampante corrupción –que la casa real no había detectado hasta entonces-. Para los observadores y visto, como se desarrollaron las cosas, fue un intento de achicar el déficit del reino. La manera de salir de “prisión” fue devolver parte de la fortuna de los detenidos. Ahora con la liberación del príncipe Alwaleed bin Talal, la curiosa prisión queda vacía. Por eso en dos semanas más volverá todo a la normalidad en el Ritz Carlton.
Sobre algo más de 20 kilómetros cuadrados, con largas filas de palmeras, con la doble gran escalera, y los candelarios que iluminan el ballroom, se advierte cuán justificado está el prestigio de este hotel que apenas tiene seis años.
El Ritz suele ser recordado por su enorme piscina interna, y el spa solamente para hombres.