Carlos Hernández, junto a sus dos hermanos, es dueño de 4.000 hectáreas cubiertas de pastizales nativos, ubicadas en el centro de la provincia de Santa Fe. Entre otras gramíneas, los canutillos y el pasto horqueta constituyen la base forrajera natural de esa región, donde la cría y engorde bovino para carne es una de las principales actividades productivas.
Por una cuestión “filosófica” y, al principio, también por comodidad, Hernández decidió no modificar la vegetación natural ni cultivar forrajeras. Pero aun cuando “el paradigma sostenía que sólo se podía ser productivo mediante pastizales implantados, como la alfalfa”, aseguró, su establecimiento fue uno de los primeros en la Argentina que logró exportar Carne del Pastizal al mercado europeo.
El vínculo con la distribuidora holandesa Zandbergen, que compró el primer embarque de cortes bovinos certificados, prueba que en la ganadería compatibilizar buenos márgenes productivos con la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos es un objetivo realizable.
En las pampas argentinas hay al menos 1.600 especies de plantas detectadas, de las cuales 374 son gramíneas o pastos. “Las especies nativas tienen numerosas ventajas: son más sustentables, generan altos rendimientos y no tienen limitantes técnicas, aunque sí requieren una mayor dedicación”, dijo Hernández. Mientras el forraje responde a un patrón estacional, los pastizales se mantienen productivos todo el año, con pastos que crecen entre el otoño y la primavera y otros que se desarrollan entre primavera y otoño.
“Resulta fundamental cuidar los recursos y valorizarlos. La ganadería de pastizal es una buena manera”, señaló. Hay herramientas de manejo que permiten, en menos de cinco años, aumentar significativamente la producción y, a la vez, preservar la biodiversidad. “Con un buen asesoramiento técnico y un correcto manejo –como los descansos estratégicos cada tres o cuatro meses para el rebrote de las especies– se obtienen rendimientos mayores que con pasturas implantadas”, sostuvo.
¿Cuánto puede mejorar el rendimiento un manejo adecuado en pastizales naturales? Según Omar Scheneiter, del INTA Pergamino, “depende, pero seguramente es posible elevar la carga animal de 0,5 a 0,8 equivalente vaca, en un buen pastizal de la Pampa húmeda”. En esa línea, estimó que se podrían obtener “hasta 40 kilos más de carne por hectárea”.
Recursos bien cuidados
En la Argentina, “los pastizales naturales cubren aproximadamente entre 160 y 170 millones de hectáreas, desde la Puna hasta la Patagonia austral y desde la Cordillera hasta los humedales del Litoral”, dijo Scheneiter.
La ganadería nacional se produce, en general, en sistemas extensivos, con niveles muy bajos de protección de los pastizales naturales: mientras en el mundo se resguarda el 4,6% de su superficie, en el país, las áreas protegidas apenas superan el 1%.
El pastoreo continuo reduce drásticamente la proporción de los pastos que crecen entre el otoño y el invierno y de las especies preferidas por el ganado, provoca cambios en la dinámica del agua y afecta la diversidad de la fauna silvestre. De las casi 400 especies de aves típicas del centro y nordeste del país, una de cada cinco está amenazada, mientras que otras especies emblemáticas, como el venado de las pampas y el tordo amarillo, están al borde de la extinción.
Los pastizales mantienen los suelos fértiles, regulan el ciclo del agua y ofrecen una excelente oportunidad para desarrollar ganadería sustentable. La coexistencia de la fauna doméstica y silvestre lo demuestra. “Mi campo tiene una fauna muy importante con 170 especies de aves”, precisó Hernández. Además, contribuyen al balance de gases de la atmósfera y contienen el 20% del stock de carbono en el suelo del mundo.
La Argentina cuenta ya con más de 50 establecimientos miembros, que totalizan 116 mil hectáreas. La mayoría integra también el Programa de Certificación Carne del Pastizal.
La Ganadería Sustentable del Pastizal se basa, entre otros, en los postulados de que la ecología y heterogeneidad espacial y temporal de los pastizales son clave, que las especies nativas son las que más se adaptan al ambiente local y que el costo del manejo de los pastizales con tecnologías de procesos es mínimo comparado con las de insumos.
Según Fernando Aiello, de la Alianza del Pastizal, las buenas prácticas apuntan a que “además de producir carne se produzca fauna, un sistema que garantice ambas cosas: la sostenibilidad desde el punto de vista de ofrecer hábitat para la fauna nativa, al mismo tiempo que haya una producción suficientemente eficiente”.
Muchas de las prácticas que se procura erradicar están asociadas a la ineficiencia. “Una de las propuestas es salir de ese proceso de pastoreo continuo y entrar en un proceso más de tipo rotativo, adecuando el uso de los potreros en función de las especies que ofrecen mejor forraje en distintas épocas del año”, dijo Aiello. La presencia de una misma carga ganadera en una superficie determinada a lo largo del año, mantiene una demanda constante de forraje que, con niveles diferentes de lluvia según la época, degradan el pastizal.
En el número del mes de mayo de la versión impresa del INTA Informa se presentan más alternativas del amplio menú que propone la ganadería del pastizal para mejorar el manejo. (INTA)