¿Es mejor tomarse todo junto? ¿O dosificar el descanso en varias semanas? La ciencia ya ofrece algunas pistas que ayudan a decidirse. De acuerdo con estudios realizados por la psicóloga organizacional Jessica de Bloom, investigadora de la Universidad de Tampere, en Finlandia, las vacaciones ideales no duran ni una semana ni una quincena sino exactamente ocho días. Después de eso, la sensación de bienestar disminuye (aunque no tanto como cuando uno regresa a la rutina laboral).
En uno de sus trabajos, publicado en la revista Psychology & Health, evaluó a un centenar de trabajadores holandeses en distintos períodos de descanso: una pausa de dos o tres días, un receso de invierno de diez días y unas vacaciones de verano de tres semanas. Junto a su equipo, De Bloom encontró que, a partir del segundo día de descanso, la salud y el ánimo mejoran y aumentan los niveles de energía. Y que el pico de bienestar máximo se alcanzó en el octavo día de vacaciones.
“No vimos que las vacaciones más largas tuvieran un efecto más profundo o más duradero en la salud y el bienestar. Además, pueden conllevar un riesgo, ya que es necesario prepararse con mayor anticipación y al regreso es probable encontrarse con más trabajo acumulado. Nuestros estudios indican que es más lógico acortar las vacaciones y optar por varios períodos de descanso a lo largo del año”, dijo De Bloom a PERFIL vía mail.
Para la médica psiquiatra Verónica Mora Dubuc, miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), hablar de ocho días puede ser un estándar pero la necesidad de cada persona no es la misma. “Los niveles de tensión, responsabilidad y carga física o psíquica son muy diversos según la tarea. Más desgaste requiere mayor reparación. Y las características personales también hacen a la posibilidad de delegar y mejorar la calidad del descanso”.
Por su parte, Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad, consideró que se necesitan al menos 15 días para lograr desconectarse. “En la primera semana se continúa con la inercia de la sensación de obligaciones y preocupaciones, y en la segunda se logra el verdadero descanso”.
Beneficios. Pero para quien no se puede tomar la quincena, es productivo hacer por lo menos una escapada. Investigadores de las universidades de California y Harvard (EE.UU.) demostraron que basta con seis días alejados de la rutina para que se modifiquen ciertos procesos biológicos relacionados con la respuesta al estrés, la actividad del sistema inmunológico y la longevidad. “Existen evidencias empíricas de que las vacaciones favorecen la salud y de que, tras un tiempo prolongado sin descansar, somos más vulnerables a las enfermedades cardiovasculares y aumenta el riesgo de muerte prematura”, explicó De Bloom.
Para el médico psicoanalista Juan Eduardo Tesone, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, las vacaciones son un derecho, ya que implican un reposo de las obligaciones cotidianas. “En ese sentido no deberían ser consideradas un lujo, sino un momento de corte, de esparcimiento y de ocio. En definitiva, un momento de gran valor personal y familiar, durante el cual se intenta lograr un encuentro con uno mismo y con su entorno afectivo. Es una excelente ocasión para que los vínculos puedan revigorizarse y reformularse a la luz de intercambios marcados por un ritmo diferente al habitual”.
Tras el regreso a la rutina, los beneficios de las vacaciones no duran más de una semana, según las investigaciones que realizó De Bloom. Pero hay algunos tips para alargar el efecto positivo del descanso. Por ejemplo, dejar lo mejor de las vacaciones para el final (la regla del peak-end) en lugar de pasar el último día limpiando o armando valijas; reanudar el trabajo un miércoles y no un lunes, y usar una foto de las vacaciones como protector de pantalla en la PC o el celular. Y, por último, comenzar a planificar el próximo descanso.