“El año pasado se puso en marcha una prueba piloto de certificación de eficiencia energética para inmuebles de la ciudad de Rosario. Se postularon 500 viviendas, se relevaron 400 y ya se extendió el correspondiente etiquetado a 240”, sintetiza el diario El Litoral.
Ocurre que la capital de la provincia imitará la experiencia rosarina que se desarrolló en el marco de un proyecto de ley que impulsa el ejecutivo provincial sobre eficiencia energética: “a la eficiencia energética se llega de varias maneras. Una es a través de las tarifas que pueden ser altas cuando el consumo es muy elevado y pueden bajar en una proporción geométrica cuando ese consumo desciende. También a través de una ley -como la que impulsa el Ejecutivo y ya está en debate en la Legislatura- que establece las características de la etiqueta de eficiencia energética, con criterios similares a los que ya existen para electrodomésticos. Esta etiqueta va de la A a la G, en grado decreciente, calificación que puede ser mejorada por el propietario del inmueble y, según propone la ley, con un reconocimiento en el cuadro tributario” explicó al diario santafecino Verónica Geese, Secretaria de Estado de la Energía, quien detalló además a ese medio: “En Rosario ya está vigente la ordenanza 8.757/2011 que incorpora a su reglamento una sección denominada Aspectos Higrotérmicos y Demanda Energética de las Construcciones, exigibles en la construcción de edificios. Por eso es que la prueba piloto comenzó por esa ciudad”.
Esta iniciativa, que implica optimizar los consumos de materia y energía mediante la incorporación de pautas desde la fase de diseño, determina en la práctica un ahorro aproximado de alrededor del 40% en el consumo de energía y gas para acondicionamiento térmico, en todo lo referido a refrigeración y calefacción.
Cabe consignar que Rosario es la primera y única ciudad del país en incorporar exigencias para disminuir el consumo de energía en edificios tanto públicos como privados.
Los edificios son importantes usuarios de energía y materia y los modos en que son diseñados, construidos, utilizados, demolidos y sustituidos pueden constituir un aporte importante a la sustentabilidad urbana.
Es por eso que a partir de julio de 2013, la Municipalidad de Rosario puso en vigencia la Ordenanza Nº 8757 sobre Aspectos Higrotérmicos y Eficiencia Energética en las construcciones. Los principales objetivos de la mencionada normativa son disminuir el consumo de energía para acondicionamiento térmico tanto en calefacción como en refrigeración y optimizar la relación consumo–habitabilidad.
Esta iniciativa que se implementó en forma gradual establecía que en su primer año (a partir del 1 de julio de 2013) abarcaría a aquellas grandes construcciones que superaran los 4.000 metros cuadrados de superficie cubierta. Incorporando a todas las edificaciones mayores a 3.000 m2 para el segundo año y sucesivamente las de 2.000 m2, 1.000 m2, hasta llegar a 500 m2 al sexto año de vigencia de la norma (2017).
Además del ahorro de energía, la aplicación de la ordenanza también beneficia las condiciones de habitabilidad con la disminución de patologías por condensación superficial e intersticial. La disminución de patologías en la construcción –además– implica la reducción de inversión en el mantenimiento de las construcciones a lo largo de la vida útil de las mismas.
Entre las últimas torres construidas y en construcción que cuentan con el certificado municipal se destacan:
El Outlet de Fundar, de avenida Circunvalación y Sorrento y el edificio Quinquela Plaza, de Mitre y avenida del Huerto, ambos en construcción. Mientras que la Torre Sur de Maui y un edificio de vivienda pública para sectores sindicalizados (de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo, de Crespo y 9 de Julio) están proyectados.
En este marco se puede asegurar que a partir de la arquitectura se pueden optimizar los consumos de materia y energía mediante la incorporación de pautas desde la fase de diseño, realizando el análisis del emplazamiento y relación del edificio con el entorno, la optimización de las orientaciones, el diseño solar pasivo mediante el estudio del asoleamiento y protecciones de superficies transparentes, el aprovechamiento y optimización de la ventilación e iluminación natural, el ahorro energético a partir del estudio y selección de materiales de la envolvente, y la implementación de terrazas vegetales que disminuyen el efecto de isla de calor de las áreas urbanas, entre otras.
En relación a la incorporación de infraestructura y tecnologías para disminuir el consumo de materiales y energías no renovables, se pueden mencionar dispositivos que producen energía solar térmica para calentamiento de agua sanitaria, paneles fotovoltaicos que producen energía eléctrica, artefactos de iluminación con alto rendimiento y bajo consumo de energía, sistemas que permiten la reutilización de agua de lluvia y el reciclado de aguas grises, sistemas de tratamiento de líquidos cloacales, sistemas de domótica que permiten mediante sensores automatizar y optimizar el consumo de materiales y energía.
Cabe acotar que el Decreto Reglamentario de la mencionada ordenanza es el resultado del trabajo realizado durante casi dos años de la comisión especial (s/artículo 5º de la Ordenanza Nº 8757) constituida por representantes de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño, Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario, Facultad Regional Rosario de la Universidad Tecnológica Nacional, Colegio de Arquitectos, Colegio de Ingenieros Civiles, Colegio de Ingenieros Especialistas y técnicos municipales.
En virtud de que la implementación de la misma supone algunas modificaciones en las características constructivas más comunes en la actual construcción del parque edilicio, se establecieron dos criterios de gradualidad paralelos: “a) la aplicación de exigencias respecto de las características de la envolvente de los edificios (parámetros higrotérmicos y de demanda energética)” y “b) el tamaño y escala de los edificios.
Ese proyecto, que está en tratamiento en el cuerpo legislativo, tiene una doble finalidad, por un lado contar con una norma que aliente la incorporación en los nuevos proyectos edilicios, de criterios de sustentabilidad y/o tecnologías para ahorro de energía y respeto al medio ambiente, y a la vez solventar políticas públicas con el fin de minimizar el consumo de energía en construcciones y disminuir su impacto sobre el soporte natural, adaptándolas a las edificaciones existentes.