Comparado con 2016, el 2017 fue un año más positivo y estable para el sector porcino. Los precios de los granos se estabilizaron al igual que los del cerdo, que promediaron los $19, cerrando el año con más de $24 el kilo, lo que generó una rentabilidad ajustada pero rentabilidad al fin.
“La cadena porcina todavía es muy ineficiente y de cara al futuro los productores que quieran continuar en el negocio deberán apuntar a aumentar la escala, el que no pueda solo lo hará de manera asociativa” asegura Jorge Brunori, experto del INTA Marcos Juárez.
La eliminación de las retenciones a los granos, el aumento de los costos fijos y la disminución del poder adquisitivo que repercutió en el consumo interno hicieron que la rentabilidad del sector porcino sea más ajustada pero positiva.
“Creo que éste año nos muestra un cambio de época en el sector, donde tendremos una rentabilidad más ajustada que en otras décadas y mucho más basado en la eficiencia de los criaderos y en la escala, que es lo que genera el poder de venta en los productores” explica Brunori.
Las importaciones no cesan
El 2017 cierra con un total de 33.000 toneladas lo que representa un aumento de casi un 30%. “Se ha continuado con esa mecánica de traer carne congelada del exterior y descongelarla ofreciéndola al mercado como carne fresca lo cual ha sido motivo de denuncia como competencia desleal para el sector y riesgosa para la salud pública” advierte Brunori.
Está claro que la mirada del gobierno actual se basa en liberar las fronteras comerciales, entendiendo que para que Argentina venda tiene que comprar y ese es un mensaje claro a que no va a intervenir en las importaciones. El sector porcino ha entendido ese mensaje, más allá de su descontento son nuevas reglas de juego y los productores deben jugar en ese nuevo escenario.
Brunori asegura que “lo que el sector demanda que se corrija de manera de tener una competencia leal son los factores que hacen imposible competir con el resto del mundo como por ejemplo flete, costos y cargas laborales. A eso se le suma la concreción de intercambios comerciales con destinos como Dinamarca que tienen enfermedades que no la tenemos lo cual es riesgoso desde el punto de vista sanitario”.
Si bien más del 90% de la carne importada viene de Brasil y un 8% de Dinamarca, en ambos casos esa carne que viene congelada con más de un mes de transporte en barco en el caso de Brasil y más de 4 meses en el caso de Dinamarca, se descongela poniéndose en góndola a competir con la producción fresca nacional. “El sector está preparado para competir con las importaciones pero con reglas claras y parejas para todos”, enfatiza Brunori.
¿Más escala significa menos productores?
Según Brunori, la tendencia de atomización de la producción se da en todas las cadenas de producción y en todas partes del mundo. Con un 90% de pequeños y medianos productores el gran desafío es buscar procesos asociativos que permitan ganar eficiencia y escala. “Incluso en los últimos tiempos hubo productores que se consolidaron en regiones no tradicionales como la Patagonia, Cuyo o el norte, sin embargo se dice que esos pequeños y medianos productores que trabajan aisladamente lo hace de manera transitoria hacia nuevos modelos”.
El gran desafío que tiene la producción porcina por delante es consolidar una cadena equitativa, eficiente, apuntando a un mercado interno que todavía está lejos del techo de consumo y lograr abastecer al mercado de exportación en franco crecimiento.
En relación al futuro inmediato y con la hipótesis de que el actual gobierno sostenga niveles de inflación bajos a base de un enfriamiento del mercado interno, Brunori expresó: “Veo el 2018 con optimismo pero también con cierta preocupación de cómo le vaya a la economía del país y como ese escenario le pueda impactar al sector porcino, sobre todo en lo que respecta al consumo interno que es nuestro principal mercado”.
Fuente: Todo Cerdos