El cáncer es la segunda causa de mortalidad en el mundo, detrás de las enfermedades cardiovasculares.
El pronóstico de los pacientes oncológicos, ha mejorado en los últimos años. Gracias al trabajo de los equipos de salud que logran un diagnóstico más temprano, con mejor tecnología, como así también una actitud más consciente de la población en cuanto a los factores de riesgos, síntomas y signos de alarmas precoces.
El adecuado aporte de nutrientes también puede favorecer la buena respuesta al tratamiento y probablemente a mejorar la calidad de vida de los pacientes que se encuentran bajo tratamiento por la enfermedad.
Papel de la nutrición en la prevención del cáncer
La prevención primaria es un conjunto de acciones encaminadas a modificar hábitos pocos saludables de la población hacia otros más adecuados.
Con esto se consigue evitar que los factores de riesgo actúen en forma concreta sobre un órgano, y de esta forma causar en él alteraciones que puedan generar algún tipo de cáncer.
Para que la población pueda modificar un hábito es necesario:
- Contar con información suficiente y veraz sobre los factores de riesgo (como ser sedentarismo, obesidad, tabaquismo, alimentación deficiente nutricionalmente, etc)
- Tomar conciencia del riesgo que supone mantener dicho hábito
- Tomar la decisión de modificar o evitar el hábito
- Mantener a lo largo del tiempo el cambio de comportamiento
Plan de alimentación anti-cáncer
No existe una dieta ideal, pero está bien estudiado que los cambios dietéticos y de estilo de vida pueden contribuir a reducir el riesgo de diferentes tipos de cáncer.
Algunas de las recomendaciones generales de una dieta que tenga como objetivo la prevención primaria, serían:
- Disminuir el exceso de calorías innecesarias, reduciendo el volumen total de cada una de sus ingestas diarias.
- Aumentar en forma diaria el consumo de vegetales tales como: crucíferas (repollo, rabanito, coliflor, entre otros), ajo, pimiento, tomates, la gama de los vegetales anaranjados (calabaza, zanahoria), y vegetales de hoja verdes (espinaca, acelga, berro, achicoria) ya que estos aportan gran cantidad de sustancias preventivas.
- Consumir entre 3 a 4 frutas diarias, en lo posible con sus cáscaras, y de diferentes tipos.
- Disminuir el aporte de azúcar y todos sus derivados, como ser confituras, golosinas, helados, etc.
- Disminuir el consumo de harinas y derivados refinados. Es aconsejable optar por aquellos integrales de grano entero para aumentar el consumo de fibras.
- Reducir el consumo de grasa saturadas que se encuentran en las carnes, embutidos, mantecas, cremas y frituras, orientando el consumo a alimentos descremados y aceites de una sola semilla como ser oliva, soja, maiz.
- Suplementar la alimentación con el consumo de 1 a 2 cucharaditas de semillas (chia, sesámo, lino, amaranto, etc) por su poder de ácidos grasos y sus propiedades antioxidantes.
- Tomar 1 a 2 tazas de té verde en forma diaria, alejadas de las comidas principales, por su gran aporte de sustancias preventivas .
- Consumir de 3 a 4 veces semanales granos enteros, legumbres y principalmente sojaen todos sus derivados, ya que actúan de forma preventiva, sobre todo en mujeres en etapa de menopausia.
Para finalizar recuerde la importancia de mantener una actitud positiva para enfrentar el nuevo día por descubrir.