La historia de Natalia Morandi tiene todos los condimentos y aristas de un clásico emprendimiento familiar. Aprendió el oficio de atender una gomería de su papá, abrió su propio local, tuvo un comienzo difícil y ahora disfruta de ser exitosa en lo que hace. El punto de inflexión sucedió en 2009 cuando Morandi se dio cuenta de que si quería dejar de tener un simple local para poder tener una empresa debía profesionalizar su negocio y a sus empleados. A partir de ahí el emprendimiento escaló y se convirtió en uno de los centros de servicios más importantes de La Rioja.
“Yo me crié entre cubiertas y anhelaba que llegara el sábado para ir a trabajar al negocio”, comenta Morandi sobre la gomería que tenía su papá en San Justo, Provincia de Buenos Aires. Aunque le encantaba el local de su papá, ella se quedaba fascinada con las gomerías más grandes que veía de camino al colegio y soñaba con tener una propia. En 1999 decidió mudarse a La Rioja, donde ella ya tenía familia y amigos, por un proyecto personal que no prosperó. En ese instante se dio cuenta de que era el momento para cumplir su sueño. “Los comienzos fueron difíciles. Además, como es una sociedad muy machista, yo les recomendaba algo a los clientes y ellos me miraban como diciendo: ¿’Qué sabes vos?’”, recuerda Morandi que vendía 50 cubiertas al mes en su local en la ciudad de Aimogasta.
A medida que pasaba el tiempo y los clientes notaban que Morandi tenía oficio, las ventas comenzaron a crecer y una alianza con Bridgestone logró que las ventas escalaran aún más rápido. “En ese momento empecé a viajar e ir a convenciones, eso me ayudó a traer ideas nuevas y empezamos a hablar de profesionalizar el negocio”, explica.
Viajaba 1300 kilómetros de ida y de vuelta a Buenos Aires para hacer cursos y luego capacitaba a sus empleados a utilizar las máquinas. “He ido hasta embarazada a dar los cursos”, exclama y agrega que su hija, hoy de 17 años, también es una apasionada del negocio.
El centro de servicios de Morandi pasó de vender 50 cubiertas por mes a entregar 1000 mensuales y convertirse en uno de los principales ejes de abastecimiento de la provincia. “La mayoría en este rubro tiende a abrir el abanico cuando empiezan a crecer, nosotros no queremos abrirnos por otra rama”, explica la dueña del negocio que entre 2014 y 2015 creció un 35 por ciento y estima aumentar sus cifras un 12 por ciento este año. En noviembre de 2016, la empresa realizó una inversión de $ 4,7 millones para abrir un centro especializado para camiones y trasladarse al segmento liviano.
Aunque no lo descarta, Morandi asegura que por el momento no planea trasladarse a una capital y se enorgullece de afirmar que “hay clientes que recorren 130 kilómetros solo para abastecerse con nosotros”. La tecnología de los autos cambió considerablemente en los últimos años y haber profesionalizado a sus empleados se convirtió en una de las claves para estar lista para estos cambios. Su pasión por el negocio es indiscutible y puede palparse en cada frase que utiliza para describir a su negocio, incluso llega a reconocer que la entusiasma más comprar neumáticos que gastar plata en una cartera. “Mi sueño es, algún día, ver a mi hija al mando del negocio”, describe Morandi, quien quiere ver a su hija cumpliendo el mismo sueña que ella pudo cumplir: manejar el negocio familiar.