POR LIC. ELIANA COCETTA – NUTRICIONISTA
Llenos de dudas, pacientes acuden al consultorio y preguntan: “¿Qué puedo comer en el trabajo? ¿Qué puedo llevarme de mi casa para comer? ¿Qué opción de vianda es la ideal para pedir? Hay facturas, bizcochos galletitas todo el tiempo… No puedo controlarme”.
El sedentarismo y el estrés se encuentran presentes en nuestro entorno laboral. Las jornadas intensas, estar sentados todo el día, el no saber cocinar, llegar tarde a casa o vivir solo, hacen que comamos de forma cada vez menos equilibrada, y estemos apartados de una alimentación saludable, nutritiva. En definitiva, nos alimentos peor, y a veces estos factores desencadenan en un aumento de peso.
Una forma de contrarrestar esos kilitos de más, de sentirse cansado, sin ganas, es saber qué tipos de alimentos elegir y cuáles son los de mejor calidad para nuestro organismo. Se trata de ser más conscientes a la hora de comer, de saber que todo lo que incorporemos a nuestro organismo producirá un efecto. Por ejemplo, consumir alimentos con alto contenido en calorías, carbohidratos simples y grasas saturadas, sobre todo alimentos industrializados, snacks, facturas, bizcochos, medialunas, generan adicción, ansiedad, y dan más ganas de seguir comiendo; al tiempo que no nutren el cuerpo, por ser carentes de vitaminas minerales y antioxidantes.
El punto fundamental no pasa por no comer o comer cualquier cosa, sino por saber elegir.
Por suerte, además de los pacientes que acuden a un nutricionista por propia voluntad, en el último tiempo las empresas han tomado conciencia de la importancia de una buena alimentación, comenzando a ofrecer en los espacios de trabajo productos de alta calidad nutricional. Una vida saludable optimiza la productividad del personal, aumentando su nivel de energía, evitando el cansancio y el desgano, ganando calidad de vida.
¿Entonces por dónde comenzamos?
Los errores alimentarios ya comienzan al despertarnos por la mañana, el apuro nos lleva a comer poco en la primer parte del día, que es cuando tenemos que estar más alerta y rendir más. Desayunar mal y sustituir la comida por una colación entre horas, a veces un picoteo, hace que estemos subalimentados, es decir, engañamos a nuestro cuerpo, y eso genera más apetito para el resto del día, sobre todo por la tarde.
Lo más importante para afrontar la jornada laboral es hacer un buen desayuno, variado y colorido, debe estar compuesto por cereales/pan en lo posible integrales, frutas, quesos, leche, yogurt descremados. Para almorzar, recomiendo un plato único y completo, que debe tener fibra, hidratos de carbono de calidad y proteínas.
No comer no es una opción, dado que aumenta la ansiedad, el hambre y afecta la masa magra, que es la que debemos cuidar de no perder por el gran protagonismo que tiene en el metabolismo. Para afrontar una larga jornada de trabajo, tanto para hombres como para mujeres, lo ideal es respetar los horarios de comidas, sin saltarse ninguna, para evitar los bruscos descensos de glucosa en sangre, que son los que generan la ansiedad y los ataques de hambre el resto del día.
Lo ideal es asesorarse con una nutricionista que pueda guiarte y ayudarte a elegir las mejores opciones de alimentos cómo, dónde y a qué hora comés.
Recordá que estar bien alimentado y llevar una vida físicamente activa, te mantendrá equilibrado emocionalmente, en peso, te ayudará a dormir y descansar mejor; a disminuir la ansiedad y fortalecer tus defensas, previniéndote así de enfermedades y, por sobre todo, manteniéndote saludable.