Por Ernesto Edwards
Filósofo y periodista
Años atrás, Cristina Fernández había reconocido su predilección por la serie “Juego de Tronos” y su admiración por el personaje de la Khaleesi. Sin embargo, para los que conocemos la saga literaria, la viuda de Kirchner se parece a Cersei Lannister
Estamos transitando la segunda mitad de la séptima, breve (siete episodios) y penúltima temporada de la exitosa y multi laureada “Juego de Tronos” (“Game of Thrones”), serie televisiva de HBO que se está convirtiendo en un clásico histórico, de la que ya se sabe tendrá en 2018 la sesión final, con apenas seis capítulos, y que aún se sigue especulando si no habrá, finalmente, en plazo indefinido –y como sorpresa–, una culminación con gran cierre en formato cinematográfico, que incluiría, además, algunas precuelas. Basada en textos literarios del estadounidense George R. R. Martin (cuya colección completa, “Canción de Hielo y Fuego”, desde hace años no acaba de publicar, y que los guionistas del serial ya han superado en la trama los libros originales), escritos como género fantástico para adultos, de tinte medievalista europeo, con todos los ingredientes necesarios como para hacerlo comercialmente atrapante.
Incluyendo una numerosa galería de personajes, cada uno con minucioso desarrollo propio y en constante renovación, “Juego de Tronos” se destaca por ser una adaptación televisiva de impactante estética, impecable edición, cuidada musicalización, logradas actuaciones, con atractivas locaciones en Islandia, Marruecos, Irlanda, España, Croacia y Malta que requieren escasos efectos especiales de posproducción, con la recreación de un período histórico de imprecisa temporalidad que da marco a inesperados giros, y una magia omnipresente que no siempre es explícita. Y conspiraciones, traiciones, asesinatos, mucho sexo y desnudeces, y enorme suspenso.
La trama se organiza en función de la aspiración al “Trono de Hierro” por parte de algunas familias que a lo largo del Poniente (territorio fantástico que aloja a todos) consideran como legítimas sus pretensiones de ser monarca de los Siete Reinos. La narración se inicia con Ned Stark, jefe de la familia del mismo nombre, acudiendo a Desembarco del Rey, atendiendo al pedido de ayuda de su amigo el rey de los siete tronos Robert Baratheon, quien morirá accidentalmente, siendo sucedido por Joffrey, su primogénito adolescente, que en realidad es hijo incestuoso (algo que al inicio no todos saben) de su esposa Cersei con su cuñado Jamie Lannister, a su vez principal guardia real y afamado espadachín culpable de un regicidio anterior, de ahí que se lo conozca como el “Matarreyes”. Luego, Jamie crecerá cada vez más en la línea argumental. La familia se completa con Tyrion, el retorcido e intelectualmente brillante hermano enano, y Tywin, el implacable padre de los tres, que fuese un veterano, millonario y exitoso militar sobre el que giraron, en las primeras temporadas, las principales conspiraciones e intrigas palaciegas, e intensas inquinas familiares. Al punto de ganarse el odio de su propio hijo menor, ya que Tywin será asesinado de un ballestazo por Tyrion mientras aquél estaba ocupado en el retrete.
Los sucesivos crímenes de todos contra todos, con fondos épicos de batallas que se harán legendarias, o de memorables crímenes familiares masivos (como “La Boda Roja”) son el marco de los dos principales protagonistas de “Juego de Tronos”: el poder y la venganza. Con el Muro de Hielo custodiado por la Guardia de la Noche para contener el acecho de míticas criaturas y la rebelión de los postergados. Con Daenerys Targaryen, la carismática Khaleesi que irá empoderándose mientras se hace madre de tres dragones que sostendrán su búsqueda de ser reina. Con el ahora finado Stannis Baratheon aproximándose al trono a partir de los conjuros de su amante bruja Melissandre. Con Jon Snow, el hijo bastardo de Ned Stark concebido de madre desconocida (aunque sobre el epílogo de GoT se irá sabiendo que en realidad sus padres podrían ser otros y estar muy próximamente ligado, a nivel de parentesco, con Daenerys). Con Sansa y Arya Stark, las hermanas-niñas devenidas en mujeres con historias propias. Con Bran Stark, el más chico de la familia, paralizado tras un atentado de Jamie Lannister al ser descubierto teniendo sexo con su melliza Cersei, quien irá consiguiendo que sus dos hijos varones (y adolescentes) hereden fugazmente el trono. Bran luego será clave para conocer el pasado, al punto que devendrá en el Cuervo de Tres Ojos, que todo lo ve, presente y ayer. Y con Theon Greyjoy buscando reconocimiento en medio de sus adversidades y de una familia perversa, antes de ser cruelmente mutilado en su virilidad, el complejo entramado de “Juego de Tronos” tuvo siempre asegurado un despliegue argumental fluido, interesante y sugestivo, fundamentalmente porque cada uno irá aproximándose de modo inexorable, sin importar los medios, cada vez más al trono, y al poder, tan deseados.
Hasta aquí, la trama general. Pero a los fines de esta reflexión, importan sólo dos personajes: Daenerys Targaryen y Cersei Lannister. La primera, la bella y platinada reina dothraki, la madre de los dragones, interpretada por Emilia Clarke, representa y encarna reconocibles valores (aunque todo no sea así). Hija mujer única del rey Aerys II, fruto de su amor incestuoso con su hermana Rhaella, tras la muerte de su padre y de su hermano mayor, y también huérfana de madre, su hermano Viserys será el heredero Targaryen para el codiciado Trono de Hierro. Su personaje será el que tenga la mayor transformación interior de la saga, ya que de adolescente y joven tímida e insegura, sometida por su hermano a casarse con el brutal Khal Drogo, devendrá en una mujer decidida, ambiciosa y audaz. Y también en el borde del mesianismo. Aunque temporada tras temporada se fue erigiendo casi como un ícono del feminismo, más allá de que esté dispuesta a hacer un desastre con tal de conseguirse el trono para ella sola.
Por su parte, Cersei Lannister, la innegable antagonista de la historia, dedicó años de su vida a ser la monarca consorte del Trono de los Siete Reinos, casada como estaba con Robert Baratheon, a la sazón el gran engañado por la escandalosa infidelidad de Cersei con su hermano gemelo Jamie. Cersei es patológicamente narcisista, paranoica, inmoral, intrigante, insaciable, insensible e implacable. Y hará hasta lo inimaginable en pos de llegar a ser ella misma la reina de todos. Aunque no le corresponda por donde se la mire. Convencida de que el amor debilita, sólo se permitirá esta debilidad nada más que por su hermano. Hasta sus hijos serán un escalón más de sus ya explícitas ambiciones. Una vez a la cabeza de Poniente, demostrará que en el fondo es una gran incapaz para gobernar, aunque por momentos tenga sorprendentes momentos de suerte. Imprudente como ella sola, sin embargo decide rodearse de aquellos que no dudan en adularla y elogiarla hasta lo absurdo. Intolerante frente al debate y el desacuerdo, calificará de traidores a todo allegado que tenga un enfoque diferente. Tampoco dudará en manipular con el uso de un burdo estilo de seducción. Algunos dirían que los atributos visibles de su personalidad y estilo se aproximan peligrosamente a lo que conocimos, desde la Historia, de Lucrezia Borgia, nada menos. Sí, Cersei es absolutamente despreciable.
Admirar, se sabe, implica querer ser como el objeto de admiración, con el que se identifica y se siente representado. La viuda de Kirchner decía identificarse con la Khaleesi. O eso pretendía. Pero sería otra más de sus equivocaciones. Y aunque lo planteo como discutible, al final no parece descabellado pensar que, en realidad, Cristina Fernández se aproxima bastante al personaje de Cersei Lannister. Es más: algunos se preguntan, como reza el gran lema de la serie, si para Cristina, si miramos su decadente panorama político, también el invierno ya llegó.
Ficha técnica
JUEGO DE TRONOS (EE. UU., HBO, 2011 – 2017)
Libro original: George R. R. Martin – 7 temporadas – 67 capítulos de 55’ aprox.
Con: Peter Dinklage, Emilia Clarke, Kit Harington, Lena Headey, Maisie Williams y Jack Gleeson – Calificación: Excelente