Esta semana, el Frente Progresista, con el gobernador Miguel Lifschitz a la cabeza, cerró filas en el reclamo que la provincia mantiene con la Nación por los fondos adeudados.
Si bien la negociación con el gobierno de Mauricio Macri viene desde hace tiempo, el clima electoral le imprimió su lógica vertiginosa, y una épica discursiva que contrasta fuertemente con el silencio sobre la cuestión en años pasados.
La deuda tiene origen en el año 1992, cuando el Estado nacional y los gobiernos provinciales celebraron un acuerdo para que una parte de la coparticipación sea retenida para financiar la Anses. Este acuerdo fue renovado sucesivamente hasta 2006, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner decidió continuarlo de forma inconsulta y unilateral; lo cual, motivo que el gobernador de Santa Fe de ese momento, Hermes Binner (otras provincias también lo hicieron) iniciara un juicio por considerarlo inconstitucional. Postura que la Corte Suprema avaló a fines de 2015 y a días del cambio de gobierno.
Lo curioso es que ni un ápice de la vehemencia con la que el oficialismo reclama hoy la devolución de esos fondos – con razón- se vió en los años del kirchnerismo, siendo que fue el artífice de la retención ilegal que perjudicó a Santa Fe. Postura que hace recordar las simpáticas palabras de Antonio Bonfatti previas al ballotage de 2015: “Si llegado el momento tengo que optar entre un representante de la derecha y alguien del oficialismo, no tengo la menor duda que a la derecha no la voto”. Paradojas del tiempo…