La Cámara de Industriales Arroceros Argentina salió a expresar su preocupación por la cruda realidad que está viviendo desde el sector arrocero ante la pérdida de rentabilidad en la producción de arroz y la falta de políticas económicas.
La industria atraviese esta difícil coyuntura mientras espera un shock de competitividad. Para devolver la competitividad al sector de manera inmediata es imperativo trabajar en conjunto con el gobierno en la reducción de costos que impactan en la cadena, sobre todos los relacionados con la distribución, el transporte y la logística, bajar la carga tributaria que lo agobia y facilitar el reintegro de impuestos en las exportaciones.
El punto es amortizar la expansión de inversión que viene realizando la industria y aumentar la producción primaria (dadas las proyecciones de crecimiento del “Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial – PEA 2020”).
En el año 2008 el 70% de la cosecha era producida por pequeños y medianos productores y el 30% era originado por empresas Agroindustriales. Esta pirámide se ha ido invirtiendo a lo largo de estos años debido a la falta de rentabilidad de los pequeños productores. La industria incrementó su originación para poder abastecer sus molinos, y en la actualidad se puede estimar que el 70 % de la cosecha está en manos de la industria y el 30% en manos de productores pequeños y medianos.
La pérdida de rentabilidad en la producción de arroz obedece tanto a las malas políticas económicas implementadas por el gobierno anterior (de las cuales el cepo cambiario y las trabas al comercio exterior fueron su principal expresión) como a la baja progresiva de los precios internacionales.
El sector sostiene que el dólar vuelve a estar retrasado. El fuerte incremento de los costos en dólares, que se verificó entre 2011 y 2015 no logró ser revertido con la salida del cepo cambiario del año pasado; y desde entonces, la inflación superó a la apreciación del dólar, deteriorando nuevamente la ecuación de rentabilidad, con fuerte impacto negativo en la competitividad del sector.
La industria deberá adecuarse indefectiblemente a la dura realidad: elevada capacidad ociosa; sueldos en dólares altos (y crecientes por paritarias del orden del 25%); costo laboral no salarial excesivo; costos energéticos más elevados; precios internacionales estables o tendientes a la baja; y dólar “cepado” por altas tasas de interés, lo que eleva, a su vez, el costo de financiamiento.
El gobierno de Mauricio Macri intenta estabilizar la macroeconomía gradualmente. Los desequilibrios macroeconómicos se van resolviendo lentamente y los resultados favorables en materia de consumo masivo y rentabilidad aparecen más lentamente de lo previsto tanto para el sector como para la economía en su conjunto.
La industria del arroz necesita de un shock de competitividad. Sólo así podrá subsistir, dado que está trabajando a pérdida de agregado de valor en lugar de generar valor agregado al arroz. Para crecer y continuar con las inversiones necesarias para afianzar su presencia global con los mejores estándares de calidad. La competitividad tiene una dimensión cambiaria pero no es la única ni la más importante.