El análisis político de Darío H. Schueri desde Santa Fe Capital
Par esta época del año es habitual que los pibes de la secundaría estén sobre excitados por las últimas notas que le darán el pasaporte sin sobresaltos a un nuevo año; o tener que afrontar las misericordiosas clases de recuperación. Y en el extremo, ir a exámenes en marzo.
El Gobernador Lifschitz, por decisiones propias o motivos ajenos a su buena voluntad, tiene aprobado con sobresaliente en materia de gestión; a tal punto que lo lleva a superar en Departamentos del Sur provincial por más de una decena de puntos al Presidente Mauricio Macri, que no pasa los 36 puntos en pueblos donde hace un año ganó por el 70 %. Antonio Bonfatti excede el 50 % de imagen positiva. Del Sel mide lo mismo que Macri, y los senadores – en general- superan el 70 %.
Lifschitz tendrá oportunidad de recuperar en enero la materia política cuando anuncie el calendario electoral.
Quizás la performance administrativa lo absorbe de tal manera que distrae la hechura final de sus intrínsecas estrategias políticas.
El Gobernador santafesino suele ser hermético e impredecible – hasta para con sus íntimos – a la hora de delinear sus tácticas. Sucedió hace unas semanas cuando se reunió con el Presidente Mauricio Macri; ni sus funcionarios más cercanos sabían. Se enteraron por la agencia nacional de noticias Télam del misterioso cónclave. Todavía hoy muchos escudriñan qué pactaron “a solas y sin intermediarios” ambos líderes. Lo cierto es que la relación entre Macri y Lifschitz después de aquel misterioso encuentro resultó menos tirante; al decir del léxico juvenil, ambos “bajaron un cambio”. No pocos sospechan que, acuciados uno por la economía y el otro por la inseguridad, pactaron gobernabilidad; ¿sin concesiones?.
La Ministra de Seguridad Patricia Bullrich ya no arremete con fiereza contra la policía santafesina, y el Gobernador es un poco más tolerante con la economía. Tampoco puede ignorar la realidad; y para describirla está su realista Ministro de la Producción Luis Contigiani, que se encarga de poner las cosas en su lugar.
Javier Martín, titular de la UISF acaba de señalar que hay un mercado interno “deprimido, con presión impositiva muy alta, rentabilidad muy caída, tasas de interés muy altas con escaso financiamiento bancario e incertidumbre por la evolución de las importaciones”.
En línea con los postulados de Contigiani, Martín añadió que “en ese contexto la única reversión posible es por un estimulo al mercado interno y promoción de exportaciones; pero para ello hay que trabajar mucho en el gran tema de la competitividad que involucra no solo los costos y productividad de las empresas sino también a nivel país la infraestructura, logística, presión impositiva, financiamiento y tipo de cambio”.