El sorpresivo triunfo de Trump en las elecciones del martes actuó como el primer elemento de presión para la oleaginosa. Hay varios factores al respecto que hacen temer por el futuro de los commodities en general, y de la soja en particular. El boom al gasto público, especialmente destinado a infraestructura, incluso a costa de descuidar el incremento de la deuda pública que tanto solía defender el ala Republicana, la simplificación del sistema impositivo americano y el recorte de alícuotas, el proteccionismo económico son todas políticas que, de llevarse realmente a la práctica, podrían tener el efecto de revalorizar el dólar en el mundo, incrementar las tasas de interés, y, con ello, aumentar el atractivo de las colocaciones financieras más tradicionales de EEUU como ser bonos del Tesoro. Ninguna de éstas sería una buena noticia para el precio de los commodities agrícolas.
Una nota aparte merece el estandarte de limitar las importaciones estadounidenses, privilegiando el mercado interno. Siendo Estados Unidos el principal importador del mundo (en el 2015 ha adquirido bienes y servicios en el exterior por 2,76 billones de dólares, resultando en un déficit comercial de u$s 500.360 millones) y China el principal origen (para el mismo año, el valor de los envíos desde el gigante asiático representó más del 20% del total). Por un lado, si Estados Unidos efectivamente recorta sus compras a China los efectos sobre el crecimiento a largo plazo del principal comprador mundial de soja se harán sentir aunque, por el otro, dado el enorme stock de títulos de deuda americana que posee el país asiático el intercambio económico entre ambos muestra un tenso equilibrio, y habrá que seguir atentamente cómo evoluciona.
En los potenciales efectos de la política económica del gobierno de Trump lo único que es seguro es que habrá mucha tela para cortar. Norteamérica, que siempre se esgrimió abanderada del libre comercio y los acuerdos bilaterales, insinúa que se volverá hacia adentro, virando al proteccionismo. Habrá que ver hasta qué punto esto se traduce en verdaderos volantazos de política económica porque es sabido: cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría. ¿O no?
El USDA sumó potencia al martillazo
El día miércoles, mientras el mundo digería la noticia de las elecciones norteamericanas, su Departamento de Agricultura publicó el informe mensual de estimaciones de noviembre donde nuevamente se revisaron al alza las proyecciones de rindes para el maíz y la soja en Estados Unidos.
Para el caso de la oleaginosa, con un promedio nacional de casi 35 qq/ha se daría lugar a una cosecha récord de 118,7 millones de toneladas para la campaña 2016/17; 2,5 millones más de lo que preveía el mes anterior. Pese a un ligero retoque del lado de la demanda, los stocks finales han debido ser a la fuerza elevados en 2,3 millones de toneladas hasta 13,1 millones de toneladas, con lo que la relación stock/consumo pasaría del 5% de la campaña 2015/16 a un 11,7% en la 2016/17, señalando la relativa holgura de la oferta en EE.UU.
A nivel global, en tanto, el organismo dejó prácticamente invariable la demanda de poroto al tiempo que incrementó en 3 millones de toneladas la estimación de producción, hasta 336 millones. Con ello, la previsión de stocks finales creció a 81,5 millones de toneladas y su cociente en relación al consumo a un 24,8%. En este caso, en tanto, la tasa de crecimiento de la oferta no supera tan notablemente a la de la demanda, que pareciera interesada en absorber la mayor producción. El ciclo anterior, la relación stock/consumo fue del 24,4%.
Respecto a las previsiones para Argentina en particular, el USDA dejó sin cambios la estimación de producción en 57 millones de toneladas, muy por encima de las cifras que proyectan las fuentes locales. Según nuestras estimaciones de GEA, la cosecha del presente ciclo rondaría los 52,5 millones de toneladas. Llama la atención, sin embargo, que el Departamento de Agricultura estadounidense recortó la estimación de exportaciones de poroto argentino a 9,25 millones de toneladas en la nueva campaña, por debajo tanto de los 9,7 millones que preveía en octubre como de los 9,92 millones que estima para el ciclo 2015/16, sin retocar los números de despachos de harina y aceite. Así las cosas, la participación argentina en el comercio mundial caería un punto porcentual en despachos de poroto, se mantendría estable en aceites y aumentaría en harina de soja.
Las siembras sudamericanas al rescate
Las copiosas lluvias que recibió la zona productora Argentina en las últimas semanas han retrasado las labores de implantación de la campaña nueva. Si bien la zona núcleo se trató de avanzar rápidamente con la siembra en tanto las condiciones lo permitían, a nivel nacional el retraso ya alcanza los 10 puntos porcentuales en relación al promedio de las últimas cinco campañas, cubriendo apenas el 15% de las 19,6 millones de hectáreas proyectadas.
En la zona núcleo particularmente, se ha cubierto casi la mitad del área de intención. El temor, sin embargo, es que con pronósticos que apuntan a nuevas precipitaciones para el suroeste en la semana próxima, no pueda completarse la totalidad del área de intensión. Los principales estimadores del país han comenzado a ajustar en baja sus previsiones de oferta para la nueva campaña, y ello ha sido el principal elemento de sostén para los precios durante la semana que termina.
Los precios en la plaza local han estado atados al vaivén externo, tocando un máximo de $ 4.050/ton antes de conocerse el reporte del USDA. A esos valores los volúmenes operados se dispararon, pero desde entonces las ofertas de compra mostraron una trayectoria descendente que ha desvanecido la posibilidad de concretar negocios al alejar las pretensiones de puntas compradoras y vendedoras.
Hoy, vemos con preocupación los nuevos bríos que está tomando el valor del dólar en el mundo. El índice que elabora Reuters en relación a una canasta de monedas ya lo ubica en los valores más altos alcanzados desde enero, y de continuar esta tendencia podría quebrar los 100,33 alcanzados en marzo del año pasado, nivel que no superaba desde el año 2003.
Esta suba de la moneda estadounidense, en la que se valúan los commodities agrícolas, se traducen en un encarecimiento de los mismos para el resto de los países que debe adquirirlos y erosiona con ello su demanda potencial. Tal como muestra el último gráfico, ambas series tienden a moverse en direcciones opuestas.
Cuando el mundo se ha puesto en gran medida impredecible, con el voto a favor del Brexithace escasos meses y la victoria de Donald Trump después, el fly to quality o “vuelo a la calidad” que redirige las colocaciones desde los activos más riesgosos a los considerados más seguros estará a la orden del día. Una cosa está clara: se vienen tiempos interesantes para los mercados de commodities.
Autoras: Sofia Corina – Emilce Terré (BCR)
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