Los límites al crecimiento

Desde esta parte de la producción ya encontramos dos limitantes al crecimiento en forma sostenible, en primer lugar la necesidad de contar estratégicamente con capitales dispuestos a participar en la reconstrucción industrial del sector, y en segundo lugar la limitación principal para que lo anterior ocurra que es resolver definitivamente en un proceso de mediano plazo el doble estándar impositivo y sanitario, la primera limitante es una condición necesaria pero sin la segunda no es suficiente, allí está la madre de todas las batallas: decidirse a ser una cadena seria y responsable.

La tercera limitante a nuestro crecimiento sostenido es la aplicación universal de las mejores prácticas en toda la cadena ganadera transmitiendo en forma generalizada los conocimientos en cría, reproducción, destetes, pasturas y engorde. Definitivamente debe ser una política de Estado las acciones sobre el stock ganadero unificando acciones sanitarias y productivas, utilizando todo el servicio de los organismos autárquicos del Estado como el INTA y SENASA en una acción coordinada y por objetivos de cumplimientos no solo cuantitativos sino preferencialmente cualitativos. Tener los mismos indicadores de preñez de hace más de medio siglo es una vergüenza, como contrasentido tenemos la ventaja de tener el rodeo británico más grande del mundo con una genética excepcional que nos posiciona como el proveedor de calidad mundial por excelencia.

La cuarta limitante que constituye la razón de ser de todo proceso productivo está asentada en la apropiación de la renta en toda la cadena, haberla dejado para el final no es una capite diminutio sino la posibilidad de poder poner blanco sobre negro en gran parte de nuestras inconsistencias. Nuestro país no puede convivir con la suma de los reclamos pero nunca se sabe quién se queda con la diferencia, no hay sector productivo de bienes agropecuarios y especialmente los regionales que no esté cruzado por esta dicotomía: leche, peras, manzanas, aceitunas, algodón, carne, etc. Todos ellos parecieran convivir con la maldición de que quien los produce es el que menos gana a punto tal que en muchos casos trabaja a pérdida comiéndose el capital. Si en la era de la información y el conocimiento no somos capaces de poder desagregar cada eslabón y ver quienes maximizan su utilidad a costa de otros no tendremos futuro, un país con grandes altibajos y crisis sucesivas genera actitudes de falsa protección siempre de la mano de los sectores dominantes en la cadena que obtienen grandes rentas coyunturales que seguramente no son sostenibles en el tiempo. La distribución en sus distintos formatos ha sido la gran beneficiada de este proceso de desestructuración productiva del país, quienes estamos en la cadena de la carne lo sabemos con creces, ya que tuvimos grandes perdedores y pocos ganadores.

En los momentos en los que todo parece fluir beneficiosamente es cuando más debemos preguntarnos por las cosas que debemos corregir, nunca es bueno esconder las ineficiencias y la falta de competitividad, debemos ser responsables de aprender de esta crisis que se llevó gran parte de sus actores para no repetir los mismos errores de los últimos 60 años. Si perder 120 frigoríficos, más de 15.000 empleos y 10 millones de cabezas no nos hace reflexionar que algo debemos cambiar no habremos aprendido nada, haciendo lo mismo seguiremos siendo un país de grandes individualidades pero de tremendos fracasos colectivos.

Autor: Raúl Milano – RosGan.

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