Una vez más, la provincia de Buenos Aires es escenario de la ejecución de ciudadanos a manos de delincuentes. Cada tanto, aparece el horror, que a los pocos días es olvidado por la concreción de nuevos crímenes. Al asesinato de la niña Kim Gómez le siguieron, horas después, las muertes violentas de Silvia Lepez en Vicente López y de Lucas Díaz en Tortuguitas, quien fue ejecutado frente a su esposa y su bebé.
El presidente Javier Milei pidió la renuncia de Kicillof y habló de la intervención de la provincia. Aunque algunos periodistas aseguran que Milei sacó ese tema para “tapar” en la opinión pública el lapidario artículo del New York Times, en el que se afirma, según empresarios, que se pedían coimas para ver a Milei. Es una práctica usual en la política meter un tema para desviar la atención de los efectos inconvenientes de una noticia. Todo lo relacionado con la estafa Cripto sigue manteniendo al gobierno en vilo.
Sea cual fuere el motivo, es positivo que se instale la responsabilidad de Kicillof en el hecho de que una parte enorme de la provincia esté en manos de delincuentes que no tienen miedo. El miedo es patrimonio de los ciudadanos. Kicillof está blindado en muchos medios. La pauta publicitaria de la provincia y la del Banco Provincia logran que el desastre de su gestión no se mencione en gran parte de los medios.
Más allá de la indigencia intelectual de Kicillof (un inepto que le ha hecho perder al país cerca de 35.000 millones de dólares por sus ruinosas decisiones), la provincia de Buenos Aires es el resultado de años de peronismo en el gobierno de la provincia y en muchas de las intendencias más decadentes del conurbano. Todo es corrupto en la provincia: los políticos peronistas, muchos de los intendentes, gran parte de los jueces, una gran parte de la policía y la legislatura (el lugar de personas como Chocolate Rigau). Años de peronismo dejaron a la provincia como un lugar alejado del progreso, donde la vida no vale nada.
Tan patético es todo que uno de los asesinos de Kim fue entregado por su propio padre; no lo encontró la policía. De hecho, uno de los asesinos había sido liberado por la fiscal Sabrina Caldera, después de haber robado un coche en circunstancias similares al crimen de Kim. Esta fiscal había sido propuesta por Kicillof para un ascenso a la Cámara de Apelaciones. El nivel de perversión de la política impuesta por el peronismo no tiene arreglo por las buenas. Solo le va bien en la provincia a delincuentes como Insaurralde, que gozan de impunidad judicial y política.
Muchísima gente de la justicia bonaerense, además de ser corrupta, está influenciada por las teorías garantistas del ex poseedor de prostíbulos y ex juez de la Corte kirchnerista, Eugenio Zaffaroni. Esa ideología, que idealiza al criminal y lo considera víctima social, impregnó a buena parte de la justicia y de la política. Son degenerados jurídicos que no se conmueven por impartir justicia en un territorio donde se ejecutan niños. El problema es la corrupción y la ideología nefasta, que son las dos marcas registradas del peronismo.
Esperemos que la declaración de Milei sobre Kicillof no quede en los tweets. Si quiere un cuadro de situación sobre la provincia, puede hablar con Daniel Scioli, que lo tiene en su gabinete. Scioli es un protagonista excluyente de la decadencia de la provincia. Los ocho años de Scioli como gobernador fueron la consolidación definitiva de la corrupción y la decadencia en la provincia.
Es necesario que Argentina salga de este horror de pobreza y muerte. Con gente como Lijo en la Corte y Scioli en el gobierno, cuesta creer. Son grandes protagonistas de la decadencia que, en lugar de estar defenestrados, están siendo promovidos. Por ahí no pasa la motosierra.