El asesor económico de la asociación de la cadena del girasol, Jorge Ingaramo, afirmó que el futuro es optimista y aclaró que el 83% del valor de una tonelada exportada es aceite, y de eso depende la rentabilidad del cultivo en la Argentina.
Ingaramo trazó el siguiente panorama: en los ’90, la Argentina estaba primera, con más del 50% de la exportación mundial de aceite de girasol. Hoy representamos el 7% y Ucrania el 57%. Perdimos 6 mil millones de dólares de exportaciones por 13 años de retenciones.
El economista recordó que se acaba de terminar una campaña con fuerte digestión de stocks. El consumo sigue creciendo. El aceite de girasol es uno de los pocos que se ha mantenido en niveles de 800 dólares la tonelada en Rotterdam. Y el único que entra en contraestación es la Argentina. Ahora el mercado espera un cosechón de Ucrania y eso es lo que reflejan los precios.
“Los productores argentinos tienen 650 mil toneladas sin vender de las 2,5 millones de toneladas cosechadas. Después de la quita de las retenciones, por falta de mercadería, el precio del girasol subió un 47% por encima de lo que valía antes de la eliminación de las retenciones. Hoy el precio es mucho más alto del que surge de la quita de las retenciones. La industria está pagando 330 dólares la tonelada para el Norte y 325 en el Sur, y a marzo del año que viene ofrecen 270 dólares”, relató Ingaramo.
En el plano internacional, Ucrania está en su techo productivo. “Ya no tienen a quién quitarle área. En los próximos 5 años va a hacer falta un 50% de incremento del volumen de mercado, unas 4,4 millones de hectáreas más de girasol. De esa cifra, un tercio puede salir de la Argentina”, opinó el economista.
“La Argentina está en condiciones de producir 3,2 millones de toneladas de girasol. Con esa cifra estamos llevando el negocio girasol a 1500 millones de dólares. Es posible pensar en 1,4 millones de toneladas más”, concluyó Ingaramo.