“Si no se hace algo pronto, en dos o tres años puede desaparece la tecnología Bt en Brasil”, aseguró categórico el Dr. Celso Omoto en el 12 Encuentro Nacional de Monitoreo y Manejo de Plagas, Malezas y Enfermedades que se desarrolla en el Centro de convenciones del Hotel Quórum, en la ciudad de Córdoba. “Infelizmente algunas tecnologías como Hérculex, Maizgard y ahora las tecnologías con más de una proteína que llamamos eventos piramidales que están perdiendo la efectividad del 100 por ciento por los problemas de resistencia. Si no hacemos algo tenemos grandes chances de perder la tecnología en 2 años”, alertó.
Consultado acerca de cuáles serían los posibles pasos a seguir para evitar esta salida drástica, Omoto destacó los esfuerzos que están haciendo en Brasil. “Estamos trabajando mucho con un proyecto educacional para el entrenamiento de productores y consultores sobre la importancia del manejo de refugios y manejo de insecticidas, dentro del contexto de un Manejo a Integrado de Plagas (MIP). Nuestro camino en lo educacional es tratar a la tecnología Bt como una herramienta más dentro de un programa de MIP”.
En consideración de Omoto que analiza a fondo la problemática de resistencia “Los productores deben estar atentos a realizar un monitoreo de plagas, a aplicar insecticidas, maximizar los agentes de control biológico y no considerar a los transgénicos como LA solución al problema de plagas. La aparición de las nuevas tecnologías de BT, en algodón, maíz y soja con más de una proteína nos deja ver que hay luz en el fondo del túnel. Para eso se necesita del entrenamiento de productores y asesores, y preferentemente que hubiera una reglamentación para preservar esa importante herramienta en los programas de MIP.
Respecto del tema de la resistencia en sí mismo, para Omoto si bien es un problema global, se ha profundizado más en Sudamérica por las condiciones climáticas y por los tipos de cultivos. “Con las condiciones tropicales que tiene la producción de Brasil la presión de selección de individuos resistentes es mucho mayor si se compara con EEUU, Australia e incluso Argentina. En climas templados, los cultivos permanecen 6 meses hasta cosecha, lo que posibilita cuidar mucho mejor el manejo de la resistencia. En cambio en Brasil, plantamos todo el año. Se hacen 3 cultivos en 12 meses entonces estamos perdiendo tecnologías en dos o tres años, mucho más rápido que los insecticidas que los perdemos en 6 o 7 años”, indicó.
Para Omoto gran parte del problema de la resistencia recae en la inacción de los productores. “Los agricultores no quieren hacer nada. Quieren tecnologías nuevas todos los años y no consideran que deban desarrollar una estrategia de manejo. Para ellos la resistencia es un problema de las empresas que deben sacar tecnología nueva todo el tiempo”, argumentó. “Pero deben entender que se agotaron las moléculas nuevas, las proteínas nuevas y si no nos ocupamos en trabajar con lo que tenemos por el momento, casi todo será un retroceso en término de manejo de plagas”, indicó.
Las empresas, para el especialista de la Universidad de San Pablo, “están muy preocupados porque son los más perjudicados. El año pasado tuvimos una reunión global con directores internacionales en Brasil con el objetivo de establecer una estrategia para América del Sur, porque si no hacemos nada vamos a perder todo y definitivamente eso será pérdida para todo el sistema agrícola”, agregó sumamente preocupado.
Omoto reconoció que la presión de selección fue fuerte en Brasil y eso impulsó la resistencia, sin embargo cuestionó que los refugios no se cumplieron como era debido. “Lamentablemente él área de refugio es básico en el manejo de resistencia. Pero en Brasil y otros países de Sudamérica no hay una reglamentación que lo contemple. Si tuviéramos una orientación mediante la ley, las empresas serían las primeras en seguir puntillosamente la legislación. Cada uno hace lo que quiere, incluso no hay semilleros que provean variedades específicas para las áreas de refugio. Es difícil hallar un culpable. Culpable somos todos. En Argentina se conformó un comité de acción de resistencia (IRAC), y espero a través de ese comité se pueda aspirar a contar con una implementación del manejo de resistencias sean más efectivas”.
“La solución finalmente es la integración de las tácticas de control”, resumió esperanzado el profesor Celso Omoto, que llegó desde San Pablo con información actualizada sobre la resistencia de plagas a insecticidas y cultivos OGM. Sin una receta única pero con una mirada integral y abarcativa.