Que una aplicación se realice de manera eficiente es responsabilidad tanto de productores como de técnicos del sector y aplicadores. El principal objetivo al momento de pulverizar es que el producto llegue al blanco, sin afectar a la sociedad ni al ambiente.
El primer paso para un control eficiente es conocer la plaga a la cual nos enfrentamos y, con la ayuda del asesor técnico, elegir el producto correcto a utilizar. Existen diferencias que se deberán tener en cuanto al momento de aplicar los productos dependiendo de su aptitud (insecticida, fungicida, herbicida) como también de su forma de acción (contacto o sistémico).
El tamaño de gotas y la cobertura de las mismas (número de gotas por centímetro cuadrado), son dos de los principales parámetros que se deberán verificar al momento de realizar una aplicación con productos fitosanitarios, y son los que nos dan la pauta de que la aplicación que hemos realizado resultó eficaz, sin generar inconvenientes por deriva.
El color de la clasificación está relacionada con su riesgo de exoderiva (la cual es ocasionada por el traslado de las gotas por el viento fuera del lote). Gotas menores a 150 micrones son tendientes tanto a evaporarse como a ser trasladadas más fácilmente por el viento, que gotas más grandes. Sin embargo, si bien las gotas grandes generalmente no producen exoderiva, gotas extremadamente grandes presentan un comportamiento inadecuado ya que pueden rebotar y no ser absorbidas por las plantas, cayendo al suelo; lo que se conoce como “endoderiva”. Por lo cual, los tamaños útiles para aplicaciones agrícolas se encuentran entre 150 y 400 micrones.
Para el caso de insecticidas y fungicidas, donde se requiere una buena cobertura, en general se utilizan gotas de fina a mediana. Esto se debe a que por ejemplo muchos insectos o enfermedades se encuentran localizados en sectores difíciles de alcanzar cuando el cultivo ya ha cerrado el surco. Este tamaño de gotas permite que las mismas puedan ingresar al cultivo y generar un correcto mojado del mismo, alcanzando todas esas partes a las cuales una gota de mayor tamaño no llegaría. Sumado a esto, hay que tener presente las condiciones ambientales, sobre todo en este tamaño de gotas, ya que son más fácil de ser transportadas por el viento que gotas más grandes.
En el caso de la utilización de herbicidas, en general el control de malezas se realiza en períodos de barbecho, cuando el cultivo aún no está implantado. Cuando el cultivo ya ha cerrado el surco la propia competencia que ejerce el cultivo hace innecesario el control de malezas. En este sentido, diversos estudios demuestran que gotas grandes generan el mismo control de las malezas que gotas medianas a finas (Massaro, 2014). Por lo cual, en estos casos, se recomienda utilizar gotas grandes que generarán un adecuado control, disminuyendo los riesgos de exoderiva.
El tamaño de las gotas puede modificarse a través de la variación de presión o mediante la utilización de diversas boquillas especialmente diseñadas para generar gotas de tamaños específicos.
En el mercado también existen boquillas antideriva que se basan en diferentes métodos para obtener gotas más grandes pero uniformes o con mejor posibilidad de adherencia al vegetal. También se encuentran boquillas de aire inducido, las cuales incorporan el aire para la partición de la gota al momento del impacto. Conocer estas tecnologías y su correcta forma de uso permitirá ir perfeccionando la técnica de aplicación.
Sin embargo es importante remarcar que el tamaño ideal de la gota también estará relacionado a las condiciones ambientales que nos encontremos al momento de realizar la aplicación. Por ejemplo, con temperaturas altas lo mejor es utilizar gotas más grandes, las cuales son menos tendientes a evaporarse.
Asimismo para estos casos existen infinidad de productos que pueden utilizarse para disminuir tanto la evaporación como la deriva. Entre ellos aceites, tensioactivos, antievaporantes, etc.
En cuanto a la cobertura deseada, la FAO ha determinado cierto rango de gotas adecuados para cada tipo de producto:
Como se mencionó anteriormente, insecticidas y fungicidas requieren de una mayor cobertura que los herbicidas. Asimismo, productos que su forma de acción es a través del contacto con el blanco, requerirán mayores coberturas que productos sistémicos.
Conocer el blanco que queremos controlar y la forma de uso correcto del producto elegido, de acuerdo a lo que indica su etiqueta, nos permitirá tener las herramientas necesarias para tomar decisiones correctas. No existen aplicaciones iguales por lo cual es importante que la misma sea realizada por personal capacitado que conozca el producto que está manipulando y conozca los riesgos que corre al hacerlo, utilizando su Equipo de Protección Personal y tomando los recaudos necesarios para lograr un correcto control sin deriva. Protegiéndose a sí mismo y a su cultivo, pero también a la sociedad y al ambiente. (Fuente: Casafe)