En las últimas semanas se volvió a poner en el foco los volúmenes de agua del río Paraná. Los niveles de caudal del río se hacen esenciales para la hidrovía y su logística, eminentemente agroindustrial. En este sentido, un menguante caudal de agua redunda en mayores costos especialmente para quienes lleven adelante actividades de exportación en la región del Up River, responsable del 76% de las cargas de granos, harinas y aceites de la Argentina en 2023.
Los costos por un menor nivel de agua en el Paraná pueden incluir la necesidad de ajustar el volumen de carga en determinados tipos de buques en el Gran Rosario tanto para el ingreso como para el egreso de mercadería; costos superiores frente la necesidad de efectuar completamiento de carga en otros puertos; pérdidas que sufre el complejo agroindustrial local por menores precios de exportación, con presiones a la baja de primas FOB, entre otros factores.
Después de tocar un pico por encima de los tres metros en el pasado mes de mayo, un dato por encima de los promedios históricos, comenzó una marcada baja en el nivel del Paraná. De esta manera, la altura hidrométrica del río a la altura de Rosario fue descendiendo en sus niveles y se ubica actualmente apenas superando el medio metro.
No conforme con ello, para la primera semana de septiembre, los niveles actuales se ubican un 74% por debajo de la misma semana del 2023. Sólo 2021 se ubica por debajo de los niveles actuales. Para encontrar otra primera semana de septiembre con niveles por debajo de los actuales debemos remontarnos a 1970.
Con estos niveles, el promedio de cargas para los buques del Up River se ubica apenas por encima de las 34.000 toneladas en los últimos dos meses. Este valor está por debajo de las más de 36.000 toneladas que se registraban tanto en agosto del año pasado, así como en abril de este año. Para todos estos casos, considerando exclusivamente los buques de cargas secas a granel, que trasladan granos y harinas vegetales.
Estas diferencias se hacen especialmente relevantes mientras se espera la llegada de las épocas con mayores lluvias en Argentina y especialmente en las cuencas que alimentan el caudal del Paraná. Si bien los niveles de carga promedio aún se encuentran lejos de volúmenes por debajo de los 32.000 toneladas por buque como supimos observar en 2021 y 2022, las expectativas no son alentadoras.
Como bien destacan los pronósticos del Instituto Nacional del Agua (INA), no se esperan grandes mejoras en los caudales del Paraná a la altura de Rosario en los meses venideros. Ni en los pronósticos más alentadores se llegaría a superar el metro de nivel de aquí a mediados de noviembre. Más aún, por el otro lado, las perspectivas hidrométricas mínimas estiman valores muy cercanos al cero. Como destacaba el INA en uno de sus últimos informes, el aporte de la alta cuenca, proveniente fundamentalmente de Brasil y Paraguay, persistiría inferior a lo normal. En este sentido, la cuenca del río Paraguay, afluente de gran aporte al Paraná, transita un escenario críticamente bajo sin perspectivas de una mejora significativa.
Sólo considerando trigo, harina de soja y maíz, se espera un volumen logístico cercano a los 13,8 millones de toneladas desde el Up River de septiembre a diciembre de este año. Si este volumen tuviera que despacharse al promedio de agosto, se necesitarían 406 buques para lo que resta del año, 23 buques graneleros adicionales respecto al promedio del año pasado.
La dinámica bajista de las aguas del Paraná es un fenómeno que inició hace relativamente poco. Considerando el parámetro de aguas bajas del INA para la altura de Rosario, el Paraná está con aguas bajas sostenidamente desde mediados de junio. No obstante, los pronósticos para los próximos meses traen preocupación mientras nos acercamos al pico logístico del trigo. La persistencia de estos niveles de agua podría comenzar a generar notables pérdidas para la agroindustria. (BCR)