“Hace varios años venimos sosteniendo que las retenciones son un impuesto distorsivo que nos ponen en una posición de desventaja frente a nuestros competidores, que aprovechan la situación para capturarnos mercados”, dijeron.
En la Argentina se ve claramente, y en particular en la cadena del maíz, que las retenciones tienen además un impacto directo sobre los volúmenes producidos y, por consiguiente, sobre toda una cadena de valor donde hay universidades, centros de investigación, empresas de insumos, de semillas, de maquinaria agrícola e industrial, productores agropecuarios, de carnes, contratistas, aplicadores, cosechadoras, camioneros, fábricas de camiones, camionetas, entre otros múltiples actores. Todos ellos perciben menores ingresos de los que podrían percibir en caso que no existiesen las retenciones.
“Somos oferentes de múltiples productos de la agroindustria nacional, que generan inversiones y miles de puestos de empleo a lo largo y a lo ancho de todo el país. La única manera de aumentar sostenidamente los aportes de la cadena del maíz a la sociedad es mediante la generación de riqueza a partir del incremento en la producción y exportación de materias primas y sus productos de transformación”.
“Sin embargo, para concretar estos objetivos se requiere del compromiso de todos los actores del sector privado y de un Estado que actúe como motor de las iniciativas privadas, con políticas que incentiven el desarrollo y nos permitan ir superando los obstáculos. La eliminación de las retenciones son un gran paso en esta dirección”.