La responsabilidad de todos frente a la crisis venezolana

Por Andrés Besedovsky, miembro del Consejo Empresario de la FUndación Internacional para la Libertad

Los demócratas de Hispanoamérica y el mundo tenemos la obligación de controlar, denunciar y dar la batalla por Venezuela. 

Un país rico por donde se lo mire, sumido en un descalabro social, económico y dirigencial descomunal. Las elecciones en Venezuela fueron un David contra Goliat desde el inicio del proceso, donde el Gobierno impugnó dos candidatas, a la líder indiscutida de la oposición, María Corina Machado, con una ridícula y amañada denuncia de traición a la patria, y a Corina Yoris, por llamarse Corina. Edmundo González Urrutia consiguió la aprobación de su candidatura casi por casualidad, y por error del funcionario que luego fue sancionado por haberla aprobado. 

El obsceno uso de la televisión pública con discursos eternos llenos de incongruencias, inexactItudes e improperios, de los líderes de la dictadura, Diosdado Cabello (con su inconcebible programa “Con el mazo dando”), Jorge Rodríguez y el propio Nicolas Maduro, no es más que una muestra de estas arbitrariedades, que se complementan con el nulo seguimiento a las pautas de la oposición. 

Maduro ha bloqueado el acceso a canales del exterior, la televisión tradicional ya no es una forma de informarse en Venezuela. El uso de los recursos del estado en publicidad en vía pública es otro de los hechos que asombran e indignan, literalmente no hay una publicidad de las propuestas opositoras, mientras que miles de afiches, desde pequeños en todas las columnas de iluminación de calles y avenidas, hasta cientos de monstruosos carteles cubriendo paredes enteras de edificios de más de 10 pisos con la cara de Maduro.

 El sueldo de un jubilado es de menos de 4 dólares, eso se complementa con “bonos revolucionarios” de 30 hasta 90 dólares, que son entregados discrecionalmente por los agentes del régimen en las populosas barriadas de todo el país, obviamente sujetas a partucipación en marchas, mítines y compromiso electoral. 

La relación entre Maduro y el mundo y la economía narco, es innegable y vox populi. Incluso se escuchan voces que agradecen esa relación la que, por ingreso de esas espurias divisas, han frenado la brutal decadencia de la economía que lleva 22% de caída del PBI desde 2003. Pero la gente sigue descontenta. Este contexto ha llevado a Maduro a la necesidad de valerse, ya desde hace años, de la fuerza y la violencia como instrumento de conservación del poder y los privilegios que conlleva (Se estima en 3000 millones de dólares la fortuna de Maduro, aún lejos de los 4200 millones que Aene en Andorra la hija de Chávez). Ha declarado el cambio de gestión desde un gobierno civil, a uno Civico-Militar-Policial, con grandes concesiones a las fuerzas públicas en términos de poder y presupuesto. Y, además, tiene fuerzas paramilitares, encapuchados y armados con fusiles y armas automáticas, que atacan indiscriminadamente a los grupos de opositores en sus concentraciones, son los llamados “Colectivos”, el brazo armado de la “revolución bolivariana” Así y todo, la increíble María Corina Machado, ha logrado congregar a todo el arco opositor en la Mesa Unitaria, y, prácticamente sin presupuesto y sin tiempo, ha generado un aluvión de votos y gente dispuesta a defender la democracia en una manera increíble, admirable y emocionante. Solo con las redes sociales y con el boca a boca (porque el Whatsapp está vigilado por el SEBIN), María Corina ha ido llenando calles y plazas en todo el país desbordantemente. Esa marea imparable, se vio el domingo 28 de julio, donde en todas las barriadas de Caracas y el interior la gente se agolpo en los centros de votación debidamente identificados con camisetas blancas o con rosarios y simplemente con la “Vinotinto”. Los resultados comprobados por las actas que tiene en posesión el Comando de la oposición (y disponibles online en www.resultadosconvzla.com) no dejan ningún lugar a dudas, Edmundo González Urrutia es el nuevo presidente electo de Venezuela con más del 64% de los votos. Lo que lamentablemente aún no es seguro es que llegue a asumir. Maduro y el Centro Nacional Electoral (CNE) han fraguado los resultados de una manera insólita y burda, dando números completamente arbitrarios e infundados. Como muestra, el porcentaje que dice haber sacado el régimen es de 51,20000000, asignándole a Gonzalez el 44,3000000, una burla mal ideada. No entregaron una sola acta, y dicen que la van a entregar el 2 de agosto, ¿por qué? El Centro Carter, retiro a sus observadores, quedando solamente los más de 900 veedores provenientes de grupos afines (de La Cámpora Argentina, el MAS de Bolivia, Podemos de España y de otros grupos Africanos, Rusos y de Medio Oriente) subvencionados por el gobierno que los alojó en hoteles 5 estrellas, mientras que los invitados por la oposición, que fueron por sus propios medios y solo iban a acompañar el proceso, no como veedores, fueron deportados desde el aeropuerto o desde los hoteles por no contar con el aval del CNE, todo una mala película de terror, o mejor dicho, de Sacha Baron Cohen. La movilización del 30 de julio fue multitudinaria y aleccionadora, más de 100000 personas desafiaron el miedo y el peligro para arropar a María Corina y Edmundo y gritar bien fuerte “Viva Venezuela Libre”, mientras en Miraflores, donde había convocado Maduro, unos pocos cientos de personas custodiados por más de mil policías. El discurso ideologizado de Chávez hace 24 años, tuvo aceptación debido a las profundas inequidades que sufría el pueblo venezolano, pero con el correr de los años, el mismo Chávez y luego Maduro han ido ampliando esas diferencias sociales, a la vez que se profundizaba en un discurso de odio, sectario, violento y extemporáneo. Pero los discursos no quedan allí, se traducen en acciones muy concretas que afectan de manera terrible a la ciudadanía, con más de 8 millones de migrados, no existen prácticamente familias en Venezuela que no hayan sufrido la pérdida de algunos de sus miembros. La empresa privada persiste, prácticamente, en la medida en que se “asocia” con el régimen, siendo los que no, perseguidos, detenidos y expulsados fácticamente de país. Hay centros de tortura conocidos por todos los venezolanos, el Helicoide, otrora un intento de centro comercial de vanguardia se transformó en la sede del SEBIN, la inteligencia bolivariana adicta a Maduro, quienes allí son detenidos son presos políAcos, que reciben torturas y vejaciones de todo Apo, con prácAcas deleznables que nos remonta al nazismo. Los relatos de quienes allí estuvieron son angustiantes y desgarradores. Aun así, se han senAdo “afortunados” de no haber sido trasladados a la TUMBA, otro centro de detención donde los detenidos se encontraban en la más completa oscuridad, sin siquiera letrina teniendo que hacer sus necesidades en cubetas, y solamente viendo luz para el momento de las torturas. Hoy ese centro se encuentra cerrado, pero han abierto otro, el Rodeo 1, administrado por los militares, donde los visitantes semanales de los presos ingresan por “180 pasos” encapuchados y prácticamente arrastrados para poder ver a sus familiares a través de un vidrio y con conversación supervisada. Allí las torturas son más violentas y salvajes, incluso sospechamos que no alcanzamos a conocer cabalmente los alcances de las mismas debido a las restricciones de información que hay. Tenemos la obligación de defender a Venezuela, todos, de todo el mundo y de todas las vertientes ideológicas. Venezuela no vive bajo un régimen socialista, vive en dictadura sin más, con una corrupción asfixiante tanto desde el estado Cívico-Militar-Policial, como desde los empresarios “enchufados” que claman por la persistencia de los bloqueos internacionales para conservar sus ventajas competitivas. La democracia en Venezuela se está defendiendo con cacerolas contra ametralladoras, fusiles de asalto y carros antimotines provistos por Cuba y Rusia. La cuenta de muertos sigue subiendo, todos del mismo lado. No podemos concebir ni tolerar que la única vía para el restablecimiento de las instituciones sea la violencia. No lo merecen los que se  juegan la vida, literalmente, atrás del liderazgo de María Corina; pero sobre todo, no se lo merece el admirable pueblo Venezolano

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