Los isleños advierten que “preocupa la falta de regulaciones, controles y de un plan integral del manejo del agua”. En rigor, las islas fueron perdiendo el efecto de capacidad regulatoria, como consecuencia de los murallones levantados para emprendimientos inmobiliarios o agrarios.
Sobre los desarrollos inmobiliarios en el Delta del Paraná, muchas veces anunciados con estudios de impacto ambiental que, más allá de las recomendaciones para que no afecten al entorno, igualmente se realizan aunque esa premisa no se cumpla, el decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Unlz), Carlos Rossi. evaluó la situación y admitió que se trata de un problema “bastante complicado y bastante delicado”, aunque dijo no conocer en profundidad los desarrollados en la zona. “Holanda usó este sistema, pero Holanda tiene otra problemática, totalmente diferente a la que tenemos en el Delta”, explicó.
En diálogo con agencia AIM, el decano señaló que “en el caso de un emprendimiento inmobiliario, por supuesto que hay que lograr un lugar habitable para la población, que además esté en armonía con el medio ambiente. Se supone que, si alguien va a realizar un emprendimiento, o un emprendimiento inmobiliario o como también ha ocurrido, emprendimientos de tipo industrial o portuarios, con áreas de acceso, debe probar, para tener la autorización, que esa obra no generará grandes cambios al medio”.
El doctor Rossi, ingeniero Zootecnista, y decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Unlz), aceptó que uno de los mayores problemas en el Delta son la cantidad de terraplenes, que ya modificaron más de 240 mil hectáreas de la superficie total del humedal, y que alcanzan los 5.000 kilómetros de longitud. “Toda actividad humana genera cambios, es inevitable. Lo que sucede es que hay cambios o modificaciones o impactos que pueden ser asimilados por el ecosistema y otros que no, que generan un daño irreversible”.
Rossi advirtió que “los emprendimientos tampoco tienen en cuenta los corredores biológicos para preservar la fauna. Las cuencas hídricas deben tener un manejo integral y considerar que las obras que se realicen para favorecer una empresa o urbanización no perjudique a otros habitantes o productores, ya que se debe procurar el bien común”.
El Delta, una perla
En el caso del Delta, Rossi juzgó que “es algo muy valioso para conservar, actúa como un filtro de agua, mantiene agua limpia, agua potable, reserva de biodiversidad tanto de fauna como vegetación, y por supuesto, tiene que ser usado porque es un lugar habitable para el ser humano”.
Por eso opinó que “todo lo que hagamos en el Delta debe mantener un criterio de uso racional del recurso sustentable; ya bastante impacto tenemos con estas catástrofes de lluvias extraordinarias como para agravarlo con obras, sean urbanísticas, viales o productivas, que complican la situación”. (Fuente: AIM)