El dato sin duda refleja el freno que está poniendo el consumo, en un contexto en el que a su vez el resto de los bienes y servicios también vienen sufrieron importantes subas y la capacidad de compra de los salarios se deteriora significativamente.
En efecto, si observamos la trayectoria del aumento general de precios (IPC), el Índice de Salarios y el precio de la carne vacuna, medidos en términos de variaciones interanuales, vemos que a diciembre -último dato publicado por el INDEC- los salarios en Argentina terminaron 58 puntos atrasados respecto de la inflación. A esto se suma, la fuerte suba que registró el precio de la carne vacuna para aquel entonces, llegando a diciembre con un aumento interanual del 345% que lo situó muy por arriba del 211% de inflación anual.
Si bien la tasa inflación mensual parece haber comenzado a ceder, aún se encuentra en niveles El dato sin duda refleja el freno que está poniendo el consumo, en un contexto en el que a su vez el resto de los bienes y servicios también vienen sufrieron importantes subas y la capacidad de compra de los salarios se deteriora significativamente. sumamente elevados para un consumo prácticamente agotado.
Sabemos que, estacionalmente, a partir de marzo los precios de la carne vacuna tienden a aumentar acompañado por el aumento del consumo en los hogares. Se trata del inicio de la temporada escolar donde las familias retoman hábitos de consumo más estables, ya fuera del período de verano donde las dietas suelen ser más ligeras y menos elaboradas.
Sin embargo, marzo también es un mes crítico dado el incremento de gastos que implica el inicio de clases sumado al ajuste de cuotas y servicios que suelen permanecer estables en los primeros meses del año y corrigen a partir del segundo bimestre.
Durante el año pasado, los números de consumo se mantuvieron firmes a pesar de la suba general de precios. En términos per cápita, según datos oficiales, en 2023 el consumo de carne vacuna alcanzó los 52,4 kilos anuales registrando un aumento del 7% respecto de los 49 kilos per cápita resultantes en 2022. En tanto que, en materia de precios, contrariamente a lo percibido por el consumidor, el precio real de la carne vacuna -descontando el componente inflacionario registró una baja promedio del 7% anual.
Si analizamos el comportamiento de ambas variables -precio y volumen- en forma bimestral observamos en realidad que, durante el segundo semestre de 2023 el consumo de carne vacuna comienza a mostrar una tendencia decreciente con precios reales estables. En efecto, esta caída en el consumo per cápita se agudiza aún más en los dos primeros meses de este año, donde las estadísticas de producción y exportación sugieren un consumo aparente de 44 kilos per cápita contra 48,5 kilos resultantes durante el bimestre anterior.
La paradoja reside en que, al hablar de ‘consumo aparente’ las cifras resultantes están más asociadas al nivel de oferta que al nivel de demanda. Sabiendo que el volumen que estadísticamente se vuelca al mercado doméstico surge de toda la producción que no se exporta, no deja de ser una ‘oferta residual’, aun representando la porción mayoritaria del mercado.
Por lo tanto, considerando la esencia de este cálculo aparente, cobra mucha mas relevancia el factor precio, que es en definitiva el que refleja de manera más directa el interés de compra del consumidor.
En este sentido, la estabilidad que se viene observando en los precios reales de la carne vacuna en un contexto de menor oferta aparente destinada al mercado doméstico, da cuenta de la resistencia del consumo a convalidar nuevos aumentos de precios aun debiendo limitar la ingesta de este tipo de carnes, algo que hasta entonces no se observaba de manera contundente en el consumidor argentino.
En adelante, a pesar de la suba estacional que suele marcar el precio de la carne durante los meses de marzo a junio, y frente a un escenario en el que se proyecta una oferta total de carne vacuna sensiblemente menor a la registrada el año pasado en un contexto de seca, es esperable observar precios relativamente estables.
Sucede que, si bien para este año se espera una reducción de oferta de carne vacuna, el consumidor dispone de otras carnes más económicas como la carne de pollo o la carne de cerdo que vienen ganando cada vez más participación en la ingesta total.
En efecto, la semana pasada se conoció la decisión de la Secretaría de Comercio de reducir los impuestos a la importación de alimentos y productos de la canasta básica con el objetivo de bajar los precios de este rubro. Si bien en el caso de la carne vacuna no se espera un efecto directo por ingreso de producto, sí se espera sentir el impacto de una mayor oferta de otras carnes, especialmente de cerdo, cuyos valores más económicos ya generan una fuerte competencia en los mostradores. (RosGan)