La cantidad de dispositivos y gadgets conectados haciendo que nuestras vidas sean más cómodas nos ponen siempre frente a una pantalla. Desde planificar un viaje, hasta el disfrute de las excursiones y un simple paseo, todo lo podemos hacer con el aparato inteligente en la mano. El nuevo cerebro del turista organizado.
Claro que se puede viajar sin Internet, de hecho no es requisito contar con conexión para poder abordar un avión hacia cualquier destino. Sin embargo, hay que decir que de un tiempo a esta parte cada vez más personas están prendidas a sus celulares en las salas de preembarque, y que los enchufes son motivo de conflicto en cualquier tipo de espacio público. ¿Es que no podemos desconectarnos? Al parecer no, sobre todo cuando la planificación del viaje está en la “nube”.
Oh si, la gran nube, aquella de la que tanto estamos hablando en los últimos artículos. Ese espacio virtual que todo lo contiene y que se ha convertido últimamente en el drugstore social. Todo cuanto realizamos, desde un gesto anímico, una tarea escolar o una planificación laboral, todo se puede conservar en la nube. Muchas veces, todo está allí y no sabemos acaso que estamos guardando nuestros archivos en aquel espacio.
Con esa misma inconsciencia es que, en la actualidad, utilizamos Internet tanto para buscar información como para conservarla, para compartirla como para espiarla, dejando una estela invisible (y no tanto) por cada paso que damos en el universo online. Según el mismo secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), éste hecho no pasa inadvertido para el segmento: “Las nuevas tecnologías están cambiando a la sociedad y reconfigurando el sector turístico”.
El ABC del nuevo turista
Si hicieramos un paralelismo con el antes y el ahora. Hace una década atrás, la organización de un viaje nos podía llevar bastante tiempo si no contábamo con la ayuda de una agencia de viajes. Para los privilegiados que podían pagar porque “otro arme los planes” bastaba con elegir el mejor paquete all inclusive, mientras que aquellos que se las valían por sí sólos debían pasar un buen tiempo buscando los vuelos más económicos, adquiridos con bastante anticipación, más una reserva de un hotel recomendado por algún pariente y algunos recorridos ya advertidos por allegados.
Alguna que otra revista de viajes podía aventurarnos buenas espectativas acerca de un destino, aunque esto valiera el costo de una publinota que resultara un fiasco para algún que otro turista animoso que se entusiasmó con las fotos de la portada.
Una década después esta realidad cambió radicalmente. Hoy se puede contratar una agencia de viajes en pocos minutos y desde casa con tan sólo hacer un clic en una página web, mientras que también se pueden organizar las excursiones más osadas, reservar aéreos, hoteles, paseos y hasta alquilar un auto sin demasiada anticipación y desde un celular. Quizás el trámite pueda demorar lo que dura un trayecto en subte de diez estaciones en una ciudad metropolitana.
El mercado tecnoturístico
Para que esta realidad sea tal y como la estoy describiendo hasta el momento se han dado varios factores que en poco tiempo lograron conjugarse. Por un lado, una corriente comunicacional nueva aportó la facilidad de utilizar otras vías no tan tradicionales para estar en contacto unos con otros, ya no es necesario esperar el suplemento de turismo para tener algún dato sobre un destino, bastará con buscarlo en Internet para obtener las referencias esperadas.
Un tendal de redes no sólo permiten que gran parte de la población pueda enceder una computadora y comunicarse, sino que además, un segmento de fabricantes en constante desarrollo busca crear el aparato más competitivo para que las personas puedan tener esta conexión al alcance de sus manos. Al mismo tiempo, una parte del mercado le hace lugar al segmento de las aplicaciones, desarrollos de softwares que nacieron al tiempo que el mundo de las terminales inteligentes requerían pequeños programas con grandes ideas que beneficien a los usuarios de la tecnología.
Aquí llegamos a quit de la cuestión, ya que existen tantas aplicaciones como necesidades de usuarios comunes. En lo que respecta al interés turístico, el grupo de propuestas es bastante abultado y nutrido.
Desde mapas para explorar por tierra, por mar o por aire, herramientas de seguimiento de vuelos en tiempo real, traductores de idiomas, reserva de hoteles, control del estado meteorológico de cualquier parte del mundo, todo se puede utilizar con tan sólo tener un celular conectado y con batería cargada.
El boca en boca virtual
Dijimos que no es menester tener conexión a Internet para viajar, pero es real que muchas agencias de viajes, hoteles y hasta compañías aéreas gratifican a los turistas que comparten su experiencia en las redes sociales, algunas veces al mismo tiempo que están viviéndola. Es así como un hashtag en Twitter, un arroba en Facebook o una foto en Instagram se convierten en la mejor publicidad que motoriza el turismo, barata y personalizada: el clásico pero renovado boca en boca.
Como broche de oro, gracias a tanta tecnología y tanta conectividad, las compañías que integran el segmento turístico aprovechan un gran avance de la era: la posibilidad de hablarle directamente a sus clienes, ya no tan sólo como tales, sino con un tono más ameno, como amigos dentro de la red social.
Fuente: DonWeb.com