El gobierno mantuvo públicamente, a través del ministro Caputo, su intención de alcanzar el déficit financiero en 0% del PIB durante este año, aún luego de retirar el apartado fiscal de la “Ley Bases”. Sin embargo, una cosa son las intenciones y otra la factibilidad, técnica y política, de cumplir con esa meta, que la administración de Milei se autoimpuso y luego fue sostenida en el marco del acuerdo con el FMI. Surgen por tanto dos preguntas interesantes, por un lado, ¿pueden cumplir con el déficit cero?, por otra parte, ¿qué podría pasar en Argentina si no se cumple con esta meta?
En forma resumida, el déficit financiero es la diferencia entre el total de gastos (jubilaciones, salarios, intereses de deuda, etc.) e ingresos del gobierno nacional. Mientras que el déficit primario es la diferencia entre gastos e ingresos corrientes, es decir excluyendo de los gastos el pago de intereses. Esta diferencia es importante porque los servicios de la deuda (pagos de capital e intereses) presupuestados son de un 11% del gasto total. Déficit financiero cero significa que el gobierno no quiere gastar un peso de más, no se quiere endeudar más, ni emitir más dinero, y por lo tanto significa superávit primario. Puede plantearse una analogía con los gastos de cualquier familia que use, por ejemplo, una tarjeta de crédito, si resulta que cubre todos sus gastos, pero sólo paga el mínimo de la tarjeta en realidad no está en déficit financiero cero, porque no llega a cubrir todos sus intereses.
Es difícil estimar cual será el impacto que tendrá quitar el capítulo fiscal de la ley en debate, por varias razones. Por un lado, los cálculos que presentó el gobierno en diciembre son proyecciones que podrían cambiar si hay una recuperación inesperada o una recesión más prolongada de lo estimado. Por otro parte, no se debe descartar el tratamiento posterior de cuestiones tributarias en el Congreso, de hecho, se espera que se incluyan dentro de la discusión del impuesto a las ganancias (que pasaría a llamarse impuesto a los ingresos). Por otra parte, cualquier recorte que intente llevar a cabo el gobierno tendrá que testear su viabilidad social y política en los siguientes meses, por lo que sería imprudente ignorar posibles volantazos futuros a raíz de la coyuntura.
No obstante, para simplificar, se habla de entre 2 y 3 puntos de PIB adicionales de ajuste que serían necesarios para cumplir con el déficit cero. Se barajaron algunas alternativas, pero, a mi juicio, es difícil que sean viables. No alcanza con recortar transferencias discrecionales a las provincias, lo que además significaría un costo político muy alto para el gobierno en sus negociaciones en el Senado. Subir impuesto a los combustibles podría tener un impacto fuerte en los precios. Quitar algunos regímenes de promoción, como el de Tierra del Fuego, podría aportar algunos puntos, pero téngase en cuenta que esto es el equivalente a subir impuestos (sería hacerle pagar impuestos a sectores que hoy no los pagan como beneficio de los regímenes) y no creo que el gobierno quiera dar ese mensaje. La inflación hará su parte, pero el ajuste por licuación no es genuino ni sostenible por mucho tiempo, por ejemplo, las jubilaciones tarde o temprano subirán más que la inflación con el sistema actual por más que ahora lo hagan por debajo.
La sensación inicial luego del mensaje de Caputo es la de haber bajado los brazos al objetivo de déficit cero cuando aún no terminaba el primer mes del año. No significa que no lo vayan a conseguir, sino que el camino es mucho más empinado y, si pretenden cumplirlo, más que recortar de forma gruesa algunas partidas grandes, deberían ir con una lupa, línea por línea de gasto en todas las áreas. Lo positivo es que es mucho más saludable, para el largo plazo, que los ajustes se hagan en los gastos y no vía suba de impuestos.
Dicho todo esto, podemos intentar responder al segundo interrogante. ¿Qué podría pasar si Milei no alcanza el déficit cero en 2024? La economía como ciencia nos permite hacer diagnósticos, no pronósticos, lo que no significa que en base a la historia y la relación entre las variables no podamos hacernos una idea de las potenciales consecuencias si no se cumple esta meta.
Si empiezan a pasar los meses y el resultado fiscal no acompaña, se pondría en duda la continuidad de la política de no emisión del Banco Central, pues el tesoro tendría que endeudarse por este medio u otros, lo que en última instancia tendría efectos similares. Las expectativas de inflación serían más altas, y eso seguramente impacte en las expectativas de devaluación. Si eso sucede es esperable que aumente la brecha, el Banco Central dejaría de acumular reservas porque los exportadores no querrían liquidar y los importadores querrían comprar cada vez más dólares. Haciendo que eventualmente crezcan las posibilidades de una devaluación o sea necesaria una suba de tasas. Los títulos públicos en pesos caerían en su cotización y los bancos que tienen puts (opciones de venta) contra el Banco Central por la parte de su cartera invertida en estos títulos, estarían más tentados a ejecutarlos, haciendo que se tenga que emitir, es decir largando esos pesos a la calle, todo lo cual retroalimentaría el fenómeno. Casi con seguridad se resentiría la actividad económica, el empleo y los ingresos, profundizando la recesión. El efecto de credibilidad sobre el gobierno podría ser grande, y las dudas generadas por el orden fiscal podrían socavar el resto del programa económico, despertar dudas sobre los compromisos de deuda a largo plazo del país, y con ello hacer subir el riesgo país, reduciendo las posibilidades de financiamiento y el valor de los activos argentinos. Este análisis quizás parece exagerado, las cosas podrían pasar en otro orden o con una magnitud diferente, pero no resulta descabellado imaginar un escenario de ese estilo si nos basamos en la experiencia reciente de Argentina.
El orden fiscal es primordial, tal y cómo fue encarado desde el comienzo de la administración Milei, ¿Habrá hecho bien el gobierno en priorizar las reformas de fondo en lugar de las medidas fiscales necesarias para estabilizar la macro en el corto plazo? ¿O debiera haber hecho lo contrario? Todo dependerá de qué artículos de la Ley Bases sean aprobados y si tiene la fuerza suficiente como para reactivar la economía, como así también de las futuras negociaciones políticas en materia fiscal, y obviamente, de la suerte, de otra manera, el compromiso fiscal entrará en jaque.
Joaquín E. Aranguiz. Miembro del Centro de Investigaciones Sociales y Económicas de la Fundación Libertad.
31/01/2024