Por un lado, el regreso del trigo está acompañado por el de otra gramínea, el maíz, determinando en conjunto un mejor equilibrio con la superficie destinada a soja. Esto es uno de los pilares de la sustentabilidad de la agricultura. Por otro lado, el trigo ofrece -fundamentalmente en su etapa vegetativa (“en estado de pasto”)- una amplia cobertura del suelo que por sombreado ayuda a contrarrestar el avance de las malezas, uno de los mayores problemas que vienen enfrentando los productores en los últimos años.
“El interés de los productores por sembrar trigo es muy grande -explica Gabriel Actis, Asistente Técnico de Desarrollo de Nidera-. Muchos productores vuelven a interiorizarse por las novedades en materia de semillas y de manejo. En algunos casos llevan sin sembrar trigo dos o tres años”.
Cristián Pérez Maraviglia tiene a su cargo la gestión de las siembras de dos firmas dedicadas a la agricultura en el sudeste bonaerense. Una de ellas trabaja sobre campos alquilados y la otra sobre tierras propias, que se distribuyen entre Balcarce, Mar Chiquita y una superficie menor en Madariaga. “Veníamos haciendo un 50% de la superficie con trigo -explica el productor-, pero desde 2008 empezamos a achicar el área triguera hasta llegar a cero en la última campaña. Es decir que en ese período fuimos sacando al cultivo de todas las rotaciones hasta llegar a cero. En el ciclo 2015/2016 no sembramos ni trigo ni cebada”.
“Pero este año volveremos a armar rotaciones que incluyan la siembra de granos finos -agregó-, con alrededor del 40% al 45% de la superficie con trigo. Esta decisión no está sólo basada en las nuevas condiciones comerciales, ya que también necesitamos volver al trigo para contrarrestar el avance de malezas, como la rama negra, que en los últimos años nos viene generando muchos problemas”.
Maraviglia explicó que en el Sudeste aparecen dos grandes tipos de suelos con diferentes potenciales de rendimiento. “En los campos buenos esperamos rindes de 6.000 a 6.500 kilos de trigo por hectárea; mientras que en el resto de los suelos, más mixtos como los de la zona de Mar Chiquita, estamos en 4.500 a 5.000 kilos”.
“Toda la fertilización -explicó-, tanto fosforada como nitrogenada la hacemos en base a los análisis de suelo de los lotes. En promedio, estamos aplicando alrededor de 100 kilos de fosfato diamónico por hectárea y 180 kilos de urea”.
Martín Lahitte, de Bellamar Estancias, es un ejemplo de los establecimientos que se mantuvieron en la “resistencia”, haciendo todos los esfuerzos para no sacar al trigo de sus rotaciones. “Tratamos de mantenerlo todo lo posible -explicó-, pero el año pasado tuvimos que ceder y reducir la superficie triguera”. Bellamar posee campos en distintas regiones del país. Los que están ubicados en Necochea, y en la provincia de Córdoba, entre Villa María y Las Varillas, tienen mayor participación de trigo. “En los dos casos siempre destinamos al trigo alrededor del 30% de la superficie agrícola, pero en Córdoba el año pasado se nos inundaron los campos y eso también contribuyó a reducir la superficie dedicada a este cereal a sólo el 10%. Mientras que en el sudeste parte de la superficie de trigo se pasó a cebada y otra parte fue directamente a gruesa”, narró el productor.
“Este año vamos a volver a las rotaciones de siempre. Es decir, con no menos de un 30% de trigo, que sumado al maíz y la soja nos permite una rotación más prolija y equilibrada”, dijo Lahitte. “Volver a tener una buena parte de la superficie con trigo nos ayuda mucho -agregó-. Nos beneficia en el control de malezas por su gran cobertura del suelo, permite diversificar el uso de herbicidas y hacer barbecho en otro momento del año. El trigo es un gran colaborador en el sistema de producción”.
No menos del 80% de la superficie triguera de Bellamar Estancias se siembra con variedades de Nidera. “En Córdoba el 70% de nuestra área destinada a trigo la sembramos con Baguette Premium 11, fundamentalmente por la fecha de siembra y por la calidad, que lo hemos complementado con Baguette 9 que también tiene una muy buena adaptación a planteos de alta tecnología. En el sudeste venimos sembrando diversas variedades de Nidera y nos vamos volcando a aquellas que tienen mejor balance entre rendimiento y calidad”, puntualizó.
Al respecto, Actis comentó que, entre las variedades de Nidera, hay dos que se destacan por su equilibrio entre los altos potenciales de rendimiento y una excelente calidad molinera y panadera. “Uno de ellos es el Baguette 801 Premium, un ciclo largo que también se adapta a una amplia zona y que se destaca en su calidad por la fuerza del gluten, que se expresa en un elevado valor W y el otro es el Baguette Premium 11, de ciclo intermedio a largo, que es especialmente recomendado para la zona núcleo”.