Los precios de los supermercados viven estos días como vivió la economía argentina en los últimos años a partir de la incertidumbre: los aumentos son previos a los anuncios para cubrirse de eventuales sobrecostos a la hora de reponer la mercadería.
El problema radica en que la incertidumbre de meses anteriores fue tal que la gimnasia de aumentar precios “por las dudas” se volvió cotidiana. Y tiene su lógica. Nadie (salvo empresas estatales) levanta las persianas de un negocio un lunes para vender durante la semana y perder plata al otro lunes, cuando llega la reposición.
Así, empresarios supermercadistas de Rosario afirmaron en off hasta medio que, previo a la devaluación oficializada esta semana por el ministro Luis Caputo y las medidas de recorte del gasto anunciadas, “todos estaban operando ya con un dólar más alto desde hace algunas semanas”.
De esta manera, “obviamente se configuraron aumentos que ya se perfilaban” a partir de las expectativas. Las carnes, por ejemplo, señalaron que sufrieron un incremento del 35% y afirmaron que “es un producto que estaba muy atrasado”.
En lo que respecta a la leche, por su parte, sostuvieron que “que si no se hace este ajuste y se frena la hiperinflación, en un año pasaría a costar $ 60.000”.
No obstante, consideraron que “es necesario este sinceramiento de variables, pero va a tener mucho ruido”, porque “es real que si no frenan la sangría del déficit fiscal, esto no tiene futuro”.
Más allá de esta escenario, los empresarios consultados confían en que los precios se acomoden de acuerdo a la oferta y la demanda: “Lo que va a pasar es que cuando al que aumentó mucho se le caiga la venta, va a tener que ofertar. O sea, o los comercios o los clientes no van a convalidar esos aumentos”.
REDACCIÓN ON24
