Presidente, no te olvides

Uno de los cultores de las ideas liberales más prominentes, deja una carta para Javier Milei. El director de la Cátedra Alberdi, da cuenta de los principios con los que llegó a la Primera Magistratura.

Por DANIEL PEREYRA

Presidente, no te olvides

Hoy comienza un nuevo gobierno. Un nuevo presidente. Una nueva esperanza está en marcha. Tus ideas son las mismas que las de los revolucionarios de mayo y las de la generación del 37. Hiciste posible que esas ideas fueran triunfadoras en la última contienda electoral. Algo inédito. Un rayo en el cielo despejado.

Los argentinos merecen tener la oportunidad de salir de esta realidad decadente que hace que miles y miles se hayan ido a vivir a otros países. Justamente lo contrario de lo que sucedía cuando tus ideas, las de la libertad, se instrumentaban aquí. Es mucho lo que está en juego. Podes ser el Presidente que nos regrese a la civilización y nos sume a los países más prósperos del mundo. El que realice los primeros pasos con ese objetivo. Merecemos esa oportunidad y mereces el apoyo de tus compatriotas.

Por eso te pido que no te olvides.

¿De qué?

De Afianzar la JUSTICIA. De Consolidar la PAZ INTERIOR. De Proveer a la DEFENSA COMUN. De Promover el BIENESTAR GENERAL y de Asegurar los beneficios de la LIBERTAD para todos los que habitamos el suelo argentino.

¿Cómo?

Gastando para cumplir ese objetivo establecido en el preámbulo. Instrumentando las ideas del Padre de la organización nacional, Juan Bautista Alberdi. Es decir, cumpliendo con la Constitución Argentina que es lo que nos hizo un gran país.

¿Con qué recursos?

“El Gobierno federal provee a los gastos de la Nación con los fondos del Tesoro nacional, formado del producto de derechos de importación y exportación, del de la venta o locación de tierras de propiedad nacional, de la renta de Correos, de las demás contribuciones que equitativa y proporcionalmente a la población imponga el Congreso General, y de los empréstitos y operaciones de crédito que decrete el mismo Congreso para urgencias de la Nación, o para empresas de utilidad nacional.”

Es sencillo, no se puede empobrecer a la gente emitiendo papel moneda, ni endeudarse para cubrir gastos corrientes. Como dijiste, “no hay plata”. Agrego, no hay plata para cosas distintas a los objetivos de todos que establece el preámbulo.

Por eso, no te olvides.

Recordá que todos los habitantes de la Nación Argentina gozamos de los derechos de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar nuestras ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de nuestra propiedad; de asociarnos con fines útiles; de profesar libremente el culto que tengamos y algo muy importante: de enseñar y aprender libremente. Esto último es trascendente. Debemos enfocarnos en los jóvenes. Urge ocuparse de su educación. Como afirmo Alberdi: “Nuestro pueblo no carece de pan, sino de educación, pues aquí tenemos un pauperismo mental. Nuestro pueblo muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos prácticos en el arte de enriquecer”.

No te olvides de desarmar la casta porque la Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay aquí fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes somos iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. Aquí la igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas. No dejes de cumplir esto: que todos seamos iguales ante la ley.

Acordate que cualquier bien sea nacional o extranjero que pasen por territorio de una provincia a otra deben ser libres de los derechos llamados de tránsito. Ningún otro derecho podrá imponérseles, cualquiera que sea su denominación, por el hecho de transitar el territorio. Hoy no se cumple.

“La libertad es el medio no el fin de la política de nuestra Constitución. Cuando decimos que ella ha hecho de la libertad un medio, queremos decir que ha impuesto al Estado la obligación de no intervenir por Leyes ni Decretos restrictivos al ejercicio de la producción, pues en economía la libertad del individuo y la no intervención del Estado, son dos locuciones que expresan un mismo hecho”.

Tené presente que la propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. Que sólo el Congreso impone las contribuciones. Que ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Que todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. Que la confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie.

Encomenda a tu memoria que ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Que nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente.

Nunca desconozcas que las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ninguno de nosotros puede ser obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.

Perpetua la idea que los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes.

No dejes de recordar que en Argentina el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por la Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición. Que nadie se crea dueño de los demás, porque durante mucho tiempo esos representantes del “campo popular” son los que llevaron a muchos argentinos a la miseria y la pobreza. Solo ellos se enriquecieron.

Recorda que el gobierno federal que encabezaras está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en la Constitución y que los principios, garantías y derechos reconocidos a tus representados no pueden ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio.

Parafraseando al gran Alberto Benegas Lynch (h), no te olvides de respetar y hacer que se respete en forma irrestricta el proyecto de vida de cada habitante de nuestro extraordinario país. O expresado por Juan Bautista Alberdi, “No hay libertad para el hombre donde su seguridad, su vida y sus bienes están merced del capricho de un mandatario”

Ahora, vos sos el mandatario. Por eso te pido que no te olvides.

No te olvides de nuestra constitución y de lo que cantamos y recitamos desde niños con gran emoción “Oíd mortales el grito sagrado: libertad, libertad, libertad”.

Para que al final de tu mandato todos podamos gritar orgullosos: “‘Viva la Libertad, carajo!”

Fuente: Memo

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