“Entre el 70% y el 80% del logro del cultivo a cosecha se define en el momento de la siembra”, dice y destaca el valor aportado por la interpretación de imágenes aéreas con inteligencia artificial.
Vicente Cucarella es consultor y especialista en calidad de siembra. Recientemente, relevó junto a DroneScope.ag 35.000 hectáreas que arrojaron unos 5 millones de imágenes de plantas de maíz. “Abarcamos una superficie de unos 1.750 kilómetros de surco recorrido; como ir de Buenos Aires a Bariloche”, ejemplifica para aclarar que entre el 70% y el 80% del logro del cultivo a cosecha se define en el momento de la siembra. “De ahí la importancia de incorporar nuevas herramientas para aumentar el muestreo de variables que definen la calidad de nuestra siembra, y aprovechar el tiempo previo a la labor para descartar todo tipo de anormalidades en el comportamiento de la máquina”, resume.
Evaluar y cuantificar sirve para identificar cómo está la situación del lote y, sobre todo, de los ambientes dentro del lote. Esto permite visibilizar cuestiones que antes se escapaban y entender –con datos objetivos–por qué no se lograron los rendimientos propuestos al inicio de la campaña. “Estas herramientas y servicios, como los que ofrece DroneScope.ag, permiten recuperar 5 quintales de rendimiento potencial en la siembra”, sostiene Cucarella. ¿Cómo? Mejorando un 2% el coeficiente de logro y 3 cm el desvío estándar (SD) de la distancia entre plantas.
El asesor explica que la labor que realiza junto a DroneScope.ag propone una mirada diferente: “La información es aportada por imágenes aéreas tomadas por drones, que permiten aumentar en forma exponencial el muestreo. Esas fotos RGB son analizadas por una plataforma que usa la inteligencia artificial para traducirlas a datos, indicadores y números. Tomar información de una base más amplia y rica permite ser más eficientes, usar mejor los insumos y tomar decisiones en un marco de mayor certidumbre”.
Al referirse a la calidad de la implantación, el especialista menciona algunas variables que son cruciales a la hora de entender los factores que condicionan la producción. Estas son el stand de plantas a lograr (mejorar la dosificación), la uniformidad espacial (cómo se distribuyen las plantas en el surco), y la uniformidad temporal (es decir, que una planta no crezca antes que otra para sacarle ventaja por una mala calidad de labor).
Los datos son reveladores: por cada 1% que se mejora el stand de plantas, el potencial de rendimiento se eleva en 100 kg/ha. Por cada punto de mejora en la uniformidad espacial se recuperan entre 30 y 40 kg/ha, y por cada centímetro que mejora la distancia entre plantas es posible recuperar 90 kg/ha. Por último, se puede perder hasta 8% del rendimiento final a causa de una desuniformidad temporal cuando la diferencia en la emergencia es de 10 días.
El especialista menciona algunas variables que pueden ser cruciales a la hora de entender los factores que condicionan la producción. Estas son el stand de plantas a lograr (mejorar la dosificación); la uniformidad espacial –cómo se distribuyen las plantas en el surco–, y la uniformidad temporal. “Es decir que una planta no crezca antes que otra para sacarle ventaja por una mala calidad de labor”, explica.
“A mí me gusta separar. Porque por un lado están las consecuencias del estado de los componentes mecánicos, que podemos revisarlos con tiempo antes de la labor. Y por otro están las variables que podemos manejar, como la velocidad de trabajo, la estabilidad del cuerpo de siembra al transitar en un terreno y microrelieve determinado”, explica Cucarella.
Según el consultor, al enfocarse en la dosificación de plantas y la correcta uniformidad dentro del surco, las tareas se pueden dividir en dos etapas. La primera, previa a la labor, con la revisión de cada uno de los componentes que integran el sistema de dosificación (placas, enrasadores, gatillos, sellos de vacío, tubos de bajada, etc.), haciendo que concuerden el 100% de los dosificadores mientras es traccionada la sembradora en el lote y bajo carga. Es importante individualizar las diferencias de giro entre cuerpos y entre mandos para luego realizar los ajustes necesarios.
En la segunda etapa, ya durante las labores, es propicio verificar en el surco la cantidad de semillas dosificadas; revisar el ajuste de cada uno de los dosificadores; chequear la tensión y alineación de cadenas de mando, el nivel de vacío, enrasadores, limpiadores y verificar el estado de los tubos de bajada de semilla.
“Durante la labor, no nos queda otra que agacharnos, abrir surcos, mover la tierra y analizar el posicionamiento individual de cada una de las semillas. Luego, hay que trabajar en el accesorio o parte de la máquina que esté determinando cada una de esas variables”, enfatiza Cucarella.
Según el especialista, una vez ajustada la uniformidad espacial, el foco pasa a la uniformidad temporal, definida por la uniformidad de la profundidad de siembra de cada semilla. En este caso, antes de la labor hay que prestar atención a la uniformidad de diámetro de las cuchillas de corte y a la uniformidad de diámetro de los discos abresurcos, resorte o sistema de carga de los cuerpos. En tanto, durante la labor, primero hay que ajustar la carga general sobre los cuerpos (sin carga sobre los cuerpos no hay peso o fuerza disponible para aplicar), luego sintonizar la presión o carga individual sobre cada abresurco, y regular la velocidad de trabajo.
“En síntesis, nada de todo lo anterior podría regularse en forma eficiente sin el diagnóstico preciso que nos da un monitoreo con drones con el tipo de interpretación de imágenes que ofrece DroneScope.ag”, concluye Cucarella.