En su análisis, el Banco señala que los precios mundiales del ganado vacuno vienen mostrando desde hace varios meses un comportamiento divergente en diferentes regiones; América del Norte y Europa marcando una tendencia de precios creciente en contraposición con la debilidad que se da en el resto del mundo.
Si observamos el comportamiento de precios de los tres principales exportadores de carne vacuna vemos claramente esta divergencia: Estados Unidos por un lado con una situación muy diferente de la que presenta Brasil y Australia quienes, en conjunto, explican la mitad de las exportaciones mundiales de carne vacuna.
En Estados Unidos, la disminución de la oferta tras una prolongada sequía y la fuerte demanda de los consumidores están elevando los precios del ganado a valores récord, mientras que en Australia como en Brasil se está dando un aumento de la oferta, que, sumado a una menor demanda de los consumidores, está provocando un movimiento opuesto, debilitando los precios.
Comparando los valores de un año atrás, el precio del ganado en Estados Unidos muestra un aumento de casi un 30% a diferencia de lo que sucede en Brasil con caídas del 25% y en Australia, con más de un 40% de baja en el último año. En ambos casos, tanto Australia como Brasil se encuentran en una situación de holgada oferta de hacienda. Australia, tras el crecimiento logrado en su stock ganadero luego de la sequía sufrida años atrás y Brasil, con abundante oferta exacerbada a su vez por menores ventas a China y por una demanda interna muy debilitada.
En principio, de acuerdo con las estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), para 2024 el crecimiento de los saldos exportables de Brasil (152 mil ton.) y Australia (186 mil ton.) estarían duplicando la caída prevista para EE.UU. (-146 mil ton.) dato que, por el lado de la oferta, estaría dando una primera señal de hacia dónde podría inclinarse la balanza en el próximo ciclo. Sin embargo, en discrepancia con el organismo, hay quienes descuentan mayores caídas para Estados Unidos que se sumarían a su vez una situación muy limitada tanto para Nueva Zelanda como para nuestro país.
Por otra parte, desde el punto de vista de la demanda, un patrón común que se observa en varias regiones, particularmente en países asiáticos, es una desaceleración del consumo en relación a la recuperación esperada post Covid, situación que ha provocado la acumulación importantes volúmenes de compras realizadas bajo dicha previsión y que hoy están tardando en ser absorbidos.
Esta situación tiene particular incidencia en nuestra región desde donde se provee casi tres cuartas partes de las importaciones de China, un mercado que para esta época del año debería estar mostrando una mayor actividad de compra en vistas al abastecimiento que realiza todos los años, anticipándose a las festividades del Año Nuevo Lunar.
Esto lleva a pensar en que el consumo en ese país aún no se ha recuperado y la situación económica local está afectando más severamente de lo previsto. En este sentido, el mismo USDA a través de su Red Global de Información Agrícola (GAIN) señaló en un reciente informe que estas adversidades que hoy enfrenta China es posible que continúen hasta 2024, a pesar de los diversos estímulos que se están aplicando a su economía. En efecto, pronostican que las importaciones de carne vacuna para 2024 disminuirán en un 5% a 3,32 millones de toneladas debido a los desafíos financieros que enfrentan los importadores, una demanda estancada y una mayor producción local.
En definitiva, un escenario para nuestro principal comprador que exigirá ser sumamente competitivo dentro de la región. Sin embargo, tal como hemos señalado semanas atrás, Argentina presenta una situación en la que, paradójicamente, a pesar de la devaluación que sufrió la moneda tras las elecciones primaras, la posiciona como el origen más caro de los países del Mercosur. Hoy el novillo pesado para exportación cotiza en nuestro país a USD 4,98 por kilo en gancho, contra USD 2,96 en Brasil, USD 3,40 en Uruguay y menos de USD 3,00 en Paraguay.
Bajo este escenario, Argentina enfrenta la dura tarea de competir en un contexto sumamente adverso, saliendo muy lentamente de una seca devastadora que, como tal, generó un profundo retraso en precios con la consecuente corrección que hoy, sobre males, erosiona su competitividad.
En adelante, en la medida que los precios internos empiecen a encontrar un nuevo equilibrio, Argentina debería volver a recuperar lentamente su competitividad, posición que terminaría de consolidarse una vez que cuente definitivamente con un mercado cambiario libre y unificado. (BCR)