Bautizado con el nombre del santo patrono de quienes cuidan los bosques, la naturaleza y el ambiente, el establecimiento familiar “San Francisco de Asís”, en pleno quebrachal de la Cuña Boscosa al norte de Santa Fe, revirtió la baja aptitud ganadera del bosque chaqueño a partir de una intervención respetuosa del bosque que lleva 30 años. Un caso de éxito del manejo de bosque con ganadería integrada (MBGI) que cuenta con el acompañamiento del INTA. Esta experiencia será una de las temáticas que se compartirán del 1 al 3 de septiembre en la muestra INTA Reconquista Puertas Abiertas.
“El bosque es un ecosistema que está compuesto por muchos componentes, cada uno de ellos con una función”, aseguró Abel Menapace, productor y dueño del establecimiento familiar “San Francisco de Asís” quien, además, no dudó en asegurar: “Cuando el bosque está saneado, todo el sistema tiende al equilibrio”.
Así, es posible integrar a la vaca con el bosque porque, según explicó, “la producción ganadera es una consecuencia y no un objetivo en sí mismo. Trabajamos en función de todo el ecosistema, no centrados en la vaca”.
Germán Castro -investigador del INTA Reconquista, Santa Fe- coincidió con Abel en que “la ganadería es un elemento más del sistema” y destacó la importancia del componente arbóreo en la región del Gran Chaco Americano, donde se ubica el establecimiento: “Estos ecosistemas tienen al árbol como elemento central que lo sostiene. Sin el bosque, el suelo desaparecería”.
Los bosques nativos tienen un 60 % de la superficie con una aptitud ganadera entre regular y mala, el resto son aptos para el ganado. Es decir que, en la Cuña Boscosa, se necesitan entre 3 y 5 hectáreas por unidad ganadera o vaca en producción. “Junto con mi hijo Leandro, en nuestro campo, logramos revertir esta situación, luego de un arduo y cuidadoso trabajo de selección de plántulas y ramas”, detalló Abel.
“Hoy, el 70 por ciento de la superficie de nuestro campo tiene una aptitud ganadera entre buena y muy buena, mientras que el 30 % restante funciona como refugio de la biodiversidad, con una aptitud ganadera entre regular y mala”, explicó el productor, al tiempo que reveló que la proporción de animales por hectárea de 1 a 1, es decir que, en los mejores momentos, hay entre 140 y 150 cabezas de ganado.
Para lograrlo, si bien reconoció la necesidad de intervenir el bosque para mantenerlo activo, destacó la importancia de “hacerlo con respeto a las especies y con mucho cuidado por nuestra actitud de juicio de valoración”. Es que, según remarcó, “cada componente del ecosistema cumple una función y es parte de un sistema”.
Además, explicó que el manejo del ganado en el bosque también tiene sus cuidados: “Realizamos un pastoreo racional, rotativo y diario con dos rodeos, uno de cría y otro de recría”. La ración del ganado en ciclos secos pasa a ser arbórea, es decir, frutas y hojas caídas, brotes y rebrotes.
En este punto, el investigador del INTA profundizó estos conceptos: “El manejo del bosque es el manejo del pastoreo”. Según precisó, la clave está en “manejar racionalmente ese pastoreo”, es decir hay que tener en cuenta todos los elementos del sistema: el pasto, el suelo, el agua, los árboles y los renovables o futuros árboles. Además, subrayó que “el pastoreo debe ser rotativo para darle al pasto el tiempo suficiente y necesario para que se recupere”.
Y no dudó en asegurar que, “según el manejo que se le dé al pastoreo, la vaca puede ser un agente de regeneración o de degradación”.
A su vez, especificó el aspecto “diario” del pastoreo al que hizo referencia Menapace: “Es clave estar en el campo, con una dedicación diaria y una constante observación de cada componente del sistema para una correcta toma de decisiones”. Y agregó: “Abel tiene un verdadero amor al trabajo, a su campo”.
El establecimiento de Abel es, además, un Centro Observacional con tres dimensiones: la investigación, la producción y la mejora. En este último, el objetivo es el avistamiento y la toma de datos para organismos como el INTA, estudiantes, ONG y Facultades, donde funciona una granja, una huerta y pronto habrá instalaciones para hospedarse.
“Con mi hijo Leandro, trabajamos en este emprendimiento familiar de 200 hectáreas hace 30 años y siempre el INTA estuvo presente en materia de asesoramiento. Actualmente, estamos en un proyecto de medición de biomasa forrajera de una parcela georreferenciada, mediante imágenes satelitales. Además, compartimos talleres y demás actividades”, detalló el dueño del campo.
“Nuestro gran orgullo es haber resistido con ganadería dentro del bosque nativo”, aseguró Menapace quien, además, escribió un libro llamado “Bosque-Pastoril” y se presentará el próximo 15 de septiembre.
Integrar bosques nativos con ganado, es posible
La Argentina cuenta con alrededor de 50 millones de hectáreas de bosque nativo, de las cuales más del 60 % fueron clasificadas como categoría II o de protección intermedia en el marco de la Ley 26.331. En esta categoría, se permiten usos de aprovechamiento sostenible como el silvopastoril que representa el 60 % de la superficie total de los planes de manejo financiados.
Entre las dificultades que presentan estos sistemas productivos se destaca la baja eficiencia productiva y reproductiva de la ganadería, tensión por el uso productivo de la tierra, escasas alternativas tecnológicas y manejo de pasturas en ambientes críticos. Todo ello, acentuado por los efectos del cambio climático y la falta de una visión integral en los planes de manejo.
“Frente a este escenario, el Manejo del Bosque con Ganadería Integrada (MBGI) se presenta como una oportunidad para lograr una producción diversificada con mayor valor agregado y un mayor conocimiento de los procesos de regeneración de bosques, factores determinantes de la productividad del sistema y servicios ecosistémicos”, aseguró Castro.
Según explicó, es una “herramienta de desarrollo frente al cambio de uso del suelo, en la que se incluye al bosque nativo en la matriz productiva como un agente proveedor de servicios ecosistémicos, entre los que podemos destacar la regulación hídrica la conservación de los suelos y de la fauna, y la fijación de Carbono.
Mediante el MBGI se promueven innovaciones que aportan soluciones a las deficiencias existentes en los sistemas foresto-ganaderos regionales, en línea con los compromisos ambientales internacionales.
Fuente: INTA