Ahora bien, aun tratándose de una importante corrección de valores en términos nominales, descontando el efecto inflacionario, este último movimiento que corrige el precio del ternero en un 31% respecto de los valores de junio, no hace más que situarlo nuevamente en los niveles registrados por el mes de febrero, cuando el impacto de la seca aún no se percibía con la presión que luego llegó a tener sobre zafra.
En efecto, en términos interanuales, el valor que marcó por el ternero durante el remate Especial de Palermo 2022 fue de $420 el kilo. Llevados a moneda actual equivaldría a casi $900 el kilo, un 29% superior al pico de $696 alcanzado días atrás.
Desde el punto de los fundamentos, es sabido que la elevada oferta de invernada que se volcó al mercado durante los primeros meses del año producto de la imposibilidad de contener esa hacienda en los campos, generó una presión arrolladora sobre los valores de la invernada. De marzo a mayo, llegaron a salir de los campos de cría entre 1,3 y 1,4 millones de terneros y terneras por mes.
Para el mes de junio ese volumen ya había descendido a 1 millón de cabezas. En tanto que, datos preliminares de traslado de hacienda correspondientes a julio, muestran ya una importante retracción. Según informa SENASA a la fecha de este informe, la cantidad de terneros y terneras trasladados durante el último mes con destino cría e invernada, arroja unas 741 mil cabezas, prácticamente la mitad de lo trasladado durante los meses pico de zafra. Sin embargo, aun con cierto corrimiento, hasta el momento, la trayectoria que marca esta curva de oferta no deja de responder a un comportamiento estacional de salida de la invernada.
Sin dudas la implementación de un dólar diferencial para el maíz y, consecuentemente, el traslado directo de este mayor costo de alimentación sobre el precio del gordo, también contribuyó a desplazar toda la curva de precios. De hecho, todas las categorías destinadas a faena sin excepción reflejaron este ajuste de manera inmediata en el Mercado de Cañuelas.
Sucede que la presión que ha estado soportando en los últimos meses toda la cadena cárnica producto de la confluencia de un elevado nivel de oferta con una demanda agotada en términos de capacidad de pago, no ha tenido mayor válvula de escape que el precio. En el último año, medido a junio- el valor de la carne vacuna en el mercado local registró una suba nominal del 71% mientras que el valor recibido por el productor por la hacienda gorda se movió en promedio un 55% contra un 33% de la invernada. Todo ello en un contexto en el cual, el nivel general de precios y servicios del conjunto de la economía avanzaba a tasas del 115% interanual.
Por tanto, desde el punto de vista de los fundamentos tarde o temprano esta primera corrección debía de suceder, ya sea por retracción de la oferta o bien, por recomposición de la demanda.
En el caso de la invernada, este movimiento parece haberse precipitado puesto que si bien la oferta de terneros ha menguado notablemente sigue estando en línea con su comportamiento estacional, es decir aún no se han visto señales de fuerte retención.
Pues entonces otro motor estaría actuando de manera subyacente por el lado de la demanda. En este sentido, todo indica que la expectativa de una corrección cambiaria vuelve a posicionar al ternero como un activo altamente valorado como reserva de valor.
Con solo considerar que se trata de un activo que se adquiere a valor de pesos hoy y, una vez ingresado al campo y sometido a un proceso natural de recría, no solo permite preservar el valor del capital durante el tiempo que permanezcan en invernada si no que, además, permite trascender la actual coyuntura saliendo con un animal terminado en otro contexto económico, basta para comprender el movimiento. Es precisamente bajo este esquema de razonamiento donde adquiere una fuerte incidencia la expectativa general del mercado respecto de una futura devaluación y unificación del tipo de cambio. Un tipo de cambio que paulatinamente pueda ir transitando hacia un mercado libre, en el marco de una economía fiscalmente más equilibrada y operativamente menos regulada.
Bajo este escenario comienza a jugar fuerte la figura tanto del criador como la del invernador, en especial de aquel productor que sea por compra o por retención, cuente con la suficiente capacidad para mantener esa hacienda en el capital a la espera de un nuevo ciclo.
Fuente: RosGan