Vivimos en un contexto particular, en el que tanto el sector agrícola como el de la alimentación están en una encrucijada: tienen que producir más alimentos para una población creciente, pero reducir al mismo tiempo el impacto.
Este fue el planteo de Laura Loizeau, senior Director de Kynetec, en el marco del congreso de Maizar. La ejecutiva destacó el aporte de quienes trabajan en “acciones transformadoras” y señaló la importancia de la movilización de todos los actores, el trabajo integrado de “cocreación” de conocimientos para aumentar la resiliencia de los ecosistemas, con el fin de que “no quede nadie atrás”.
“La agricultura sostenible no es otra cosa que una agricultura resiliente, que nos permita seguir produciendo alimentos sin comprometer el futuro. Como dato rotundo, el 31% de los gases de efecto invernadero corresponde a los sistemas alimentarios: sin dudas, no somos sostenibles, tenemos que mejorar cómo producimos”, explicó Inés Di Napoli, CEO y fundadora de Plataforma Puma. Para facilitar ese objetivo, aludió a “un concepto muy viejo y muy utilizado: hay que producir más con menos”.
Di Napoli apuntó que, como parte de esa transformación, “es importante pensarnos como red”. “Tenemos oportunidad de cambio, tenemos obligación de cambio; porque, sin dudas, esto es responsabilidad de todos: de nuestros sistemas productivos, de nuestra cadena de producción de alimentos y de la tecnología, que contribuye creando puentes, cerrando brechas, desarrollando aprendizajes. La tecnología nos pone en igualdad de condiciones para contener, para calcular; sirve, por ejemplo, para medir la huella de carbono”, concluyó.
Melina Marquisio, especialista en Sostenibilidad y Cambio Climático de Nestlé, coincidió en que, para una agricultura regenerativa, “es esencial el trabajo colaborativo”. “Hay que pensar en redes, pensar ecosistemas humanos que sostengan estas relaciones y estos cambios, porque una sola empresa, un solo productor, no va a lograr nada. Necesitamos que todos se acoplen a este desafío, a este trabajo conjunto”, manifestó. Describió, asimismo, que “el desafío es dejar de pensar en cadenas, en slupply chain, porque los eslabones se pueden cortar”.
Nestlé, señaló, tiene como metas reducir las emisiones en un 20% hacia 2025 y ser carbono neutral en 2050. “Tomando esos compromisos, estamos trabajando con los productores proveedores de leche, acompañándolos, porque es fundamental este cambio de mentalidad”, reveló. Para ello, una clave es la capacitación, al igual que los incentivos económicos para motivar la transformación, precisó.
La ejecutiva informó que la empresa cuenta con el apoyo del INTA, a través de auditorías y transferencia de conocimientos a los productores. También trabajan en acuerdos con universidades para identificar las fuentes más importantes de emisión, con el fin de diseñar acciones y llevarlas al campo. Las prácticas se aplican en granjas piloto de leche orgánica y leche convencional, y también impulsan el efecto contagio entre productores, para que los resultados sirvan como invitación al cambio.
“La gran preocupación de las nuevas generaciones de consumidores no es solo la calidad de los productos, sino los procesos mediante los cuales son obtenidos. Hay focos de atención en el bienestar animal y en los paquetes tecnológicos. Como empresa, somos nexo entre el consumidor final y el productor, y nuestro desafío es que lo que hagamos haya sido producido de manera responsable y comprometida”, concluyó Marquisio.
Pablo Leguizamón, gerente de Operaciones Comerciales de Carbono de Bayer Crop Science, afirmó que el desafío puede convertirse en oportunidad. “Hay muchos estudios que dicen que, además de reducir las emisiones, la agroindustria tiene la posibilidad de capturar carbono. Un cuarto de lo que se emitió puede volver a los suelos si aplicamos las prácticas correctas”, ilustró. Afirmó también que el objetivo final de Bayer es llegar a la neutralidad en carbono -involucrando para ello también a los proveedores-, por lo que está trabajando primero en reducir en un 30% la huella de carbono en el mediano plazo.
Para lograr la sustentabilidad, uno de los pilares es la digitalización, que acelera la innovación, facilita la trazabilidad y maximiza la productividad, entre otras ventajas. “Las plataformas digitales también nos permiten ser auditables”, añadió Leguizamón. Por otra parte, remarcó la importancia de lograr un cambio de mentalidad: “Dejemos de pensar en una campaña, de pensar en seis meses, un año. Pensemos en sistemas sustentables, un mínimo de tres campañas, planes de manejo de tres años”.
Josefina Omaña, gerente de Marketing Estratégico y Sostenibilidad de Yara, consideró que hay un aspecto, no asociado con la producción, que también se puede mejorar: “Todos somos muy buenos generando conocimiento, pero quizá un punto de mejora es comunicar todas las medidas que se están tomando”.
La ejecutiva dijo que Yara hace foco en la importancia de producir en cualquier situación climática, aun las extremas. Y también apunta a la agricultura regenerativa, a la salud de los suelos, que son “la gran fábrica que tenemos que cuidar”. “La industria del fertilizante es responsable del 5% de las emisiones a nivel mundial. El desafío es que, si usamos poco nitrógeno, atentaremos contra la alimentación, pero si usamos mucho, lo haremos contra los límites planetarios”, expresó, y señaló que para fertilizar mejor es clave apoyarse en herramientas digitales.
Por otra parte, indicó que la restricción no es la única solución al problema de la sustentabilidad. “Como compañía, no podemos impedir que se tale un bosque, pero podemos trabajar para que se maximice la productividad por hectárea”, explicó. Y, para culminar, señaló que otro de los pilares es el de la prosperidad: “No hay sustentabilidad sin rentabilidad. Queremos mostrar un programa de sustentabilidad que se basa en rentabilidad, eficiencia y descarbonización”, concluyó.
Consultado sobre el papel de Control Union Argentina en estos procesos de transformación, Diego Cybulka, gerente de Certificaciones de la firma, aseguró: “Tenemos un rol espectacular, porque, salvo un bochazo, transmitimos, confirmamos o damos buenas noticias. Hacemos la verificación, ponemos el último moño, porque, por lo general, las cosas se hacen bien”.
Cybulka hizo énfasis en la responsabilidad de la actuación de la certificadora. “Todos decimos que hacemos las cosas bien, pero hay que poder demostrarlo. Sí o sí hay que tener un tercero que diga ‘Ok, es demostrable’”, subrayó. Y admitió: “La posibilidad de validar nos eleva la vara, es supercomplejo validar la huella de carbono, pero los procesos están estandarizados, son auditables”.