Al pensar en miel, automáticamente pensamos en las abejas. Sin embargo, las abejas no solo se destacan por ser excelentes productoras, sino que además son aliadas del ambiente y la productividad porque polinizan el 77% de las plantas que producen alimento para la población mundial. Es decir, no habría alimentos en cantidad y calidad sin la existencia de estos polinizadores.
Una buena polinización genera frutos con muchas semillas, que son las responsables de la producción de hormonas. A su vez provoca que el fruto tenga una mayor sabor, color y persistencia en la planta. Esto último es muy importante para que el fruto resista las fuertes ráfagas de la primavera y el frío de poscosecha.
¿En peligro?
Hay diversos factores que podrían afectar el bienestar de las abejas. El ácaro Varroa es su principal amenaza sanitaria que, junto con otros patógenos como los virus, puede ocasionar efectos devastadores. Otro factor es la aplicación inadecuada e irresponsable de fitosanitarios. La producción apícola y agrícola conviven y se benefician la una de la otra, cuando trabajamos con Buenas Prácticas Agrícolas. Los productores han asumido -y deben seguir haciéndolo- el compromiso de capacitarse en el uso responsable de estos productos para cuidar el ambiente.
Para facilitar las tareas de convivenciaexisten estrategias que permiten resguardar a las abejas, por ejemplo, la herramienta digital SAP: sistema de aviso preventivo, desarrollada por SENASA. A través de esta iniciativa, los productores pueden avisar a los apicultores cercanos que se están por realizar aplicaciones de fitosanitarios. La herramienta vincula datos de los apiarios, a partir del Registro Nacional del productor apícola; datos cargados en base a recetas agronómicas de aplicación, y datos del aplicador. El objetivo es que cada vez sean más los municipios y provincias que se sumen a esta iniciativa para cuidar a las abejas.
El cambio climático es otro de los principales enemigos de las abejas y demás polinizadores. Ha generado grandes cambios -o incluso pérdidas- en la biodiversidad de los paisajes donde se desarrollan. Esto resulta, por ejemplo, en una disminución en la cantidad y la calidad de los distintos pólenes, afectando la nutrición de las colmenas. Las abejas con problemas de nutrición no tienen crías del todo desarrolladas y tienen afectado el sistema inmunológico que las protege de los patógenos, con lo cual se produce un círculo vicioso que deriva en un declive en el vigor de la colmena.
En los ecosistemas agrícolas, los polinizadores son vitales para la producción. Organismos públicos, instituciones, apicultores y productores deben trabajar articuladamente, como lo hacen las abejas, para su cuidado y preservación.
Autor: Ing. Agr. Daniel E. López (Casafe)