Si medimos la cantidad de kilos de carne que se puede comprar con un ingreso medio en Argentina, vemos un claro deterioro año tras año. En 2022, con datos disponibles por el Ministerio de Trabajo hasta el 3er trimestre del año, con un ingreso medio se podía comprar 66 kilos de carne vacuna al mes, un 30% menos de lo que permitía este mismo ingreso en 2019.
Este deterioro del poder de compra sin dudas es uno de los factores que genera mayor resistencia al momento de convalidar ajustes de precios.
Estacionalmente los precios de la carne vacuna suelen realizar sus ajustes más significativos durante los meses de marzo/abril asociado a un mayor pulso de demanda, para luego registrar un segundo escalón hacia el último trimestre del año.
Sin embargo, el año pasado, durante todo el segundo semestre el precio de la carne vacuna fue ajustando por debajo del aumento general registrado por el resto de los bienes y servicios, llegando a acumular un retraso de más de 56 puntos porcentuales contra inflación, a inicios de este año.
Una combinación de demanda debilitada por erosión de su poder de compra y una elevada oferta de hacienda producto de la seca, genera un escenario muy poco propicio para que el precio de la carne logre acompañar el ritmo de ajuste que impone la inflación, con tasas fluctuando ya en torno al 8% mensual.
En este contexto, las estadísticas de consumo de carne vacuna muestran una asombrosa recuperación.
No obstante, al analizar estos datos es preciso tener en cuenta que los mismos surgen de un cálculo aparente, es decir, no es una variable que se mida de manera directa, sino que, por el contrario, los números de consumo de carne vacuna surgen como saldo de la producción que no es exportada. A su vez, el dato mensual es expresado en las estadísticas oficiales -con buen criterio- como promedio móvil de los últimos 12 meses, de modo tal de suavizar posibles saltos mensuales producto alteraciones puntuales de las variables que lo determinan, producción y exportación.
Bajo este cálculo, los datos del mes de marzo -medido siempre como promedio móvil de los últimos 12 meses- muestran un consumo per cápita acercándose nuevamente a los 50 kilos anuales, unos 2 kilos más de lo que arrojaba este mismo cálculo, un año atrás.
Sin embargo, el mayor consumo de estos últimos meses no es producto de un mayor apetito de los compradores. Por el contrario, el mercado sufre uno de los períodos de mayor agotamiento de la demanda que converge precisamente en un contexto de elevada oferta ganadera provocada por la seca. Esto es lo que explica el por qué en los últimos meses se observa una importante recuperación del consumo doméstico aparente con precios que, pese a los últimos ajustes, siguen estando retrasados.
En concreto, si analizamos el comportamiento que muestra el consumo per cápita de carne vacuna y el gasto promedio asociado a dicho nivel de consumo, en los últimos 12 meses vemos un crecimiento en los volúmenes de compra aparente, pero con menor presupuesto.
Actualmente, según los datos publicados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería, se consume en términos per cápita un 3,6% más de carne vacuna (49,7kg vs 48,1 kg/hab/año) en relación a un año atrás mientras que, que el gasto promedio -medido en pesos constantes- se contrajo en un 5,1% estimándose actualmente en $7.565 por habitante por mes.
La realidad marca que iniciamos un año con elevada oferta de hacienda y un nivel de exportaciones similar a lo registrado un año atrás, lo que genera un mercado doméstico muy bien abastecido. Los datos del primer trimestre del año, muestran un nivel de producción superior a las 800 mil toneladas de carne vacuna (equivalente carcasa) de las cuales 220 mil fueron embarcadas hacia otros destinos quedando un saldo aproximado de 580 mil toneladas para abastecer el mercado doméstico, esto es un 11% superior al volumen disponible un año atrás.
Este nivel de oferta se mantendrá muy elevado durante gran parte del año. El factor climático sigue pesando y a medida que ingresamos al invierno posiblemente veamos aumentar aún más la salida de hacienda. Los datos de abril muestran un incremento en el traslado de animales a faena del 9,5% interanual, acumulando un incremento de casi 12 puntos porcentuales en los primeros cuatro meses del año.
A su vez, un dato muy elocuente de la escasa posibilidad de retención de hacienda que ofrecen muchos campos es la cantidad de animales que siguen ingresando a los feedlots. De acuerdo a los datos recientemente publicados por el SENASA, el número de animales encerrados al 1ro de mayo marca un nuevo récord de 1,95 millones lo que refleja un crecimiento del 37% interanual, superando incluso el pico de julio del año pasado, en pleno período de llenado.
En definitiva, estamos viendo un consumo sumamente golpeado por efecto de la inflación, pero también un productor sin margen de maniobra ante el escenario climático que viene transitando. En medio de ello, un sector exportador que, pudiendo actuar como dinamizador del mercado en este contexto, debe competir con herramientas que lejos de promover la actividad, limitan su accionar.
Fuente: BCR