La Fundación Libertad celebró sus 35 años con una cena en el complejo Goldencenter de la Ciudad de Buenos Aires en la que asistieron personalidades del arco político nacional e internacional como Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del Partido Popular por el distrito de Barcelona en el Congreso de España, que dejó un impactante discurso que cautivó a los presentes.
“Hoy muchísimos argentinos están emigrando a España, como aquellos españoles que un siglo y medio atrás hacían el camino inverso”, contó la parlamentaria española y amplió: “Argentina lleva décadas instaladas en el bucle de la decadencia como un ratón gira y gira en una noria”.
A partir de allí, la española enumeró la “degradación institucional, corrupción, crisis económica, crisis social” como “el legado del kirchnerismo” y lo definió como el “desierto de desesperanza” en el cual “sus principales referentes son dos piñones de feria que se pegan uno a otro en la cabeza ante la carcajada general”.
En esta misma línea, aseguró que Argentina “exhibe una brecha tan profunda entre su potencial y su realidad” como “ningún país del mundo”.
“Argentina es una recurrente expectativa frustrada y cada vez más gente la da por perdida, pero no lo está. El pesimismo es el mejor aliado del populismo, la resignación te lleva a aceptar lo inaceptable desde la falsa premisa de que no hay alternativa, pero este país la tiene”, aseveró Álvarez de Toledo.
Acto seguido fue tajante: “Argentina no necesita más izquierda, tampoco merece más antipolitica ni histrionismo, lo que necesita es una alternativa firme de libertad. Argentina no es una anomalía irremediable, es un país formidable que solo le falta un gobierno dispuesto a combatir la degradación populista, un gobierno que diga la verdad, que huya del tacticismo y resista la tentación de la demagogia, que no vacile a la hora de cometer reformas imprescindibles, castigar la corrupción, premiar el mérito, cumplir y hacer cumplir la ley, un gobierno que combata la paralizante mentalidad de subsidio, que abandere un sacrificio útil para evitar más décadas de sufrimiento inútil, que apele la responsabilidad de los ciudadanos, es decir a su libertad. En resumen, necesitan un gobierno con la valentía necesaria para tratar a los argentinos como adultos”.
En otro pasaje de su discurso le pidió “coraje” al arco político y recordó la caída del muro de Berlín en 1989 y el libro “El fin de la historia y el último hombre (1992) de Francis Fukuyama como pruebas fehacientes del “triunfo del modelo liberal”. Sin embargo, entendió que a partir de allí “la derecha se sentó en el sillón de la sala y se echó a dormir, ni siquiera celebró la victoria y es más, hasta comenzó a dudar de sus logros, lo que permitió a la izquierda reinventarse ideológicamente para hacerse dueña de la historia”.
“Hoy la izquierda define y domina el campo de juego político, mientras tanto la derecha dividida desorganizada y a la defensiva se consuela con que de vez en cuando la dejen gobernar”, deslizó sin titubear la congresista para luego definir a esta situación como “el tablero inclinado de la política”: “La izquierda está en la parte alta de la cancha con ventaja y la derecha en la parte baja bracea y a veces consigue el gobierno, pero nunca el poder”.
En esta línea planteó una mirada hacia dentro de los movimientos de derecha y sentenció: “Nuestras derechas pretenden ganar las elecciones a pesar de sus ideas y no gracias a ellas y acaban perdiendo la batalla cultural. Nuestras derechas se empeñan en creer que a los ciudadanos solo le importa el bolsillo, pero no es verdad, los seres humanos tenemos ideas, aspiraciones. Nuestras derechas insisten en distinguir las ideas de la gestión como si la gestión no fueran ideas y como si las ideas de libertad no son las que sacan a millones de personas de la pobreza aunando justicia, progreso y dignidad. Nuestras derechas creen que el centro es un punto geográfico definido por el adversario, el centro de la nada. Nuestras derechas buscan desesperadamente que las llamen moderadas cuando la moderación es la medalla que te coloca la izquierda cuando te portas bien, es decir, cuando haces lo que a ella le conviene”.
Para Álvarez de Toledo, “la solución es trabajar para rearmar el tablero, rearmarnos ideológica y políticamente, construir alternativas con perfil propio y valor”.
Así llegó a la conclusión de que “defender la democracia, limpiar la corrupción, salvar tu tejido colectivo, reconstruir tu país no puede hacerse sin un alto grado de resistencia, sin conflicto y sin costo”.
Rápidamente reiteró la relación entre el “pesimismo” y el populismo y argumentó: “El apocalipsis es otra forma de utopía que los populistas aprovechan para justificar la llegada de un mesías, un caudillo, un salvador”. En contrapunto, habló de su postura optimista ante el futuro: “El optimismo racional, en cambio, es combativo. El optimista se levanta del sofá y hace lo que debe hacer cualquier con un mínimo de la historia y del impresionante progreso que la humanidad ha experimentado en los últimos tres siglos: trabajar para que ese progreso continue”.
Luego realizó una autocrítica en cuanto a la presencia de la izquierda en América Latina y España: “Si la izquierda ha vuelto con fuerza en todo Iberoamérica es en buena medida por nuestros errores”.
“Esto podrá molestar, pero tiene una lectura positiva, porque de nosotros depende acertar, ganar elecciones, llegar al poder y hacer realidad la esperanza de una Iberoamérica fuerte y democrática”, arremetió la diputada española y sostuvo que la obligación de la derecha es “construir alternativas políticas en toda la región no sólo con la razón” por sí sola, sino otorgarle una “representación y para eso se necesitan cuatro cosas: lideres, ideas, coraje y unión”.