A casi 3 años de su asunción como intendente de Rosario, Pablo Javkin acelera la marcha de su plan de gobierno postergado por la pandemia. En su móvil, lleva un tablero de control desde donde monitorea 638 proyectos que se ejecutan en diferentes áreas de gobierno, una herramienta digital que le da a la ciudad una lógica de gestión, un orden y criterio de asignación de recursos, sin dar margen a la improvisación.
Inició prácticamente su gestión con un consejo de crisis en reemplazo de su gabinete para atravesar la pandemia. ¿Cómo entra un plan de gobierno de cuatro años en poco más de uno?
Las pandemias dejan secuelas durísimas, a tal punto que recién ahora pudimos relanzar el sistema de transporte después de la catástrofe sanitaria.
Hoy estamos en un plan de reconstrucción de una ciudad que hay que ordenar, desde sus cuentas, sus espacios públicos, su código de convivencia a gran parte de su código urbano.
Antes de asumir elaboramos un plan de gestión con seis ejes dentro de los cuales hay un total de 638 proyectos. Buscamos una herramienta que funcione como un tablero de control y seguimiento, algo que en el Estado no existe. En Argentina la gestión pública siempre depende del talento y obsesión -o no- del que gobierna.
Compramos un software que se llama ClickUp. Todo mi equipo lo tiene en el celular, donde está el estado de cada uno de esos 638 proyectos, con su ficha, su responsable, el monto de financiamiento, su evolución y actualización.
¿Le asigna un peso importante a la digitalización de la gestión pública?
Lo digital es importante para acelerar procesos y da un horizonte de vinculación con el ciudadano más directo.
En este caso digitalizamos todo el vínculo del ciudadano con el municipio.
¿Qué desafíos enfrenta en el 2023?
Infraestructura. Se viene un alto nivel de obra pública.
Urbanizar los barrios más violentos -Banana, Tablada, Ludueña, Sorrento, Cullen-
También llegar con el pavimento definitivo. Es una asignatura pendiente que históricamente tiene Rosario con gran parte de su territorio, y culminar mi gestión con cerca del 100% de alumbrado público LED.
¿Con qué recursos cuenta para concretar esas obras en un año electoral con nación y provincia de signo opositor?
Dos tercios de estas obras se harán con recursos propios.
Lo que venga de nación, provincia o el BID, bienvenido, pero lo que no puede pasar es que la ciudad no pueda pavimentar con recursos propios, más allá que vamos a lograr antes de fin de año 3 o 4 obras financiadas por la provincia
¿Cómo están las cuentas de la ciudad?
En el orden financiero teníamos una ciudad absolutamente desequilibrada en torno a su propio financiamiento.
Rosario tiene la peor discriminación, que no corresponde solo a este gobierno, es histórica, esta ciudad recibe la mitad de lo que tributa.
El presupuesto 2023 va a tener un total recursos $147.860 millones, con la particularidad que debemos tomar las pautas de los presupuestos de nación y provincia, que toman una inflación del 60% anual.
Volviendo a la pregunta de administrar una ciudad en un contexto opositor, hay que cambiar estructuralmente ese vínculo con la provincia.
Las dos últimas masas salariales previas a mi asunción las pagó la provincia, teníamos la comodidad de un gobernador como Miguel Lifschitz que hacía las obras y ponía la plata.
Pero a Rosario no le sirve recibir. Es como que todos los días me inviten a tomar champagne importado y un día me digan, hoy pagá vos. Pero yo no puedo pagar ni una vez aunque el otro me invitó 50.
En la foto final equilibramos el presupuesto por segundo año consecutivo y si no hubiésemos tenido la crisis del transporte público, estaríamos con superávit alto.
Una de las cosas que logramos es el retorno después de 60 años al mercado de capitales.
Fuimos a un programa de inversión de letras muy prudente, que emitimos y pagamos.
Tuvimos una buena calificación y ahora nos mejoró. No es menor que la ciudad esté calificada para ir a buscar plata al mercado.
¿Volverá a emitir?
Hoy no tenemos ninguna necesidad de hacer una nueva emisión. Con recursos propios y sin adelantos del banco pasamos aguinaldos y pasamos enero, pero tal vez emitimos para cubrirnos de un salto de la economía que nos aumente costos y nos haga parar la obra pública. Es un año electoral donde se pueden parar las obras.
¿Es optimista con el armado de una fuerza política amplia?
Si ponemos la agenda adelante, soy optimista que podamos construir.
Santa Fe tiene que tener un espacio que tenga volumen, plan y espalda política. Tendría una riqueza enorme a partir de los gobiernos locales que mayoritariamente llevamos adelante en la provincia.
Hay que trabajar obsesivamente en eso. No me perdonaría que no lo hagamos, sería una oportunidad regalada. También creo que la sociedad podría acompañar a un espacio opositor amplio, donde el que rompa no tenga perdón y acuse el fracaso en las urnas.
La gente mira con atención el comportamiento de la oposición y advierte demasiados egos.
Cuando miras la dimensión de lo que implica en serio resolver el tema de la seguridad, lo que implica la tarea de acompañar con infraestructura el desarrollo productivo, es demasiado trabajo para limitarse a un tema de egos.
¿Cuál podría ser la consecuencia de una falta de consenso?
Si no consensuamos la gente va a votar enojada.
Lo que se está generando a mi entender es que a la gente le encanta el que canaliza el enojo. Me niego a creer que con la experiencia que tenemos todos, no veamos lo que está pasando en el mundo donde las democracias se rompen.
La pandemia rompió mucho más de lo que creemos, si miramos 100 años atrás, el mundo tuvo pandemia, guerras y autoritarismo.
¿Bajo qué circunstancias podría encarar una candidatura a gobernador?
Si se arma el espacio, porque es tener posibilidades no de ganar solamente sino de realizar, que es el gran problema de la Argentina, ganar y no poder hacer porque eso te rompe la legitimidad.