Una estrategia que agrega valor, reduce el desperdicio, disminuye costos y minimiza el impacto ambiental de los residuos.
Según coinciden los especialistas, se trata de una estrategia que agrega valor, reduce el desperdicio, disminuye costos y minimiza el impacto ambiental de los residuos. Un verdadero círculo virtuoso.
De acuerdo con Livia Negri, especialista del Instituto de Tecnología de Alimentos del INTA Castelar, “es posible minimizar y valorizar los grandes volúmenes de residuos, descartes y subproductos que generan las actividades agropecuarias y agroindustriales, mediante la aplicación de tecnologías adecuadas”. Y agregó: “La producción de residuos es una parte inevitable de la cadena de elaboración y suministro de alimentos que pueden reincorporarse a la cadena productiva”.
Es que, según la especialista, se trata de “recursos de mucho valor, verdaderos insumos y materias primas de muy buena calidad y de bajo costo”. En este sentido, Negri consideró “clave” aprovechar los SDR en la misma región donde se producen, para evitar incrementar los costos y el impacto ambiental.
En esta misma línea, destacó el aporte del INTA, detallado en informe técnico, al “desarrollar y adaptar tecnologías, proponer soluciones, aportar a la generación de conocimientos y consolidar una red de personas capacitadas”. Todo ello para dar respuesta a problemas concretos del sistema agroalimentario argentino (SAAA) y contribuir con su sostenibilidad ambiental y competitividad.
El descarte de cítricos puede emplearse para la suplementación de rodeos, dado su alto valor energético.
Cómo convertir un problema en una solución
Según cifras de la FAO, se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen. Si bien las pérdidas varían según la cadena, los grandes volúmenes de residuos, descartes y subproductos generados por la industria agroalimentaria constituyen un gran problema.
En el caso de las frutas y verduras, aspectos vinculados con su estética o tamaño conllevan a su descarte, dado que no cumplen con las exigencias de los consumidores. A esto, se suma los residuos y subproductos propios de la industrialización, tales como piel, semi llas, carozos, bagazos o sueros. La pregunta es: ¿son desechos o insumos?
Para Negri la respuesta es simple. En su mayoría, pueden ser considerados insumos. Y como ejemplo se refirió a la utilización del bagazo de cebada, un subproducto de la fabricación de cerveza, para alimentar ganado bovino. O bien, el descarte de cítricos para la suplementación de rodeos destinados a la producción de carne y de leche, dado su alto valor energético.
También se refirió a la obtención de harina de banana de descarte, a partir del remanente de frutas que no califican para la comercialización en fresco. Además, mencionó la técnica de deshidratación en cerezas para la obtención de pasas con valor agregado y aprovechar los excedentes de frutas estacionales, o bien la producción de barritas de frutas deshidratadas y frutos secos aptas para celíacos
Entre las numerosas alternativas de aprovechamiento de residuos, también está la obtención de snacks saludables a partir del descarte productivo de zanahoria. Así, se l aprovechamiento de las zanahorias que, aún en óptimo estado de madurez, no se comercializan por su forma o tamaño.
Otro modo de reciclar residuos es aprovechar el descarte de girasol para producir hongos y biofertilizantes. Así, reutilizan la cáscara de girasol que generan las aceiteras, procesan el sustrato degradado por los hongos y lo transforman en biofertilizante.
A su vez, es posible producir plásticos biodegradables con uno de los principales desechos de la cadena láctea: el lactosuero. Lograron transformarlo en dos productos con alto valor agregado: por un lado, plásticos biodegradables, que podrán también aplicarse a compostaje, y por el otro, un aditivo para la nutrición infantil.
Fuente: INTA