“Cuando veo la Argentina, tengo un déjà vu del Ecuador de hace 22 años”

El portal mendocino Memo, expone una interesante entrevista al expresidente de Ecuador que implementó la dolarización, y cuenta las semejanzas de aquel escenario con la actualidad argentina, el rol de Cavallo y qué está pasando en América Latina.

Por elección -y obligación- Jamil Mahuad vive en Boston, Estados Unidos, siempre vinculado a la Universidad de Harvard. Así lo quiso luego de que un golpe de Estado en el año 2000 lo depusiera, y así deberá ser a partir de una condena a 12 años de prisión que le impide regresar a Ecuador.

Fue el primer presidente de todo el mundo que dolarizó la economía de su país: hasta comienzos de 2000, no había antecedentes, no había con qué comparar o dónde tomar referencia. Pero él, junto a un equipo al que consultó, incluido Domingo Cavallo, no dudó y avanzó.

Hoy, a 22 años de la dolarización de Ecuador, Mahuad encuentra ciertas semejanzas entre aquella realidad de su país y la Argentina, como las imposiciones del Estado para evitar que la gente acceda al dólar, o una inflación superior al 50%; en este punto, ampliamente superada aquí.

“Cuando veo la situación argentina tengo un deja vu de lo que vivió el Ecuador hace 22 años. Veo que el dólar sube, que suben las tasas de interés para tratar de controlar la inflación, que los salarios caen en picada, que hay protestas sociales, que se multiplican las proposiciones de cómo arreglar el problema”.

Mahuad fue condenado en Ecuador por el congelamiento de los fondos en los bancos, una especie de “corralito” que aplicó previo a la dolarización y que aún hoy justifica como “necesario” para poder dolarizar, esto último respaldado por seis presidentes de distinto color político.

Fuente: Memo – portal en alianza sinérgica de ideas con Fundación Libertad

-¿Se arrepiente en algo de aquella medida o cree que está vigente?

– Tal vez, la mejor respuesta no la daré yo sino que la da la actitud del pueblo ecuatoriano. Tenemos más del 90% que 22 años después de la dolarización no quiere oír sobre cambiar la moneda por algún otro tipo que podríamos inventar. La razón de ello son los resultados concretos. La gente sabe cuáles son las cosas que la benefician y quiere conservarlas. Para darles una idea: usted ya mencionó la brutal crisis que afrontamos en el último año del último milenio, teníamos una inflación desaforada, macro devaluaciones, protestas sociales por obvias razones, los salarios se deterioraban y entonces la analogía que yo uso es la de un amigo mío de Boston, en donde yo estoy, en la Universidad de Harvard. Él se llama Dan. Dan tenía un problema con su hígado y lo mantenían con pastillas, dietas, ejercicios hasta que un día el médico le dijo: “Mira, tu hígado no va más. No hay manera de que puedas seguir viviendo con los regímenes que hemos seguido hasta hoy. Tú necesitas un trasplante de hígado; es lo único que te salvará”. Y así se hizo. Entonces, ¿cuál es la conexión entre historia y la dolarización ecuatoriana? Que nosotros, al igual que casi todos los países en el mundo, veníamos manteniendo nuestra moneda propia, ajustándola con devaluaciones micro, macro, con tablitas preanunciadas o anunciadas, etcétera. De once esquemas diferentes para fijar el tipo de cambio que estableció Jeffrey Frankel, un profesor de Harvard en ese entonces presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton, el Ecuador ya había usado nueve. Todas produjeron un impacto. Sirvieron -al igual que las pastillas de Dan- durante una época. Había dos que no habíamos intentado: la convertibilidad y la dolarización. Nos dimos cuenta en el gobierno y un grupo de ciudadanos ecuatorianos que nuestro sistema no daba más. Necesitábamos un “trasplante” y consistía en adoptar el dólar de los Estados Unidos.

Nosotros no predicamos dolarización. No somos fanáticos de la dolarización, pero pensamos que en las circunstancias de un país como las que vivía el Ecuador, la única salida posible era esa. Ahora, una política pública de ese tipo, que cambia todo y que necesita mantenerse en el tiempo porque, si no está bien hecha y si no tiene el apoyo necesario, fácilmente puede ser reversible y en ese caso tal vez el problema sea peor que antes. Para que una política se mantenga hacen falta tres cosas, algo que yo llamo “mesa de tres patas”:

Una pata técnica: tiene que hacerse un estudio, en este caso, de la situación económica del país para saber qué pasa con las reservas, exportaciones, importaciones, posibilidades de acceso a créditos externos, déficit fiscal, el impacto que tendrá en el sector financiero, etc. Todo eso tiene que estar estudiado por técnicos. Usted mencionó a Alfredo Arízaga y él era el ministro en ese momento.

Segundo: en el caso del hígado de Dan, no podía haber trasplante sin el consentimiento del paciente. en el caso de un país la política pública tiene que ser aceptada por la comunidad. Lo que yo llamo el “test o la prueba del CuCo”, por “culturalmente compatible”, es decir, que cualquier política pública debe ser culturalmente compatible con la realidad en la que se aplica. Lo contrario es una importación sin sentido. Y así como el organismo de Dan podía rechazar un hígado porque ese extraño no le pertenecía, el país puede rechazar una decisión si es que no va con lo que está pensando. ¿Qué pasaba en el Ecuador? Cada persona que podía usaba los sucres, nuestra moneda local, para comprar dólares. En cuanto recibía sucres los transformaba en dólares o cualquier otro bien porque el mejor negocio era deshacerse de los sucres lo más rápido posible. Queda en claro que la segunda pata es la aceptación social.

La tercera pata es la viabilidad política. Dan no puede tener un nuevo hígado si no tiene un equipo de médicos que sepan que van a haber shocks (él tuvo una septicemia y dos problemas cardíacos) pero el equipo estaba preparado, sabía que eso podía ocurrir y estuvieron allí para ayudarlo y hoy vive tranquilamente. Esa es la situación del Ecuador después de tantos años: tuvimos shocks, los superamos y hoy la mejor defensa que tiene la dolarización es más del 90% de la opinión pública del país que no quiere tocarla.

– Usted ha descripto lo que hoy es la realidad argentina, aquel ecuador de hace 22 años. ¿Qué conoce usted de nuestro caso y qué recomendaría?

– Empiezo por lo segundo: jamás me atrevería a darle un consejo o recomendación a la economía argentina. Tengo un gran respeto por su país, por sus excelentes economistas. Creo que ustedes pueden de manera racional llegar a las conclusiones más adecuadas. Les puedo contar mi experiencia y cuando veo la situación argentina sí tengo un deja vu de lo que vivió el Ecuador hace 22 años. Cuando veo que el dólar sube, que las tasas de interés también se suben para tratar de mantener a la gente comprando en pesos y no cambiarse al dólar, cuando veo que eso genera que los salarios de la población caigan en picada porque su poder adquisitivo se deteriora, eso obviamente genera protestas sociales. Cuando veo que se multiplican las proposiciones de cómo arreglar el problema… Un problema muy serio de mi país era la total falta de acuerdos políticos. Que el Ecuador llegara a tener un plan y una especie de objetivo nacional era casi imposible. Entonces, tanto la dolarización como la firma de la paz con el Perú, en otro campo totalmente distinto, han sobrevivido ya 22 años, 23 en el otro caso, y están ahí porque se consiguieron las tres patas.

Yo lo que sugeriría como método, no como resultado, es un análisis técnico muy bien hecho, ver qué es lo que está pensando la población y tratar de conseguir acuerdos básicos entre la élite del país: una parte es la política, pero también la élite empresarial, sindical, etc., para que haya una especie de movimiento nacional que apoye eso.

– Usted es el artífice de la dolarización y de la paz con Perú, dos hechos trascendentales. Entonces, ¿cómo se explica que a usted lo hayan derrocado?

– Un amigo aquí en la Universidad de Harvard me decía: “Cuando yo hablo con algún ecuatoriano y le pregunto cuál es la política pública internacional más importante en los últimos 50 años, me dicen “la firma de la paz con el Perú”, y cuando le pregunto lo mismo en materia económica me dicen ?la dolarización’. Cuando pregunto en materia social me dicen “la creación de un bono que consistió en una transferencia de dinero a las madres más pobres del país”, en un momento en que las transferencias de dinero eran casi inexistentes, había uno o dos antecedentes. Al mismo tiempo me dicen que tú no solo fuiste derrocado sino que ahora no puedes volver al Ecuador, ¿cómo explicas eso?”. Fíjese que es exactamente su pregunta. La verdad es que se puede explicar de una manera y es que decisiones de esa naturaleza sin dudas cambian los paradigmas de un país. A veces, uno funciona en el mismo paradigma y lo va ajustando. Pero otras veces tiene que cambiarlo totalmente. En el libro que publiqué (“Así dolarizamos al Ecuador: Memorias de un acierto histórico en América Latina”), el más vendido en Ecuador de no ficción, recuerdo el caso de Alejandro Magno. Recuerden que en la mitología griega había dos tipos de nudos: los nudos normales, que con paciencia y habilidad se los podía desatar. Pero estaba el famoso nudo gordiano, un nudo que cada vez que usted trata de desatarlo se ata más. Vino Alejandro y, en lugar de perder tiempo intentando desatarlo, sacó la espada y lo cortó. La dolarización fue eso: un corte de un tajo, con todas las consecuencias que eso implica, porque ya no había manera de desatar lo que ocurría ahí. Lo hice con la opinión contraria del Fondo Monetario Internacional, del mayor grupo de macroeconomistas ecuatorianos, con muchas opiniones de dirigentes políticos que se oponían totalmente a la medida, pero tomé la decisión. Y entonces, ¿por qué ha sobrevivido la dolarización y la paz? Porque cumplió las tres patas.

En el caso de la paz, hicimos todos los estudios técnicos en relaciones internacionales, historia, identidad nacional, etc. La gente en Ecuador y Perú querían la paz. No encontrábamos el camino, no sabíamos por dónde, pero ambos pueblos querían vivir en paz. Llegó un momento en que logramos un acuerdo político. En el Ecuador el Congreso Nacional aprobó que los países garantes, en donde estaba Argentina, otorgó un cheque en blanco a los garantes, ya que eso es un arbitraje, logramos salir de ahí. Como teníamos las tres patas, la decisión se ha mantenido.

Me permito recordar que ambas decisiones han sobrevivido a seis presidentes en un país sumamente inestable. Ahora tenemos en Ecuador 4% de inflación anual, la mitad que los EEUU. Durante 20 años hemos tenido inflación de un dígito y antes, igual que muchos de nuestros países, 50 o 70% de inflación anual era lo normal. Se eliminó la devaluación por obvias razones. Cortamos durante los primeros 7 u 8 años el déficit fiscal por la simple razón de que no había que convencer a los políticos -que son tan difíciles de convencer- de que no imprimieran moneda para financiar déficit. ¡No podían imprimir dólares! Es decir, era una camisa de fuerza puesta a propósito con la lógica de que cuando usted tiene una persona que no puede controlarse a sí misma, y que además se causa daño y se lo infringe a los demás, hay que restringir sus movimientos. Esa fue la lógica para tener al dólar como moneda: no podemos imprimir dólares, entonces se cortó el déficit. Luego, precisamente en el gobierno de Correa llegamos a gastar 40 y más por ciento en gasto público. Y a pesar de eso, de todas las decisiones que ese gobierno tomó por 10 años, ¿por qué no la cambió? Porque sólo el dólar era más popular que él. Y entonces sabía que una decisión ejecutiva de cambiar la moneda le traería un rechazo político inmediato. Gracias a eso, esta frase la repite todo el mundo en el Ecuador. Gracias a eso nuestra economía no está como la de Venezuela.

– ¿Por qué no eligió la convertibilidad como camino, en lugar de la dolarización? 

-Por una razón, porque para que la gente ecuatoriana, mi gente, tuviese confianza en una moneda y le diera a la moneda que teníamos que crear el mismo valor que un dólar, habríamos tenido que hacer un acto casi de magia que no estábamos en posibilidades de hacer. Cuando la gente normalmente se refugiaba en el dólar y teníamos el 70% de la economía dolarizada, una de las preguntas que nos hicimos en el equipo técnico del gobierno fue, una pregunta muy simple. ¿Qué es más fácil. Dolarizar el 30% restante o tratar de volver a una moneda que habría que inventar? Entonces, en Ecuador llegamos a la conclusión de que no había manera de crear una moneda que fuera creíble y por eso nos fuimos con el dólar, porque el gran porcentaje de importaciones y exportaciones era con Estados Unidos. Estábamos en la esfera mundial que se manejaba con el dólar, razones históricas, comerciales, de producción futura, etcétera.

Ahora, algo muy importante. Fuimos el primer país en el mundo que dolarizó, lo cual es gravísimo, porque no tiene referencias, no tiene a dónde ver, no tiene de dónde copiar o adaptar. Pero el país que estuvo más cerca de eso, era precisamente Argentina. Y yo llamé a la persona que había tomado esa decisión en su país, a Domingo Cavallo, con quien por razones académicas aquí en Boston llegamos a tener contactos antes, cuando él era canciller de Argentina. Él y su equipo de la Fundación Mediterránea nos dieron una gran asesoría en qué significaría dolarizar, qué decisiones habría que tomar y cómo habría que implementarlo. En esa época Domingo era invitado en todo el mundo a dar conferencias, a recibir condecoraciones, porque era considerado el hombre que había creado un régimen estable en Argentina. Las cosas no suelen ser para siempre y luego vi cómo caía el gobierno del presidente De la Rúa y entonces las cosas cambiaron. Pero nuestra gratitud en el Ecuador es muy grande hacia él y hacia el equipo de la Fundación Mediterránea, hacia el doctor (Guillermo) Calvo, también argentino que vive tantos años en Estados Unidos, que creía en al dolarización. Hacia Ricardo Hausmann, que era entonces economista jefe del BID, venezolano. A tal punto que el prólogo del libro del equipo, que se llama “Así dolarizamos Ecuador” se lo pedimos a Cavallo y Hausmann tiene un capítulo ahí.

– ¿Cómo ve a Latinoamérica, con una convulsión ideológica en donde la izquierda se opone simbólicamente a la utilización del dólar por razones soberanistas o principios ideológicos y la derecha no logra cuajar con una solución a los problemas que tienen nuestros países?

– Yo no predicó dolarización, no soy apóstol de la dolarización. Soy un apóstol de políticas públicas sensatas y sólidas. Y en situaciones como la del Ecuador de hace 22 años, el trasplante de hígado llamado dolarización, era la decisión concreta. Es muy interesante que seis meses después de haber adoptado la dolarización, en contra de la opinión del Fondo Monetario Internacional, el director gerente del Fondo, Stanley Fisher en ese momento, dijera que debían reconocer que fue la medicina adecuada para ese paciente, en ese momento. Así de individualizada tiene que ser la solución hacia la crisis. Quitando petróleo y minerales, las exportaciones ecuatorianas se han multiplicado por siete desde el año 2000. Han crecido más qué países como Colombia y como Perú, sobre todo en el caso de Colombia, que tienen bancos centrales muy activos y que usan la devaluación monetaria como un mecanismo para impulsar competitividad. Los empresarios ecuatorianos de un lado perdieron la posibilidad de devaluar, y sin duda eso afecta, pero por otro lado consiguieron que la inflación fuera de un dígito, que no hubiera más devaluaciones y que las tasas de interés, fueran tasas de interés internacionales.

Entonces esto les ha permitido planificar, sabiendo sus costos y teniendo un futuro estable. El valor de la estabilidad para los buenos empresarios es impagable, les permite pensar y diseñar sus negocios. Entonces esa es otra razón por la cual estamos ahí y si tomas las economías de América Latina desde el año 2000, la que más ha crecido es la del Ecuador. El crecimiento del Producto Interno Bruto. Entonces son muy buenas noticias. Y para los trabajadores tenemos el salario mínimo más alto de América Latina. El salario ecuatoriano ahora está alrededor de US$425 por habitante, mínimo, US$425 sin inflación, es una cosa muy buena. Nos permitió fomentar una clase media que empezaba, porque se convirtieron en sujetos de crédito. Quién le vendía una refrigeradora o un automóvil o una casa a un trabajador, si su salario en enero estaba aquí y por la devaluación y por la inflación en diciembre estaba allá. Nadie le vendía nada, porque sabía que no le podía pagar en diciembre la cuota.

Pero ahora, sin inflación y sin devaluación, se convirtieron en sujetos de crédito. Tuvo un impacto social en nuestra ciudades. Por ejemplo, comenzó a haber problemas de estacionamiento porque mucha gente empezó a comprar autos. Son impactos por todos lados, pero gracias a Dios las ventajas son mucho mayores.

¿Qué veo yo en América Latina? En general en el mundo creo que hay un nivel de rabia, de insatisfacción enorme. Yo diría que eso es generalizado. Y la primera reacción psicológica y social es protestar contra el que está arriba, contra el que está en el poder. Y entonces son impopulares gobiernos de todos los colores. Cuando está arriba alguien de derecha gana alguien de izquierda y cuando está arriba alguien de izquierda ha estado ganando alguien de derecha. Y el último caso de Chile es impresionante. Un presidente de Chile recién elegido que decidió atar mucho la gestión de su gobierno con la aprobación de una constitución, recibe un rechazo muy poco después de ascender al poder. Entonces, es un nivel de insatisfacción que ha llevado a la democracia como sistema a los peores niveles de aprobación históricos en nuestro continente. Prácticamente todos los países, nadie está contento con la situación. Es un reto importantísimo, porque si no la revitalizamos, no la repensamos, si no la readecuamos para que dé resultados, va a haber muchos problemas.

Yo siempre insisto en que la democracia tiene tres elementos y los saco del famoso discurso de Abraham Lincoln. El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y debemos cumplir las tres. Del pueblo significa legitimidad de origen, un gobierno elegido en elecciones limpias. Por el pueblo significa, un estado de derecho. Un país se ha dado una constitución, un marco legal, con varias leyes y se debe gobernar siguiendo esos principios. Y el tercero, para el pueblo, el resultado tiene que ser una mejora de la calidad de vida de la población, no es una línea, será una línea con subidas y caídas, pero la tendencia tiene que ser a mejorar.

Le damos me parece a mí muchísima importancia al origen de los gobiernos, si son o no elegidos democráticamente y está bien. Le damos muchísima importancia a que ejerzan su gobierno de acuerdo a los marcos legales y constitucionales, y está muy bien. Pero debemos darle muchísima, pero muchísima importancia al tercera, que el resultado de la gestión le llegue a la gente a sentir que el sistema le trae algo bueno para ella, porque de lo contrario, sí siente que no hay nada para ellos, por qué razón lo van a defender.

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