De ser líder en la venta de generadores a vender caños e instalaciones de agua y electricidad

Con un contenedor parado en China pago hace más de un año, asegura que el bloqueo de generadores, bombas, hidrolavadoras y herramientas es alarmante

El “festival de importaciones” que denunció la vicepresidente Cristina Fernández choca violentamente con la realidad que padecen las industrias y comercios en la Argentina. La verdadera grieta es ya el abismo insondable entre la realidad de la calle y el relato político.

La Guardia Ferretera, líder histórica en venta de generadores, es parte de la verdad negada por la política. 

Como todos los años, esta redacción acude a su titular, Eduardo Orso, para actualizar los precios de los equipos altamente demandados para cubrir los cortes de energía que se potencian en la época estival, como parte de la decadencia nacional.

“No hay generadores, recién vendí uno que no entrará más. El bloqueo a las importaciones es total. Tampoco hay bombas para cisternas, ni hidrolavadoras, ni aspiradoras, ni herramientas”, dijo Orso. La descripción del empresario es categórica, ni siquiera no hay porque no conviene vender o no se sabe a qué precio hacerlo, no hay porque es imposible el ingreso de los equipos al país.  

La situación de La Guardia Ferretera se multiplica por cientos de miles de pymes: “Ver galpones de 7.000 m2 ociosos, vacíos, sin mercadería. Entrar y econtrarse con un grupo de empleados trabajando en un rincón de semejante fábrica de soldadoras de última generación, con máquinas robotizadas. Y ahora no se sabe si la salida para sostener esta estructura es fabricar carretillas. Es una postal dramática ver esa enorme superficie sin actividad, capaz que es mejor alquilarla a una Iglesia Evangélica”, describe y concluye Orso sobre la situación de un colega. 

Entrenados para desafiar el precipicio, el ADN del empresario argentino, resiliente, luchador, agudo observador del mercado, se apoya en ese virtuosismo para reconvertirse.

“¿Qué hago, bajo las personas o me reinvento?”. La respuesta a esa duda existencial tuvo una única salida: reunió a su equipo de trabajo, y les señaló:

“De un lado está el abismo, del otro la reconversión”

Y así de vender generadores, taladros, soldadoras, comenzaron a vender caños de agua, líneas de canillas, llaves de paso y todo lo relacionado a la instalación de agua. También entró en la comercialización de cables y todo lo inherente a la instalación eléctrica.

“Entramos en otro mercado con grandes jugadores, con marcas muy impuestas. Salimos a competir vendiendo caños y cables, tocando nuevas puertas, con nuevos catálogos. Elegimos un nicho en el que vimos un espacio para poder entrar, es el de productos de líneas más económicas, que funcionan muy bien, de calidad, pero son más económicas, porque en la construcción hay diferentes niveles, ya sea en edificios, casas y fábricas”.

Todo un desafío que implicó capacitación intensiva a los mismos vendedores para salir con convicción a ofrecer productos que jamás habían vendido.

Así Orso comenzó a proveer para las constructoras: “Hay empresas que andan muy bien, consumen mucho”, señaló optimista. 

Si bien el esfuerzo está generando sus frutos, el trago amargo de convivir con políticas erráticas, inseguridad jurídica y malas leyes laborales, cargan al empresario de mochilas adicionales al nuevo desafío de la reconversión:  

“Tengo un contenedor hace un año y tres meses parado en China porque no me permiten girar el dinero”, recuerda, mientras agrega: “en el baúl del auto tengo dos carpetas, en la de color ‘negro’ están todos los productos importados, los que no se consiguen”. 

El camino vidrioso de la economía hiper regulada, trae a su memoria un par de anécdotas tragicómicas: “Le pude conseguir a un reconocido corredor de autos una llave de impacto. Cuando la vino a buscar abrazaba la herramienta con emoción, con felicidad. Y yo pensaba: qué situación increíble, a lo que hemos llegado, pensar que ese llave es una herramienta más en cualquier parte del mundo”. 

El otro episodio, también moneda corriente vivido por empresarios en la búsqueda permanente de buenos recursos humanos, tuvo que ver con un empleado ejemplar: “Perdí un empleado hace 6 meses muy preparado, de primera. En cinco años faltó dos o tres veces. Pero tiene tres hijos, la mujer no trabaja, y con los planes gana unos pesos más. Planes con changas fue su opción”.

“La situación es muy delicada. No veo nada bien. ¿Para qué quiero un dólar más barato si no hay mercadería, no hay producción?”

“No hay producto más caro que el que no hay. No hay dudas que hay que cambiar el rumbo. No estoy hablando de política partidaria, mi única política es el comercio. Hablo de medidas económicas para la producción”, concluyó. 

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