En el verano se presentan condiciones desfavorables que pueden deprimir las ganancias de peso de los animales sobre pasturas anuales y perennes de crecimiento estival. En esa época, el crecimiento de las pasturas perennes de ciclo otoño-inverno-primaveral es escaso y se produce una marcada declinación de su calidad. Ante esta situación existen cultivos alternativos como la moha, que son de rápido crecimiento inicial y pueden ser pastoreados a partir de 35-45 días de sembrados, además de ser muy eficientes para henificar.
Actualmente, varios productores ganaderos de la región pampeana se preparan para el comienzo de una nueva campaña de moha y dejar su destino en una de las especies que requiere menor manejo, y a su vez promueve un rápido crecimiento. Es una gramínea anual estival, de ciclo muy corto, conocida en la Argentina como “moha de Hungría” o “moha” y botánicamente como Setaria italica. Es la forrajera de verano que tradicionalmente ha sido utilizada como forraje conservado, principalmente en forma de heno, en sistemas de producción de leche y de carne. Para ahondar en detalles, el ingeniero Julio Velazco del INTA Pergamino, en diálogo con Nuevo ABC Rural, comentó las cualidades agronómicas del cultivo y su ventaja para la producción bovina, entre otras características.
—¿Qué beneficios busca el productor al implantar un cultivar de moha?
—La principal característica positiva es el alto crecimiento que genera la planta en un periodo de producción muy corto (50-70 días); no tiene competidores en ese sentido. Además es un cultivo de mucha plasticidad para determinar el momento de siembra y se lo puede introducir en las rotaciones. Es un excelente forraje para ser utilizado como heno en todos los sistemas productivos de leche y carne.
—¿Cuál es el momento principal de siembra y qué aspectos hay que priorizar?
—La época de siembra se adapta muy bien a los requerimientos del productor. Principalmente el mejor momento para implantar moha es entre noviembre y diciembre, más allá que la brecha puede ir desde octubre a enero. Se recomienda una densidad que varía entre 25-30 kg/ha y una profundidad de 2-3 cm en siembra directa, y 15-20 kg /ha a 3-4 cm en siembra convencional. Generalmente se comporta mejor en siembras en hileras a 15-23 cm con sembradora común de granos finos, pero también puede sembrarse al voleo con cajón alfalfero.
Utilización en el tambo y para producción de carne
La reserva del forraje bajo la forma de heno es la mejor alternativa para utilizar la moha. Compatibilizar cantidad y calidad del heno a obtener determina, sin duda, perder una porción de ambos atributos y para ello se debe elegir el momento óptimo para cortar el material. “No es aconsejable henificarla en estados más avanzados que el de grano lechoso ya que, además de perder calidad, se pierde materia seca y no se aprovechan los granos debido a que se caen durante la confección del fardo/rollo”, destacó Velazco.
—¿En qué sistemas productivos se utiliza la moha con mayor frecuencia?
—En realidad, es utilizada en los tambos como fuente de fibra, donde si requerimos mayor calidad, podemos hacer la cosecha del forraje en pre-panojamiento para obtener mayor combinación de cantidad y calidad de materia seca.
En sistemas productivos menos exigentes o con animales de más bajos requerimientos, la ventana de corte es más amplia (desde pre-panojamiento hasta grano lechoso), obteniendo mayor rendimiento pero menor calidad.
Mínimos requerimientos
Con muy buena producción de verdeo en los meses de mayor insolación, es el prototipo de forraje conservado como heno entre las gramíneas. El potencial de producción y de acumulación de materia seca en un corto período, con buena calidad nutritiva y su aptitud para henificar o ensilar, la sitúan como una de las tres reservas forrajeras estivales más recomendadas para las zonas húmedas y subhúmedas templadas y templado-cálidas, junto al maíz y el sorgo.
En cuanto a los requerimientos hídricos, el profesional del INTA Pergamino aclaró que la moha se adapta a muchas regiones. “Por su ciclo corto tiene un bajo requerimiento y es eficiente en el uso del agua -dijo-, características que le confieren tolerancia a déficit hídrico”.
—¿Cómo es el ciclo de cultivo y cuáles son sus exigencias?
—El ciclo a cosecha de forraje varía entre 50 y 80 días dependiendo del estado fenológico considerado, floreciendo a los 60-70 días de la siembra. Esto dependerá del cultivar, la época de implante, el clima y el manejo. Es un verdeo económicamente rentable que demanda mínimas exigencias de mantenimiento; ofrece buen comportamiento a sequía, rusticidad y precocidad, por lo que se utiliza para los planes de rotación o de intercultivos cortos, entre octubre y principios del verano, tanto como verdeo estival como para la confección de rollos.
—¿Cuál es su comportamiento habitual ante plagas y malezas?
—Frente a las malezas, presenta la particularidad de ser una especie muy dominante una vez instalada, aunque es de lento crecimiento inicial, por lo que se deben maximizar los esfuerzos para sembrar sobre un lote libre de malezas y con una adecuada disponibilidad de agua que aseguren una rápida implantación. En relación a las plagas y enfermedades, es un cultivo muy rústico. Habitualmente no tiene problemas de enfermedades, insectos u otras plagas, y no demanda gastos para su protección.
Una dieta conveniente
Los mayores valores de proteína bruta (19 a 25%) se presentan en la fase de estado vegetativo, seguido por un decrecimiento durante el pasaje reproductivo, hasta alcanzar en los estados de pre-panojamiento e inicio de panojamiento valores de entre el 11 y el 13% y, en la etapa grano lechoso, entre el 7 y el 10%, compatible con lo requerido en un forraje conservado esencialmente energético.
—¿Cuál es la respuesta de la moha en cuanto a proteína y digestibilidad?
—Son muy aceptables los valores nutricionales que tiene esta especie. En ensayos realizados en la EEA Pergamino se determinaron los contenidos de proteína en tres momentos de utilización: macollaje, panojamiento y grano lechoso. En lo referente a digestibilidad, cuando la moha es utilizada en pastoreo, el primero de ellos se efectúa en un estado cercano a la encañazón, momento en el que la digestibilidad tiene valores cercanos al 69%. Si es utilizada para la confección de heno y se prioriza la calidad, se debe cortar en el inicio del panojamiento, donde la misma alcanza valores cercanos al 64%. Fuente: Nuevo ABC Rural