Este ha sido un año donde los excesos de agua fueron fuertes protagonistas para el sector agropecuario. Con este recuerdo tan reciente, y a partir de las inquietudes que generan entre los productores el actual fenómeno Niño y todos los pronósticos que de él se derivan en plena época de siembra, nos pareció oportuno hacer algunos comentarios al respecto.
Alfredo Elorriaga, integrante y asesor del grupo GEA que constantemente valida los datos de la red de estaciones meteorológicas de la Bolsa, ha notado que desde hace más de un mes se instaló un fuertísimo temor a lluvias “diluvianas”. “Informalmente hay pronósticos que aseguran lluvias con volúmenes que duplican y hasta triplican las medias estadísticas, sin fundamentos técnicos” nos contaba en una reciente charla.
El Dr. José Luis Aiello, con el ánimo de quitar la incertidumbre generada y coincidiendo con esta visión de Elorriaga, nos indicó que es importante señalar que no es posible pronosticar volúmenes de precipitaciones con tal exactitud para un período de tiempo específico en el largo plazo.
Por tal motivo, los especialistas nos advierten lo siguiente:
– Concluyó octubre y el régimen de precipitación apenas se ha apartado de las medias históricas que están en torno a los 100 mm. Aún más, en algunas regiones del oeste, como en la provincia de Córdoba, las tareas agrícolas se han retrasado por la falta de humedad en los suelos.
– Hay un fenómeno real y concreto, como es el efecto del aumento de la temperatura del agua en el océano Pacifico ecuatorial. Sin embargo, hay que tener cuidado en convertirlo en un fenómeno maligno o desmesurado, que poco tiene que ver con un análisis objetivo del evento.
– Aparecen pronósticos extendidos que superan holgadamente los tres días y que detallan milimetrajes diarios. Estos pronósticos exceden las limitaciones técnicas disponibles. Ejemplo de ello son los vaticinios de intensas lluvias durante septiembre y octubre, que iban a tornar inviables las siembras de maíz y soja por falta de piso, y no se materializaron.
– Desde julio de 2015, se han generado innumerables artículos, boletines e informes destacando la intensidad poco común de El Niño 2015, llegando a bautizarlo como “Superniño”. Se habló de su influencia para un aumento desmesurado de las precipitaciones, inclusive en meses en los que no hay influencia posible del Niño haciéndolo responsable de las inundaciones de agosto.
– En todo caso, el evento de El Niño recién comienza a manifestarse plenamente a partir de noviembre y sus efectos están condicionados a cómo se acople con factores regionales, circulaciones o bloqueos del Atlántico, intensidad de flujos de humedad, frecuencia de entradas de frentes meteorológicos, entre otros.
– Es necesario hacer un uso de datos concretos, analizarlos y observar, comparando con los patrones que indican las estadísticas, para evitar difundir “escenarios catástrofes” y estar al servicio de los actores productivos que tienen que tomar decisiones sobre la base de los pronósticos. (GEA)