Los hongos comienzan a acostumbrarse a los fungicidas. Con esta frase alertan Marcelo Carmona y Francisco Sautua, investigadores de la cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), sobre la posible aparición de resistencia a los diferentes principios activos de fungicidas, en un año afectado por excesos hídricos y números ajustados para los productores, que en muchos casos deciden bajar las dosis de las aplicaciones.
“El empleo de subdosis (menor a lo recomendado en los marbetes de los productos), aún en mezclas de principios activos, lleva a aumentar el riesgo de generar resistencia a fungicidas”, aseguraron Carmona y Sautua en un informe presentado esta semana, y destacaron que esta práctica (o las aplicaciones divididas) es una de las principales causas agronómicas que originan la aparición de cepas resistentes.
“La mayoría de la evidencia científica mundial sugiere que la división de una dosis de fungicida dada entre dos o más aplicaciones selecciona con más fuerza cepas resistentes a fungicidas, respecto de la selección ejercida por una aplicación única a dosis más altas”, subrayaron.
Además, el documento alertó sobre otras malas prácticas que agravan el problema, como el continuo uso de moléculas con el mismo modo o mecanismo de acción, los cambios en los intervalos de aplicación u aplicaciones tardías, la falta de medidas de manejo integrado y la ausencia del uso de diversidad química en las aplicaciones.
Cuando las estrategias de manejo no son adecuadas, “algunos individuos de la población fúngica logran sobrevivir, multiplicarse y propagarse, a pesar de haber sido expuestos a la aplicación de un fungicida que normalmente la controlaba. Estas cepas sobrevivientes empiezan a dominar esa población haciendo ineficiente al fungicida en cuestión y es probable que también sea resistentes a otros productos relacionados, incluso sino fueron expuestos a ellos, ya que poseen el mismo mecanismo bioquímico de acción (resistencia cruzada)”, explicaron los investigadores.
El Comité de Acción para la Resistencia a Fungicidas (FRAC, por sus siglas en inglés) considera a Ramularia como un patógeno de alto riesgo a generar resistencia ante fungicidas. La comunidad científica internacional también documentó numerosos casos de resistencia a estrobilurinas, triazoles y carboxamidas en la Unión Europea, Asia, África y en todo el continente americano. En la Argentina se informó sobre fallas de control de triazoles sobre la roya de la hoja del trigo, la pérdida de sensibilidad in vivo de Pyricularia grisea a mezclas de fungicidas y de Cercospora kikuchii a carbendazim in vitro.
“Tarde o temprano surgirán casos de resistencia en los cultivos. Es muy difícil actuar eficientemente para eliminar esta aparición en el campo. Sin embargo, el riesgo a que ello ocurra puede ser minimizado si se integra la mayor cantidad de estrategias anti-resistencia que retrasen el desarrollo de estas subpoblaciones de patógenos resistentes, junto con la puesta en marcha de un programa de manejo integrado de enfermedades, que incluya el uso de variedades resistentes o tolerantes, rotaciones y el uso de semilla libre de patógenos”, ejemplificaron los fitopatólogos de la FAUBA.
Al respeto, los investigadores recomiendan aplicar fungicidas sólo cuando es necesario, en el momento óptimo y de acuerdo con los umbrales de daño económico desarrollados y validados en el país. Además, destacan la necesidad de utilizar mezclas de principios activos con diferentes mecanismos bioquímicos de acción, complementar los fungicidas con inductores de la resistencia (como quitosanos y fosfitos) y agentes de control biológico, alternar principios activos y respetar las dosis indicadas en los marbetes.
“Uno de los desafíos futuros será implementar un monitoreo nacional y regional de la sensibilidad y surgimiento de cepas resistentes de patógenos a cada principio activo en los distintos cultivos. Esta será la clave para poder maximizar la vida útil y la eficiencia de uso de los principios activos fungicidas actualmente disponibles en el mercado, durante el mayor período de tiempo, garantizando la sustentabilidad económica y ambiental”, concluyeron Carmona y Sautua.